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39 horas de atraco. Banco Hispanoamericano. Plaza de Canalejas.

—Hola, Viena.—dice el Profesor desde la otra línea.—Actualízame.

—Los rehenes han matado a dos guardias de seguridad. Los nuestros están bien.

—En nueve horas tenéis que estar fuera. Sin excepción.—Viena asiente y se mantiene en silencio.—Saldrás la primera. Con Singapur y Denver.

—Yo me quedaré en la retaguardia, no voy a arriesgar la vida de mi equipo.

El Profesor mira a Lisboa con preocupación y ella se recoge el pelo en un moño, que se sujeta con un lápiz. Ella coge el teléfono y coge aire.

—Viena, soy Lisboa ¿sabes cual es el protocolo de salida en caso de incendio o catástrofe?

—Niños y embarazadas primero.—dice Viena con cierta sinceridad.—Por eso saldré la última. Hace quince horas tuve un aborto.

El Profesor y Lisboa se miran con preocupación. El Profesor comienza a llorar silenciosamente y Lisboa intenta calmarle en el mismo silencio.

—La primera en salir será Nairobi con Helsinki y Denver. En el segundo turno saldrá Singapur con Tokio y Rio. Yo saldré la última de todos.

Viena cuelga el teléfono y se gira. Helsinki está ahí, observándola.

—¿Estás bien?

—No te preocupes, no es el primero...ni el último.—Helsinki se acerca y la abraza.

—Niños vienen en su momento.—dice Helsinki sin dejar de abrazarla.—Tú joven aún.

—No creo que salga viva de aquí.—Viena acaricia con cariño la barba de Helsinki.—Por eso el Profesor quiere que salga la primera, para asegurarse que sigo viva.

—Vas a vivir.

—No tengo razones.

—Nosotros.—Viena asiente pero no es una razón, los adora pero está sola. Siempre ha estado sola.—Nos iremos a El Salvador.

—Ahí me puso Singapur los cuernos por primera vez.—dice Viena mientras tuerce el gesto.—Los pillé en pleno frenesí con una. El amor es difícil eh?

—Puto Palermo.—dice Helsinki entre dientes.

—Puto Martín.—repite Viena con una sonrisa.

Singapur llama a la puerta y Helsinki mira a los dos atracadores antes de abandonar la sala. Viena va a salir de la sala pero Singapur la detiene.

—Yo...Viena...

—Sí, Singapur, tu antiguo suegro era un ladrón de guante blanco y líder del atraco más grande de la historia.—Viena vuelve a intentar salir pero Singapur vuelve a detenerla.—Déjame salir.

—Casi mato a tu padre de una paliza.—Viena lo mira con expectación.—En el Lucrecia. Te buscaba y se encontró conmigo. No sabía que...

—Eres gilipollas.

—Te estaba protegiendo, parecías nerviosa y sólo dijiste que era tu pasado, no tu padre.

—¡Yo soy capaz de protegerme sola!—Viena se suelta del agarre de Singapur.—¡Soy capaz de tomar mis propias decisiones, soy una mujer independiente que ha estado siempre sola y sigo viva!

—¡Yo te necesito!—grita Singapur con los ojos aguados.—Siempre te he necesitado.

—Vete a la mierda.

Viena se aleja de él y se choca con Nairobi. Ella mira a Singapur y vuelve a mirar a Viena.

—¿Te ha poseído el espíritu del putero?—Singapur va a responder pero Nairobi le hace callar.—¡Vete ya a tomar por culo, joder!

Viena | LA CASA DE PAPELWhere stories live. Discover now