Abrazos que deberían ser eternos

Comenzar desde el principio
                                    

—¿Qué pasa con Calle? —preguntó algo preocupada— llevan tres días igual y estoy preocupada.

Algo normal en los Garzón es preocuparse muchos por nosotros, desde que mi mamita se fue al cielo nos quedamos solo los tres y si algo habíamos aprendido era a protegernos entre nosotros, pues después de todo cada uno ladeo un duelo a su manera, si para mí fue difícil y tal vez lo peor de mi vida creo que para Vale fue un poco más difícil pues ella seguía siguiendo una niña cuando ella se fue.

—si pulga, solo he estado con mucho en la cabeza —sonreí tranquilizándola, pues no podía hablar con ella de algo que ni siquiera yo entendía. En ese momento mi teléfono celular sonó con un mensaje de texto.

Mi fritita: Poché, habrá una reunioncita en mi casa esta noche, estarán todos deberías venir.

El mensaje tal vez más seco que había recibido de su parte, me dejo pensando en si responder o no, aunque al final lo hice.

Poché: Cuenta conmigo.


***********


POV Calle


Poché: Cuenta conmigo.

Fue lo único que dijo, solo dos palabras después de tres días, al menos había dicho que vendría y eso me había dejado demasiado nerviosa, ni siquiera se porque acepté tener una fiesta el día de hoy. Lo que parecía ser una reunión pequeña ya había crecido a casi cincuenta personas confirmadas. Ni siquiera conozco a más de 20 personas. Mi papá estaba fuera del país y Antonella estaría en casa de su madre o algo así.

Estaba perdiendo el tiempo en Instagram recargada sobre una barra en la cocina, cuando Antonella la novia de mi papá entro casi gritando por un poco de agua. Es una mujer hermosa, supuse que venía de correr o de hacer ejercicio pues estaba un poco sudada y llevaba su lacia cabellera negra atada en una coleta alta y estaba usando ropa deportiva. No pude vitar apreciar su perfectamente tonificado cuerpo y deseé poder tener ese trasero cuando tuviera su edad. No es que sea una mujer mayor creo que rondo por los treinta y algo, pero de verdad era hermosa en muchos aspectos.

—buenos días hermosa —me saludó con la alegría de siempre.

No soy una de esas hijas locas que odia a las novias de su padre, pues al ser hija de German Calle me tuve que acostumbrar a muchas novias, sin embargo, Antonella tenía algo que me agradaba y la hacía diferente a todas las que había conocido, desde el día que nos presentaron hace un par de años me aprecio una mujer con una energía demasiado linda.

—buenos días —dije

—hace mucho no veo a Poché por acá, ¿esta todo bien con ella? —preguntó mientras sacaba algunas cosas del refrigerador.

—eeeh si —evadí su pregunta

—evadiendo la pregunta —respondió mientras se preparaba para picar algo de Sandia al otro lado de la barra frente a mí, yo alce la mirada y sonríe tímidamente.

—es complicado —respondí cuestionándome a mí misma por querer contarle lo que pasó con poché

—vamos puedes contarme, seré una tumba lo prometo —

—es... complicado... yo —Antonella siempre me ha inspirado una clase de confianza diferente, definitivamente no como la que tengo con mi mamá, pero si algo muy parecido a una amiga y en este momento definitivamente necesitaba una.

Mil TormentasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora