— ¿Tienes que estar aquí todos los días? ¿Acaso no tienes casa? — susurró áspero Chuuya.

Y muy al contrario de lo que creyó, Dazai no le contestó de vuelta. Simplemente lo miró fijamente con aquellos ojos intimidantes que Chuuya bien recordaba.

Debido al incómodo silencio, el pelirrojo optó por chasquear la lengua y darle la espalda al castaño para caminar hasta la cocina a planear su desayuno.

Ni siquiera fue capaz de reaccionar cuando su cuerpo fue empujado bruscamente contra una pared.

Cerró los ojos por inercia, y al abrirlos nuevamente, la sombra de Dazai cubría su cuerpo completo, siendo imposible no sentirse amenazado por el porte del otro.

— Hagamos esto, Chuuya-kun...

Su voz y expresión seria hizo que Chuuya se tensara y quisiera fundirse con la pared para tener un poco más distancia entre el cuerpo del mayor y el suyo.

— No te metas conmigo, y yo no lo haré contigo. Frente a Kouyou intentaremos dirigirnos la palabra solo si es estrictamente necesario, y cuando ella no esté mirando, haremos como que no nos conocemos. Así que si quieres jugar a provocarme, comienza a hacerte la idea de que quedarás hablando solo.

— Heh~ — Chuuya sonrió — ¿Así que pretendes mentirle a mi hermana por siempre?

Dazai afiló la mirada.

— No es mentirle. Solo es ahorrarme la información de que su querido hermano pequeño no me soporta y que a mi me parece el mocoso más odioso de este mundo.

Hubo un incómodo silencio en donde ambos se miraban fijamente, esperando a que el otro cediera en algún momento; cosa que no pasó. De hecho, Dazai, con algo de asombro a decir verdad, pudo notar perfectamente cómo los ojos del más bajo se afilaron.

— Me pareces repugnante.

Habló finalmente Chuuya.

— Felicidades, el sentimiento es mutuo, Chuuya-kun.

Cuando se escucharon unos tacones bajando las escaleras, Dazai simplemente le dio una última mirada de desprecio al menor y salió de la cocina, dejando al pelirrojo conteniendo toda su ira y sus ganas de gritarle unas cuantas cosas más.

Chuuya escuchó desde la sala de estar cómo Dazai y Kouyou intercambiaban palabras risueñas.

Kouyou le decía a Dazai que ya estaba lista para irse.

Y Dazai le decía lo linda que se veía con su maquillaje, y que Chuuya estaba esmerado en hacer su desayuno.

Kouyou rió, y desde allí se despidió de Chuuya elevando un poco su suave voz para que el pelirrojo le escuchara.

Su cabeza maquinaba más de lo que podía procesar, y cuando escuchó la puerta de la entrada cerrarse, supo que estaba solo.

Ah... genial, ahora sentía un extraño nudo en la garganta. Seguramente porque nunca nadie le había profesado su odio de tal manera hasta hacerlo sentir realmente mal e intimidado.

Terminó por soltar una risa nerviosa e irónica.

Vaya... ese hombre realmente daba miedo.



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— Chuuya-san, ¿Cómo le ha estado yendo con el novio de Kouyou-san? — preguntó el platinado.

uncontrolable • Soukoku • FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora