Capítulo II.

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EL VERANO YA HABÍA LLEGADO y era todo un alivio para Coraline pero al mismo tiempo un martirio para ella. No saber cómo estaba su sobrino y no poder hablar con él la mataba. Pero sabiendo únicamente que estaba con sus tíos por parte de madre hacía que la mujer se retorciera de ira. Esos individuos eran de lo peor, la gente decía lo malos que eran los magos que detestaban a los muggles, y sí, son unos prejuicios terribles. Pero esa familia de muggles odiaba con todo su ser la magia, y nadie les decía nada, ni siquiera Dumbledore.

Había vuelto a hablar a final de curso con el director de Hogwarts para que le permitiera que Harry se quedara a vivir con ella, pero éste dijo que por la seguridad del pequeño, solo estaría las últimas semanas de agosto con ella. Aquello le parecía una gran tontería porque ¿dónde estaría más protegido?¿En una casa de ignorantes y sin magia o con ella, una bruja adulta? Mira que le encantaban los muggles y sus costumbres e inventos, pero esos la sacaban de sus casillas.

Aún así ahí se encontraba, sentada en su cocina bebiendo su café matutino, leyendo un artículo de una revista muggle especializada en el funcionamiento del cerebro. El titular era ¿POR QUÉ SENTIMOS LO QUE SENTIMOS? Buena pregunta, se dijo a sí misma, buena pregunta. Llamaron a la puerta de su casa y se extrañó ya que no recordaba haber invitado a nadie esa mañana ni había quedado con nadie. Pero mientras avanzaba hacia la puerta se tranquilizó pensando que tal vez a su amigo y vecino Andrew se le habían olvidado las llaves de su piso. Como de normal. Pero aún así llevaba en el bolsillo de su bata con estampado de estrellas su varita, haciendo que se sintiera un poco más segura.

Se sintió aliviada al observar que, en efecto, quien llamaba a la puerta era Andrew. Pero se preocupó al ver su cara. Llevaba un periódico doblado en sus manos y entró rápidamente en la casa de la pelirroja sin decir una palabra. Con la taza en mano todavía cerró con la otra la puerta y avanzó hacia su sala de estar para quedarse de pie frente a su amigo. Dio un trago más a su café con leche.

―Buenos días a ti también Andrew, estoy genial, gracias por preguntar, ¿y tú?

Pero no respondió, ¿el hombre había pasado dos minutos sin hablar? Eso si que era raro, algo le tenía que ocurrir.

―¿Es otra vez algún artículo despectivo sobre los squibs? Porque no tienes que darles importancia, son una panda de incompetentes, idiotas sin cerebro...

―No es eso Coraline, venía a ver cómo estabas tú, pensé que te habrías enterado ya, pero viendo cómo hablas de El Profeta supondré que no lo habrás leído todavía. Puede que también lo intuya viendo el periódico al lado de la puerta enrollado todavía.

―¿Qué puedo decir? Pocas son las cosas que valen la pena leer en ese periódico, siempre intentan colorear a su favor la situación y empeorar algunos aspectos de distintos eventos para ganar fama. Y siempre necesito un par de cafés antes de leer ese periódico. Ahora sí, dime que te está atormentando.

―Tessa, será mejor que lo veas por ti misma. Lo siento pero tenía que asegurarme de que te enteraras por ti misma y no por otro de malas maneras. O que apareciera algún miembro del Ministerio...

Le estaba comenzando a asustar y por su mente comenzaron a pasar posibles escenarios. Todos terribles y con su sobrino Harry en ellos. ¿Y si le había sucedido algo? ¿Y si estaba herido o peor? Aunque al ver la página principal del periódico y su titular todos aquellos escenarios eran casi insignificantes (menos el de la muerte) comparados con lo que acababa de suceder la noche anterior. HUÍDA DE AZKABAN, SIRIUS BLACK.

Y la taza a medias de café cayó a suelo rompiéndose en pedazos y manchando el suelo con el líquido caliente. No podía ser posible, simplemente no. ¿Cómo el Ministerio permitido eso? ¿No se suponía que era imposible escapar de esa prisión? Un asesino estaba suelto y a saber dónde estaría o cuáles serían sus planes. Ella confío en él, por Merlín, iban a casarse y a formar una familia. ¿Y todo eso para qué? Para que se enterara que había traicionado a su hermano y a su amiga y después asesinar a sangre fría a tantos inocentes... Harry... ¡Harry estaba en peligro!

Andrew había visto cómo su amiga estaba comenzando a palidecer así que con cuidado se levantó para después agarrarle un brazo y llevarla hacia el sofá para que se sentara. Aunque al oír que su vista se estaba nublando la tumbó y le levantó las piernas. Se estaba mareando y la comprendía, esa situación la estaba superando. La mujer no dejaba de murmurar que cómo había podido suceder eso. Y la verdad era que nadie excepto tres personas sabían la respuesta. Y no eran ninguno de ellos.

Cuando se le pasó el mareo, Andrew insistió en que siguiera tumbada mientras iba a por un poco de agua. Y le hizo caso. Ya de vuelta poco a poco ayudó a Coraline a incorporarse y ésta tras beber el vaso de agua agarró el periódico y comenzó a leerlo con detenimiento y un corazón que de nuevo comenzaba a descuartizarse lentamente. Su mente fue a parar en Harry. Parecía que nunca tendrían un descanso, todos los años tenía que suceder algo. Pero ella lucharía con todo su ser para intentar mantener a salvo a su ahijado y sobrino. Incluso si tenía que morir en el intento lo haría con mucho gusto y honor. Moriría en paz sabiendo que luchó hasta el final protegiendo a su familia.

Familia, un término que pareció inexistente y sin sentido en un momento. Pero que ahora era lo más importante para ella, y no lo perdería, no de nuevo. De eso estaba segura como que se llamaba Coraline Theresa Potter.

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Black & red || Sirius BlackWhere stories live. Discover now