—¡Oh! Gracias —respondió girando hacia el sillón, donde unas mantas junto a un juego de sábanas estaban perfectamente dobladas.

—En el horno hay algo de comida china, saldré. Iré con Erwin y Mike. Puedes ver televisión, allí está el control —murmuró desviando la mirada, mientras se ponía de pie. Tenía que acostumbrarse a la nueva información, pero verla vestida así le era difícil, sus ojos la buscaron involuntariamente, para poder observar nuevamente ese sutil pero revelador paisaje de su seno derecho.

—Que entretenido —dijo sonriéndole. Fueron solos segundos, en que Levi se sintió atrapado en su delantera y se sintió sumamente avergonzado por ello. Estaba inquieto, había llevado a una mujer a su departamento y no cualquiera, una atractiva. Recordó una y otra vez la desnudez que había presenciado, y tuvo que obligarse a olvidarlo, no podía pensar de esa forma de su compañera de trabajo.

—¿Quieres... quieres ir? —Preguntó mientras se ponía su abrigo. Hange abrió los ojos con sorpresa y negó.

—Es su noche de chicos —dijo encogiéndose de hombros, y al hacerlo, el movimiento hizo que sus senos se sacudieran con naturalidad, deteniendo los latidos de su corazón por un momento. —Ve con cuidado. —Dijo, cuando él no respondió y salió del departamento, sin despedirse.

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(...)

El aire frío le ayudó a calmarse. Salió de su departamento casi escapando de Hange y no se sentía orgulloso de ello ¿Qué haría? Había invitado a su compañero de trabajo a vivir con él, el tiempo que durase la reparación de su edificio, pero la situación cambiaba radicalmente ahora. No le pediría que se fuera, no podía hacerlo, aunque quisiera, no iba con su forma de ser, ya le había tendido la mano y no se echaría para atrás ahora. Lo que le preocupaba era él mismo. Había pasado una hora desde que se dio cuenta que era un idiota al no percatarse de que su desaliñado compañero era una mujer, y no dejaba de recordar su piel expuesta y mojada, y eso estaba mal ¡Muy mal! Era su compañero de trabajo, merecía respeto, se repetía, y, sobre todo, viviría con ella un tiempo, no podía tergiversar de tal manera su convivencia ¡Ni siquiera llevaban viviendo un día juntos y ya estaba pensando tonterías! Necesitaba un trago.

Cuando llegó al bar que frecuentaba, sus amigos estaban en el fondo del lugar y ya habían ordenado para ellos. Al verlos, no pudo evitar fruncir sus delgadas cejas y acercarse dando pisadas sonoras, que con la música del local no se oían. Llegó al lado de ellos y sin sentarse, los miró con profundo recelo.

—¿Se divirtieron? —Preguntó con su máscara de frialdad, que habría asustado a quien no lo conocía, pero no a sus jefes.

—¿De qué hablas? Llegamos hace unos minutos —soltó sonriendo el rubio. Levi se sentó junto a Erwin y resopló, dejando ver su malhumor—¿Pasó algo?

—¿Se divirtieron viendo como hacía el ridículo? —Insistió, sacó de su bolsillo su cajetilla de cigarros y encendió uno, lo necesitaba con urgencia.

—Sigo sin entender —murmuró Mike, mientras daba un sorbo a su cerveza. Le hizo señas a la camarera para que se acercara, Levi esperó por la mujer antes de explicarse. Pidió una botella de cerveza, y fue tajante en su orden, que estuviera sellada de origen y fría.

—Hange —explicó cuando se fue la camarera—es una chica —dijo en un susurro casi inaudible, decirlo en voz alta le era sumamente difícil. Se sentía estúpido y apenado ¡Le había lanzado un aerosol en la frente esa tarde! Y le dio una patada. Definitivamente no lo habría hecho si hubiera sabido desde un principio que era mujer, no es que le hubiera dado un trato preferente, pero ese límite no lo habría sobrepasado, la culpa crecía. No se fijó antes de salir si se le había formado un hematoma en la frente, en lo único que se centró fue en sus senos, que asco de hombre era, se dijo.

CompañeraWhere stories live. Discover now