-Signor Vittore, buon compleanno! -dijo Sharon, expandiendo su sonrisa al hombre.

-Sono contento che sei venuto-dijo él y luego nos miró a mí y a Jimin.

-Grazie por avermi, per me è stato un piacere. Vogliamo introdurre il mio fidanzato Giuseppe, e il mio migliore amico ______-contestó Sharon y luego nos acercó más.

-E 'un piacere incontrarli-nos saludó y como yo no entendía nada, sólo sonreí-. Sharon-dijo, volviéndose a ésta-, vieni qui. Ci sono alcuni progetti che ho voglia di parlare-la tomó de la espalda y la llevó entre la multitud, hablando con ella.

Jimin y yo nos quedamos parados allí, solos. Al comprender esto, mi corazón comenzó a latir frenéticamente.

-¿A dónde va?-le pregunté, perdiendo de vista a Sharon.

Se encogió de hombros.

-Con su jefe, no sé-dijo, como si nada- ¿Quieres algo de beber?-me miró.

-Me gustaría, gracias-le sonreí, tímida.

No sabía si quedarme con él a solas era buena idea; después de lo que acababa de pasar, no, sin duda no lo era.

-Está bien, siéntate allá-me señaló una mesa con sillas disponibles-. Yo te la llevo.

-Gracias-me di la media vuelta, pero luego me giré de nuevo-. ¡Jimin!-pronuncié y él se giró a mirarme- Sin...

-Alcohol, ya sé-sonrió y luego continuó caminando entre la multitud con tremenda elegancia.

Suspiré y me fui a donde él me había dicho, me senté, un poco cohibida y luego me quité el abrigo, ya que la temperatura del interior era mucho más cálida que la de afuera. Miré a Jimin en la barra y al instante desvié la vista. Podía sentir el amor que le tenía, creciendo dentro de mí, como si fuese la luz de la aurora, que va de aumento en aumento hasta que el día es perfecto. Volví a mirarle, aunque no quisiera. Él era tan bello, tan elegante, tan perfecto. Frustrada aparté la mirada de nuevo, recordando lo que había sucedido hace unos minutos. Aquello debía de tener una explicación lógica, él no podía sentir lo mismo que yo, ¿verdad? Volví a posar mis ojos en su figura, dándome cuenta de que cada esfuerzo por no mirarlo, se convertía en un fracaso inmediato; era como si me tapara los ojos con las manos pero alcanzara a ver a través del espacio entre los dedos. Suspiré y obligué a mi vista a posarse en otra cosa.

Divisé a mi lado izquierdo cómo las parejas danzaban un vals con la música a piano y me perdí por un momento en su baile.

-Aquí tienes-la voz de Jimin me hizo volver y mirarle, una vez más; me ofrecía una copa con algún líquido verdoso y trasparente.

Lo tomé y lo revisé, vacilante.

-Es agua de limón-rió-. Sin alcohol.

-Gracias-dije, aliviada y luego le di un sorbo.

-¿Quieres bailar?-su voz de terciopelo chispeaba de entusiasmo.

-Eem... pero, ¿y Sharon?-balbucé.

-Nos dejó aquí-se encogió de hombros-. Vamos a divertirnos, ven-me tendió la mano y aquella piel morena de su palma era como si me invitara a que la acariciara.

La tomé, aun sabiendo perfectamente que no debería de haberlo hecho. Me levantó de mi asiento y sin soltar mi mano me condujo hasta donde estaban las parejas bailando, me sentí como cenicienta cuando el príncipe la divisa entre la multitud, la toma de la mano y luego la lleva a la pista de baile, mientras todos miraban absortos. Me reí de tal comparación, porque nadie nos prestaba la más mínima atención.

Manual de lo Prohibido || Jimin y Tu || TerminadaWhere stories live. Discover now