V E I N T E

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Maratón 2/4 ♥

Santiago ha estado metido en el armario —un cuarto más pequeño que un baño, pero lo suficientemente grande para entrar— por bastante tiempo mientras yo me termino de

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Santiago ha estado metido en el armario —un cuarto más pequeño que un baño, pero lo suficientemente grande para entrar— por bastante tiempo mientras yo me termino de

maquillar sentada al borde de la cama.

—¿Me dirás a dónde vamos? —pregunto en voz alta.

—No.

—Te la perdono porque me gustan las sorpresas. —Escucho retumbar su risa y luego se asoma por la puertica del clóset; ya se ha puesto un pantalón negro formal, una camisa negra y se está arreglando los botones de los puños. Al haberlo visto por los últimos... bueno, casi siempre (exceptuando mi graduación), en sudaderas del trabajo con completa informalidad, me asombra verlo elegante y dejo lo que hacía con mi espejito para mirarlo de pies a cabeza sin recato alguno—. Wow —suelto sin querer.

Santi detiene su labor y me mira burlón.

—¿Qué?

Las palabras de Theo de "tómalo con calma" que había retenido en mi cerebro para seguirlas, se me salen por los oídos y se pierden en el aire. Dejo el espejito y la brocha sobre la cama y camino hasta él mirándole los hombros y la postura perfecta que combina con el color de su ropa, haciéndolo ver imponente. Mis manos aterrizan de inmediato en el cuello de su camisa y lo halo para besarlo. Ya que estoy descalza debo ponerme un poco en puntas, no mucho, Santi solo me lleva unos doce o quince centímetros. No me colocado el vestido, así que tengo mi bata rosada a cambio, y aunque es gruesa, puedo sentir la calidez de sus manos al abrazarme con fuerza. El beso se profundiza hasta que escucho en la sala un grito de alegría de Rose que está con la señora Eliana, y recordándome que sigo en casa, me separo. Santiago tiene su respiración agitada y me da otro beso pero más corto.

—¿Solo necesito vestirme así para recibir esos cariños? —bromea.

—Te ves espectacular —admito—. Te ves como un soltero codiciado que solo busca romper el corazón de las mujeres.

—¿Eso es bueno?

—¿Que quieras romper el corazón de las mujeres? No. ¿Que te veas como un soltero codiciado? Sí.

—¿Cómo eso califica como bueno?

—Bueno para mí, porque te puedo presumir a donde sea que vayamos. —Blanquea los ojos, y en el mismo tono exagerado, añado—: Y si alguna te mira más de la cuenta podré decir "ah, no, perra, no está soltero" y marcaré territorio agarrándote una nalga.

Suelta una carcajada al verme chasqueando los dedos en modo diva.

—Estás loca como una cabra.

—Oye, ya me diste el anillo, ya no tengo que ocultar mis instintos posesivos.

—El corazón quiere lo que quiere. —Resuelve. Santi ingresa un segundo al armario para sacar los zapatos y se sienta en el filo de la cama para ponerlos—. En fin, ¿qué más te falta?

El no príncipe de mi cuento de hadas  •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora