Capítulo 0 [yuri]

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Si ese día ella no hubiese ido al súper mercado quizás el filo de la navaja no hubiera llegado  hasta su garganta y la mano no se hubiese deslizado provocando estado de rigidez al cuerpo.

Pero como alguien dijo en algún momento: “pasó porque tenía que pasar.”

Morir no estaba en sus planes, bueno, no está en los planes de nadie, a menos que sea un suicida, pero no era el caso. Aún era de demasiado joven para ello, estudiaba en último año de la preparatoria o preuniversitario, todo depende del gusto del consumidor  llamar a este tipo de enseñanza. Tenía el pelo negro y largo, la piel algo oscura parecía quemada por el sol, quizás era porque su casa queda en la zona costera, sus ojos amarillos penetrantes como los de un depredador.

Esos ojos sumados a su carácter asocial hacían en la mayoría de las personas se sintiera cohibidos al comunicarse con ellao le tuviesen respeto, a excepción de esa chica que se le pegaba como goma de mascar en el cabello, le resultaba altamente molesta, habla demasiado, invasiva, hasta se tomó la facultad de autoproclamarse su mejor amiga. Amigos, ella no tenía amigos, y no iba a dar el primer paso con Arlet en el inexplorado mundo donde dos o más personas se juran lealtad eterna, se cuentan secretos y se pelean de vez en cuando solo para reconciliarse a la media hora y seguir con ese extraño pacto de ¨hasta que la muerte nos separe¨. Sus planes eran más simples, graduarse, comenzar a trabajar o quizás ganarse una beca en la universidad y lo más importante largarse de su casa, pues vivir con su madre era un dolor de cabeza, ebria la mayor parte del día, ya no la golpeaba, pero cuando era más pequeña si, desde que su padre se esfumó todo se había convertido en ese infierno.

Aunque todos estos planes fueron descargados por el retrete aquella tarde en el supermercado, pues los muertos no estudian o trabajan, se dedican a atormentar o a proteger a algún vivo y ella no se iba a tomar tales molestias. Le echó una última ojeada a su cuerpo tumbado y ensangrentado, era repugnante verse a sí misma en aquel estado. Miró a su alrededor y todos estaban conmocionados, dos señoras gritaban, otras lloraban, el hombre de la caja registradora hasta había mojado sus pantalones y el calvo que parecía fisiculturista había inmovilizado a su asesino con una llave, <<ojalá le rompa el cuello y muera, así podría patearle el trasero a su fantasma>>, pensó con malicia. Nadie notó su presencia así que si le quedaba alguna duda sobre el hecho de haber muerto desapareció en ese instante, pero no era indiferente para todos, escuchó su nombre como un susurro que trae la briza.

-Emma…Emma…-Escuchó varias veces hasta que frente a ella se materializó un hombre ni viejo, ni joven, digamos que su edad era algo confusa para calcular.

-Emma, ¿tienes idea del tiempo que he invertido buscándote?, eres una reliquia rara y quiero seas parte de mi colección.-dijo el recién llegado con la mayor naturalidad del mundo.

-Un momento, no tengo idea de quien seas, ni sé por qué me buscas, pero no soy un objeto para que me coleccione, en todo caso soy un fantasma o no vivo.- dijo Emma casi imperturbable, manteniendo una calma sorprendente.

-No me he explicado bien, tengo un trato para proponerte.- haciendo una pausa continuó la idea- Como habrás notado estás muerta, entonces, te propongo devolverte la vida a cambio de unos favorcillos. ¿Qué te parece?, muy justo, ¿no?

-Umm…..¿qué tipo de favorcillos?

-Te explico después que aceptes.

-No, me explicas ahora o no hay trato, supongo que habrá muchas personas que mueren y están desesperados por recuperar su vida, pero no es mi caso, mi vida es un asco así que ni me urge recuperarla, por tanto esmérate en convencerme- dijo con tanta indiferencia que ella misma se sorprendió.

El recién llegado no tenía la intención, ni ganas de dar explicaciones, pero tendría que hacerlos si quería tener un alma tan poderosa en sus manos, no podía darse el lujo de perderla.

-Al principio de los tiempos existían siete señores- comenzó a narrar con pesar-Eran más poderosos que el resto de la humanidad, tenía poderes a los que llamaron sobre naturales, también tenían la habilidad de no morir.

-¿Nacieron así?-preguntó curiosa

-No, nacieron humanos como todos, pero un día cuando eran jóvenes jugando en el bosque encontraron un arroyo y bebieron. Dicha agua fue la culpable del castigo eterno. Al principio era divertido, un juego, hasta que comprendieron cuán grande era el poder que residía en sus manos. El tiempo pasó y comenzaron a competir por el poder, el mundo se sumió en la guerra más sangrienta que ha experimentado la humanidad. Hasta que el más joven de todos, Abran, tubo la genial idea de crear una dimensión por cada señor, en la cual reinarían a su antojo. Cada ser vivo al morir nacería en otra dimensión perdiendo los recuerdos de su vida anterior, así secretamente hacían inmortales a todos lo que respiraban. Pero, por razones desconocidas un tiempo después Abran enloqueció, destruyendo todo lo que había creado a su paso, cada una de las dimensiones fueron sumidas en el caos, cuando todo estaba casi completamente destruidos los señores se unieron para destruirlo, fue derrotado, pero nunca lo pudieron atrapar, algunos dicen que murió, pero yo lo dudo, es inmortal.

-Interesante la historia, deberías hacer una novela, pero no viene al caso-dijo Emma sarcásticamente interrumpiendo al extraño.

-Aun no termino, antes de comenzar las guerras los señores tuvieron descendientes, los cuales heredaron sus poderes, claro, menos la inmortalidad y a su vez fueron transmitidos a sus hijos, y así ha sido por los siglos. Algunos de los privilegiados eran más poderosos que otros, había algunos suertudos que se les llamó Zeros que eran tan poderosos como los señores y por miedo a ellos los señores decidieron bloquear los poderes de estos mortales. Hacía miles de años que no nacía ninguno de ellos, hasta ahora, bueno, eso creo, no estoy completamente seguro no es algo que se sepa a ciencia cierta.

-Ummm, si te creo- dijo con su acostumbrada ironía- Tentador el negocio, pero no estoy interesada, estaré algo ocupada naciendo otra vez en otra dimensión.

-Jajajajaja- ríe con maldad en sus ojos- No nacerás en ningún otro lado, ese concepto quedó destruido en la guerra de Abran, las sietes dimensiones es lo conocido por los humanos como los siete círculos del infiernos, porque son lugares de muerte y desolación, donde las almas son torturadas por largo tiempo hasta que se apagan, solo para encenderse otra vez en otro circulo.-haciendo una pausa agrega- La razón por la cual te quiero es porque se avecina una guerra, los señores han comenzado a reclutar almas como sus soldados, otorgándoles poderes, para conquistar el mundo del que provienen, o sea, el mundo en el que vives, será caos y destrucción una vez más. No quiero que ello se repita, ya estoy cansado de ese tipo de cosas, deseo que luches por mí, no solo por mí, sino por tu mundo que una vez fue mi mundo también. Había olvidado mencionarte que soy uno de los señores.

Emma tragó en seco, ir al infierno no le hacía ninguna gracia, no sabía si lo que decía ese hombre era completamente cierto, pero no tenía nada que perder y sí mucho que ganar con la propuesta.

-Acepto- articularon sus labios.

Diciendo estas palabras los alrededores comenzaron a desvanecerse, poco a poco todo fue devorado por la oscuridad.

El sonido del despertador la hizo abrir los ojos con sobresalto, pero se tranquilizó al ver que era un sueño. Comenzó a preparar ir al colegio, con una extraña sensación de felicidad, la cual desapareció al revisar su teléfono móvil y comprobar que la fecha era la misma que la del día anterior.

Zero [yuri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora