VII. ¡Papi es nuestro!

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2017: Mansión RiddlePotter.

Tom observó los rostros de sus hijos por unos largos minutos, sonriendo maravillado por la belleza tan natural que desprendían; Ethan y Kenneth eran más que idénticos.

Tenían los cabellos negros como los de Harry, sus facciones e incluso sus hermosos ojos verdes. Lo único que sus gemelos habían sacado de él, era el fino y suave pelo, el color de su piel y, aunque difícil de creer, su fuerte carácter.

Con dos añitos recién cumplidos, sus hijos ya corrían por toda la mansión, cantaban canciones enteras y hasta habían dejado los pañales, eran muy posesivos con su papi Harry y no había nadie que pudiera tocarlo en frente de ellos sin llevarse una regañina, salvo su hermano mayor Vic, por supuesto.

Tom extrañaba los tiempos en que sus bebés cabían en sus brazos, tiempos en los que sólo decían pequeñas palabras y se la pasaban viendo todo lo que ocurría delante de ellos sin apenas inmutarse, casi tan indiferentes como él mismo. 

Con las dos únicas personas con la que los dos niños se mostraban cariñosos y tiernos eran con su papi Harry —obviamente— y su hermanito.

Los pequeños copiaban absolutamente todo lo que él hacía. 

Si Ludovic tenía sueño, a ellos también les entraba. Si su hermano quería jugar a Quidditch, los pequeños también querían jugar —aunque no pudieran hacerlo por su corta edad—, si Vic quería ir a Hogwarts, ellos también querían irse con él.

Aunque a Vic todavía le faltaba un año para poder ir a Hogwarts, fue un momento realmente difícil el que se vivió cuando le informaron a los dos pequeñines que ellos no podían ir allí hasta que cumplieran los once años; el mar de lágrimas que corrió después de eso fue inebitable.

Les dijeron que su hermano volvería en todas las vacaciones pero nada, desde el momento en el cuál le habían contado todo, los niños se habían negado a separarse de su hermano. 

Por eso hacían de todo juntos, hasta dormían en la misma habitación.

—Papá, ¿qué midaz? —Preguntó Kenneth, bostezando y restregándose los ojitos verdes con sus puñitos cerrados.

Ethan despertó al segundo, hizo lo mismo que su hermano gemelo y luego serpenteó por la gran cama hasta llegar al lado de Ludovic, meciéndolo suavemente hasta lograr despertarlo.

—Nada —sonrió Tom a sus tres hijos— ya es hora de despertarse, hoy...

En esos momentos entró Harry en la gran habitación, interrumpiendo al mayor:

—¡¿Quiénes son los que cumplen años hoy!? —Exclamó, sonriendo y encontrándose con su familia.

—¡Nozotoz, papi! —Exclamaron Ethan y Kenneth a la vez, Ludovic sonrió y agitó sus manos.

—¡Y yo! —Gritó el mayor.

—¡Felicidades, mis tesoros! —Sonrió Harry, abrazando a los tres al mismo tiempo.

—Feliz cumpleaños, mocosos. —Rió Tom, despeinando sus cabelleras y uniéndose al abrazo.

—¡Papá! No zomoz moco..., moco...

—¿Mocosos? —Rió Vic.

—¡! ¡No zomoz ezo! —Se cruzó de brazos Ethan, seguido por su hermano gemelo.

—Ahhh no, no quiero berrinches el día de su cumpleaños —sonrió Harry, descansando las manos en sus caderas.

Seguidamente se subió en la cama y empezó a hacerles cosquillas a los dos, seguido por Vic y más tarde por Tom.

Risas infantiles llenaron el aire de mucha, mucha felicidad. 

Los dos niños huían de sus padres mientras éstos los perseguían. Vic los miraba mientras se reía y saltaba encima de la cama y, cómo no, cuando sus hermanos percibieron lo que él hacía, lo imitaron.

Horas más tarde, en medio de la mini sorpresa que los mayores le habían organizado al trío de hermanos, los pequeños príncipes de aquel castillo se divertían y jugaban con todos los juguetes que sus padres les habían regalado. 

Ludovic probaba su nuevísima Saeta de Fuego Supreme New Version obsequiada por Tom, y admiraba su nueva colección de piedras preciosas regaladas por Harry.

El matrimonio se encontraba radiante mirando cómo sus hijos se divertían con todos sus regalos; Tom abrazaba a Harry por detrás mientras se mecían lentamente.

—Soy tan feliz —suspiró el pelinegro, descansando su cabeza en el amplio pecho de Tom.

—Y yo aún más... Vosotros sois mi vida entera —indicó Tom, depositando un beso en la cabellera negra de su esposo.

Harry soltó una suave risita y se acomodó en el abrazo, girando su cabeza hasta que vio los ojos castaños del mayor.

—Te debo mucho, ¿sabes? Soy feliz gracias a ti..., a ustedes. —Tom mantuvo la mirada en los ojos verdes de Harry, sonrió y se agachó para depositar un suave beso en sus labios.

Pero esta escena no pasó desapercibida: los gemelos habían visto todo y sus caras de felicidad se fueron transformando en una de completo enfado, con sus boquitas y ojos totalmente abiertos en indignación.

—¡Papá! —Chillaron Ethan y Kenneth al mismo tiempo.

El matrimonio se sorprendió tanto que se apartó casi por instinto; Ludovic sólo sonrió.

—¡No bezez a papi! —Exclamó Kenneth, corriendo hacia ellos.

¡Papi ez nuezto! —Ethan gruñó y corrió hacia ellos también.

Harry sólo rió mientras Tom resoplaba, revirando los ojos y negando con la cabeza, tomándose el puente de la nariz y apretando ligeramente.

—Regañado por mis propios hijos..., esto es de locos —masculló.

—¿De qué te sorprendes? Tienen tu carácter —le reprochó Harry con una sonrisa, tomando a los gemelos y cargándolos.

—Jrrmm... —El Ministro gruñó, exactamente igual a como lo había hecho su pequeño hijo segundos antes.

—¿Ves? Sois tres gotas de agua —y, dicho esto, se dio la vuelta con sus hijos cargados y caminó hasta donde estaba Vic viéndolos con diversión.

Pero para Tom, un padre que muchas veces era muy mimoso con sus hijos, cariñoso y amoroso con su esposo y buen líder para con su país, no pasó desapercibido que sus dos mocosos —una vez Harry se hubo girado— le sacaron la lengua, sonrieron y besaron a su papi en la mejilla como si nada hubiera pasado.

Y sí, con una sonrisa, Tom tuvo que aceptar que sus hijos eran igualitos a él.

Todo comenzó en los Mundiales de Quidditch [Tomarry]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora