30 ||Nombres

638 45 58
                                    

20 de febrero de 1641

La puerta de los aposentos de la Haseki sonó, indicándole la visita de alguien. Ella rápidamente se levantó de su asiento, esperando a que entrase Mahienver, Cihangir, Mehmed y Selin ya que habían acordado desayunar juntos.

—Adelante —sonrió contenta.

La puerta se abrió con lentitud, pero no entraron sus hijastros, sin embargo sí su esposo por lo cual borró su sonrisa y su semblante se transformó en uno de confusión.

— ¿Cihangir? —dijo haciéndole reverencia.

— ¿No te alegra verme? —preguntó caminado hacía ella.

—Me alegra mucho —dijo tocando la mejilla del varón cuando llegó frente a ella —, pero no comprendo porque tocaste a la puerta.

—Quería sorprenderte.

—Y sí que lo lograste —sonrió.

El Sultan agarró con delicadeza la mano de su Haseki y la llevó hasta sus labios para después cerrar los ojos y besarla con ternura.

—Te amo —dijo abriendo sus ojos.

—Y yo te amo más —dijo abrazándolo.

—Te traje algo.

— ¿Qué es?

— ¡Pasen! —gritó.

Ante eso dos eunucos que Mihriban no reconoció entraron con un vestido azul marino extendido a lo largo.

—Es hermoso —dijo separándose de su esposo, mirando la linda tela.

—Es un regalo de mi parte.

—Gracias —dijo volviéndolo a abrazar.

—Déjenlo en la cama —le ordenó el hombre a los ağas mientras ponía sus brazos alrededor de la espalda de su mujer.

Ellos obedecieron, hicieron reverencia y posteriormente salieron.

—Eres muy lindo conmigo —le confesó Mihriban.

—Todo por mi hermosa Haseki —sonrió para después besar la frente de la mujer.

—Tú hiciste esto por mí, ahora yo haré algo por ti.

— ¿Qué harás?

—Darte una solución.

— ¿A qué?

—A tu problema, te conozco bien y sé cuándo algo te aqueja.

— ¿Cómo?

—Lo sé por tu corazón —respondió sonriente —. Cuando te abrazo y suena rápidamente es porque todo va bien, pero todo es distinto cuando suena más fuerte de lo normal.

— ¡Vaya! Sí fui muy afortunado al enamorarme de ti.

Mihriban rió.

— ¿Puedo saber cuándo fue eso?

—Estabas embarazada de Mehmed y te veías muy hermosa que me fue inevitable hacerlo y más cuando pasábamos muchos momentos juntos en ese entonces —respondió bajando la mirada.

—Es maravilloso saberlo.

Cihangir rió.

—De acuerdo, ahora cuéntame tu problema.

—Hablé con Zeynep y quiere que case a Gülbahar, pero mi hija se niega.

—No sé porque eso sería un problema, no tienes que casarla forzosamente.

IMPERIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora