X. Siempre

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2030: En algún lugar perdido del mundo...

—¡Vamos, padre! —Llamó Kenneth—. ¡Pásame la Quaffle!

—¡Ehhhh! ¡Eso es falta! —Se quejó Ethan, aumentando la velocidad de su escoba.

—¡Qué lástima! —Rió el Ministro.

El hombre salió hecho un bólido en su escoba, surcando el cielo y atravesando el campo de Quidditch sin ninguna complicación.

—¡No dejes que marque, Ian! —Gritó Ethan.

—¡Vamos! —Vociferó Harry desde las gradas.

—¡Sí! ¡Abuelo! —Se oyó una pequeña vocecita juguetona.

—¡Oye, se supone que tienes que animarme a mí, renacuajo! —Rió Ian.

—¡Abuelo, abuelo! —Siguió, haciendo caso omiso a su padre.

La tarde era espléndida. Tom, sus hijos gemelos y su yerno jugaban al Quidditch mientras su esposo Harry, su embarazado hijo Ludovic y su nieto Thomas Henry los animaban desde las improvisadas gradas que habían hecho en un claro cercano a la casa cerca del río.

Todos esperaban a que llegaran los tíos Fred y George, sus esposas y los hijos de estos: Jayme y Kyle —que a su vez eran los novios de Ethan y Kenneth—.

—¡Vamos, amor, tú puedes! —Gritó Vic a Ian.

Pero fue demasiado tarde, el hombre se había quedado viendo a su pareja embobado y Tom aprovechó para marcar.

—¡Sí, abuelo! —Gritó el pequeño de cuatro años.

Tom miró a su nieto con orgullo. El niño tenía el mismo color de cabello que su padre Ian: suave, liso y rubio, y también los ojos plateados, pero había heredado las facciones y el color de piel tostado de su pequeño Vic y, por ende, pequeños rasgos de su abuelo Harry.

En esos momentos, el susodicho tomó su escoba y se unió al juego.

—¡Harry! —Chilló Ian—. ¡Me vendría bien un poco de ayuda! —Rió.

—¡Lo siento Ian, pero no vengo a ayudarte! —Rió el pelinegro—. ¡Seré el árbitro!

—¡Genial, papá! —Gritaron los gemelos al mismo tiempo—. ¡Así padre dejará de hacer trampas! —Terminó Ethan.

—¡Todos contra Tom Riddle! —Soltó el Ministro en una carcajada irónica.

—¡No todos, abuelo! —Alzó sus manos el pequeño Thomas, saltando de un lado a otro mientras sonreía sin parar.

Tom sonrió, se sentía muy contento, feliz y radiante, como si estuviera en sus veinticinco. Observó a su nieto, miró a su hijo y su vientre abultado, miró a su yerno, a sus radiantes hijos gemelos..., a su esposo.

Había construido una gran familia que estaba seguro que perduraría unida más allá de la muerte.

—¿En qué piensas, mi amor? —Preguntó Harry, que se había acercado al hombre.

—En todo... —Sonrió—. En todo lo que hemos construido juntos...

Harry sonrió enternecedor y situó su escoba justo a la altura de la de su esposo, apegándose más a él.

—¿Sabe, señor Riddle? Si yo me hubiera dejado llevar de las habladurías que me contaban de ti, ahora mismo sería el hombre más desdichado del mundo... —Rió—. Pero es todo lo contrario..., soy muy feliz.

El pelinegro sonrió y acercó sus labios a los de su esposo.

—Haré que seas feliz..., siempre.

Y Harry correspondió al beso con la misma pasión con la que siempre lo hacía.

¿F I N?

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Todo comenzó en los Mundiales de Quidditch [Tomarry]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora