Capítulo 21

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"El camino dorado es inexistente, Olivia (pt.2)"


La primera impresión que tengo de la directora es una similar a la que tuve del Internado: elegante e imponente. La mujer, que debe de estar en el fin de sus cuarenta, teclea algo en su laptop con tanta determinación que ni siquiera levantó la vista cuando entramos. Sus labios carmesí están firmemente apretados, al igual que sus cabellos rubios peinados en el moño de su cabeza. Sus anteojos de marco delgado y dorado, descansan en el puente de su nariz. En el centro de la mesa de madera oscura, yace la placa dorada con letras en negro: "Directora L. Spinster".

La oficina en sí es muy minimalista. Sólo una estantería con libros y algunas cajas que deben contener archivos. Dos sillas en frente del escritorio y una planta de decoración. Definitivamente lo más costoso del espacio es la refinada lámpara que guinda del techo, aunque en estos momentos la única luz que llena el espacio es la que se cuela por la ventana.

A mi lado, Maddeline tiene una leve sonrisa de las más pura alegría, y a diferencia de cuando hablamos en la biblioteca, no está para nada nerviosa.

— ¿Qué puedo hacer por ustedes? —finalmente levanta la vista de la pantalla, dirigiéndose a nosotras, para mi sorpresa, con una sonrisa amable.

—Me preguntaba si podríamos visitar el campo el fin de semana.

Pestañeé varias veces. Imagino que es una especie de clave, porque la directora parece entender cada palabra, debido a que no se inmuta, sólo frunce ligeramente el ceño para después asentir.

Comienzo a pensar que eso fue todo, cuando noto que esta vez se dirige a mí:

— ¿Cúal es tu nombre?

— O-Olivia Harries.

El momento en el que digo mi apellido es como si de repente el tiempo se parase. Los ojos oscuros de la mujer se abren un poco más de la cuenta, y buscan los de Maddeline, esperando una respuesta a una pregunta tácita. Trago en seco, tensa ante la incomodidad que se formó en el ambiente.

— ¿Cúal es tu objetivo una vez que estés en Golden Walls? —el hecho de escuchar el nombre de sus labios, de algún modo, sella la realidad de la organización. La mujer espera pacientemente por mi respuesta, la cual mi cabeza tarda en poner en palabras.

—Tengo demasiadas dudas sobre mi poder, supuse que allí me ayudarían. Maddeline dijo que la enseñaron a controlar sus poderes, así que... ese es mi meta. —logré decir todas las oraciones sin tartamudear, milagrosamente. Decidí guardarme la principal y verdadera razón por la que quiero ir a Golden Walls: quitarme esta maldición.

—Controlar tus poderes, ese es tu objetivo. —la directora vuelve asiente levemente, compartiendo una mirada con Maddeline antes de agregar: —¿Qué exactamente es tu poder?

Esta vez no dudo al responder:

—Ver fragmentos de la vida de las personas. Pasa cuando miro a las personas a los ojos. —ella frunce sus labios, analizando cada palabra. —La desventaja es que pierdo mis memorias por cada vida que veo.

La directora se queda callada, con su mentón apoyado en su puño cerrado, meditando, supongo. Finalmente su vista se aparta de un punto indefinido, para dirigirse a nosotras, con sus codos apoyados en la madera oscura del escritorio, y la puntas de sus dedos tocándose.

—Bien, vengan a verme el Viernes a la hora de la cena, y les explicaré los pasos a seguir. Claro que, Maddeline ya los tiene más que memorizados. —la aludida sonríe con suficiencia. —Eso es todo, ya se pueden retirar.

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