Las lágrimas desbordaron por mis ojos. Jimin no iba a parar nunca, ¿verdad? ¿Qué más podía pedirle al cielo? No necesitaba otra señal, me estaba demostrando que me amaba tanto como yo lo amaba a él. Quería mi final feliz, ¡lo anhelaba! ¿Pero dónde estaba Jimin? Giré por costumbre mi cabeza en todas direcciones, pero era un cuarto de hotel, allí no había nadie excepto yo. Mañana me iba, ¿dónde diablos estaba Jimin ahora? Corrí rápidamente hacía el teléfono y marqué a Jesse. Las lágrimas desesperadas me inundaron más los ojos porque no me contestaba.

-No, Jesse no. No me hagas esto ahora –susurré al dejar pasar cuatro timbrazos sin que me contestara.

Otros dos más y me mandó al buzón.

-Maldición –colgué el teléfono y me dejé caer sobre mis brazos, llorando.

¿Por qué había sido tan estúpida? Ya hasta dudaba que ese nivel de idiotez que yo había alcanzado fuera común. ¿Tiempo para pensarlo? ¡Pero qué estúpida, si eso era lo que yo deseaba desde el principio! Derramé mi pesar en las pesadas lágrimas que caían de mis ojos. Mañana me iba, ¿dónde iba a encontrarlo?

Mientras seguía llorando como tonta, lamentándome, unos golpes tenues llamaron a mi puerta; ¿quién molestaba ahora? no tenía ganas de ver a nadie, a menos de que fuera... ¡Jesse! Pasé los puños de mis manos por mi cara para tratar de limpiarme las lágrimas y corrí a trompicones hasta la puerta. Al abrirla me llevé una mano al corazón porque al reconocer a la persona parada tras el umbral, pensé que iba a salírseme del pecho.

-¡Jimin! –abrí los ojos y parpadeé repetidas veces, tratando de que el rastro de agua se evaporara.

-No renuncies a mí –musitó, fuerte y claro, y con rostro duro-. Por favor.

Lo miré incapaz de hablar, aun bajo la tenue luz del pasillo del hotel, era hermoso. Su cabello corto pero despeinado y el vello facial que adornaba su rostro lo hacía lucir como una de mis fotografías, pero más bello.

-Sé que me pediste tiempo –dio un paso y luego otro, hasta que estuvo adentro de la habitación. Estaba tan cerca que podía oler ese exquisito perfume que lo caracterizaba-. Pero yo ya no puedo esperar más. _____, yo sé que me amas –su aliento me movió los cabellos al hablar. Estaba perdiendo mi equilibrio -, pero dime qué más puedo hacer para demostrártelo yo –su voz se quebró y los ojos se le pusieron vidriosos-. _______, háblame. Dime algo. Lo que sea.

Le contemplé deliciosamente y luego le sonreí entre lágrimas. Acuné su rostro entre mis manos y el vello facial me picoteó la piel de las palmas.

-Ya no voy a escapar Jimin –susurré-. Sé lo que quiero.

-¿Y qué es? –en su pregunta, el temor fue visible.

-A ti –musité y me acerqué hasta sus labios.

Los unimos de nuevo, primero suavemente, pero luego el beso fue tomando profundidad. Enredé mis manos en su cuello y él en mi cintura, mientras me aferraba a su cuerpo. Se abrió paso con la lengua y jugueteó con la mía para luego volver a un beso tranquilo pero igual de apasionado y lleno de amor. En mi estómago las mariposas se desataron enloqueciendo y la piel se me erizó bajo las manos de Jimin que la acariciaban. Llevé mis manos a su rostro y lo separé del mío; los labios me punzaban y aun en contra de su propia voluntad se despegaron de los de Jimin, aunque él quiso buscarlos de nuevo.

-Jimin, espera –jadeé.

-Lo bueno del tiempo es que cura las heridas, lo malo de los besos es que crean adicción –musitó e intentó acariciarlos otra vez con los suyos.

-Jimin –pero yo me hice para atrás unos pocos centímetros, ya que él me tenía entre sus brazos.

-¿Qué?

-¿Me amas? –pregunté, como niña tonta.

El rió y el soplo de su risa fue embriagador.

-¿Qué clase de pregunta es esa? ¿Tú crees que si no te amara, habría cruzado el mediterráneo para ir a buscarte a Egipto, luego a California, para al último perseguirte hasta aquí y ponerme a cantar en medio de todo Nueva York para que me escucharas y luego estar dispuesto a ir contigo hasta el fin del mundo si eso es lo que quieres? ______ –retiró sus manos de mi cintura y las llevó hasta mis mejillas, ambos quedamos en la misma posición. Me miró a los ojos y habló lo más claro posible-, juro que te amo como un loco, como un demente y desquiciado que no soporta vivir sin ti. Juro que como te amo jamás he amado a nadie y que quiero pasar el resto de mi vida contigo y ser el padre tus hijos. ¿Eso te contesta tu pregunta?

Una lágrima corrió por mi mejilla pero no terminó su camino ya que Jimin la interceptó con un beso.

-Ti amo, il mio bella musa fotografa –susurró a mi oído, besó mis labios y luego me dejé envolver en su amor.

Había tomado una decisión de la que no me iba a arrepentir, ahora podía estar segura, entre sus brazos y con mis labios unidos a los suyos. Pude ver la escena de nosotros dos besándonos como en las películas, cuando en el centro de la pantalla permanece la pareja y cómo se va alejando desde arriba. Era increíble que en mi cabeza no existiera otra cosa que Jimin en ese momento, increíble que a pesar de tantos errores y desengaños, estuviéramos allí y él conmigo. Pero más increíble fue que, mi fruto prohibido a final de cuentas fue el indicado.

Manual de lo Prohibido || Jimin y Tu || TerminadaWhere stories live. Discover now