— ¿Estás perdido, jovencito? — preguntó finalmente la mujer.
Chuuya pudo percibir la mirada inquisitiva de la fémina y cómo luego parecía comunicarse en silencio con los guardias a sus espaldas, advirtiendo al pelirrojo que si no decía algo rápido, lo sacarían a patadas del lugar.
— ¿Eh?, no, no... yo... he venido a dejar algo a... El vicepresidente de este lugar. — Dijo en voz más baja e insegura.
Y es que estaba seguro que si trataba al "Gran Dazai" como "el idiota que tienes por jefe", estaría fuera de ese lugar en menos de un segundo.
¡Hombre! Que él solo quería entregar el maldito celular e irse.
La mujer enarcó una ceja. Y esta vez, parecía sospechar aún más de la inseguridad y rostro hastiado del joven parado frente a ella.
— ¿Tienes una cita reservada para hablar con él? ¿Cuál es tu nombre? — preguntó con voz antipática para luego rodar los ojos mientras soltaba un suspiro.
Chuuya frunció el entrecejo por la poca cortesía de la mujer.
Llevaba tan pocos segundos en ese lugar y ya lo detestaba. Su ambiente, su gente, los guardias, la tipa que creía estar en todo su derecho de juzgarlo como algún vándalo, espía o cualquier mierda que pensara la mujer de él en ese mismo momento. Chuuya sabía que era mirado de la peor forma posible.
¿No que el estúpido de Dazai se encargaría de que todo esto fuese lo más rápido y fácil posible? ¿Acaso no había avisado a nadie que "alguien" vendría a dejar un celular para él?
— Bien, no tengo tiempo para juegos, niño. — murmuró en voz baja y áspera. — Seré clara contigo — Sonrió altanera — Ésto ha ocurrido muchas veces en el pasado.
Chuuya enarcó una ceja.
— Ya sabes, chicos y chicas jóvenes como tú, o mujeres que llegan aquí con malas excusas como la tuya solo para verlo a él, porque creen que son lo suficientemente buenos como para tener algo serio y duradero con Dazai-san.
Los ojos azules del pelirrojo se abrieron con sorpresa e incredulidad.
¿Esa mujer estaba insinuando lo que él creía que estaba insinuando?
El menor explotó en carcajadas.
— Oh, no, no, no, no... — Negó entre risas para luego golpear la superficie de el mesón con la palma de su mano.
Su expresión se tornó oscura y su sonrisa desafiante.
— ¿Tú estás loca, mujer? — preguntó burlesco, enviando sus modales lejos del lugar — Yo no tengo ningún interés en que tu maldito jefe me abra las piernas.
El rostro de la contraria se contrajo con sorpresa al escuchar lo mal hablado que había resultado el niño de cara bonita.
Chuuya iba a guardar silencio si no fuese porque la imagen de su hermana apareció en su mente. Dazai le podía parecer muy despreciable, pero era el hombre que últimamente hacía sonreír mucho a Kouyou.
— Y tal vez deberías reprimir tus deseos y celos enfermizos hacia Dazai. Eres todo lo contrario a lo que él quiere en una persona... No le llegas ni a los talones a Ane-san — Susurró esto último.
La mujer golpeó el mesón con su puño. Sus uñas de acrílico exageradamente largas se clavaron en la piel de las palmas de sus manos.
— ¡No voy a seguir escuchando a un maleducado como tú!
En un pequeño gesto con la mirada, la mujer ordenó a los guardias que sacaran a Chuuya del lugar.
El pelirrojo simplemente se encogió de hombros. Planeaba darse la media vuelta para salir por su cuenta. Dazai tendría que perder a algunos clientes. No era su incumbencia de todas formas.
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uncontrolable • Soukoku • Finalizada
أدب الهواةChuuya no soporta al novio de su hermana mayor. Y a Dazai se le hace imposible lograr llevarse bien con el hermano menor de Kouyou.
Unpredictable
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