Nunca cambiaría a Austin por nadie

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-¡No correré a tus malditos brazos o a los de ese idiota!

-¡Tal vez quiero que corras a los míos!

-¡No quiero nada contigo!-me quite su chaqueta y la lance a la silla-¡Nada!-comencé a sacarme la ropa, de todos modos, era de su hermana y yo no pensaba conservarla.

-¡¿Qué estas haciendo Kate?!

Deje la ropa sobre la silla-¡Vete a la mierda Luke!-salí de la cafetería con la mirada de todos, era buena dando espectáculos ¿no? Años de practica con un idiota como mejor amigo.

No era como si las personas de la escuela nunca me hubieran visto en ropa interior, había perdido apuestas y sido víctima de suficientes bromas como para que estuvieran acostumbrados a verme de esa manera.

Estaba molesta, Luke no había entendido en su linda cabezita rubia, que yo no quería nada serio. Era un rubio tonto.

¿Cómo coños iba a entrar en mi casa? No podía simplemente tocar el timbre y ya.

-¿Mala noche?-reí y negué.

-Siempre me encuentras en mis mejores momentos-el sarcasmo me hacia feliz y a él no le molestaba.

-Ten-me tendió su chaqueta y yo la tome, para después ponerla sobre mis hombros.

Él también tenía resaca, nadie nunca utilizaba lentes oscuros a las diez de la mañana en una mañana nublada.

-¿Te llevo a casa?-negué-¿Auto conocido?-asentí, Austin suspiro-Sube al auto, veré que puedo hacer-señaló su auto con una sonrisa y yo volví a reír.

-Eres el mejor-bese su mejilla y camine hasta el auto.

Su auto era un lugar sagrado para Austin, hasta donde yo sabía, yo era la única chica permitida en este, siempre apestaba a perfume de Austin y era su bebe. Lo cuidaba más de lo que se cuidaba a si mismo.

-¿Noche larga?-asentí, noche y madrugada, apenas había dormido-¿Gustas explicar?-me señaló con una mano-¿Huiste de su cama o algo parecido?

-No, es solo que...bueno, no entendió que no era nada serio. Espero que no te incomode mi casi desnudes-murmure divertida.

-¿Hace cuánto tiempo que no nos acostamos?-comencé a hacer cuentas mentales, la última vez había sido en el laboratorio de química, así que...

-Poco más de un mes.

-Bien-¿Ya había mencionado que Austin era un peligro al volante? Nunca respetaba las reglas e incluso, si había mucho tráfico, se subía por la banqueta, no entiendo quien le dio la licencia de conducir.

-¿Bien?-levanté una ceja divertida-Tal vez, este bien-sonreí y me quite la chaqueta de Austin y baje el vidrio-¿Cómo estuvo tu noche?-dejé que el aire de la mañana entrará.

-Bien, nunca apareciste arriba, estaba buena-¿Ya mencione que no estaba viendo por donde manejaba?

-Supongo-me aferré al cinturón-Maldita sea Austin, si me quieres follar llegando a tu apartamento, al menos primero llévame ahí con vida-murmure irritada por sus pocas habilidades tras el volante.

-Llegamos-sonrió y en un rápido movimiento comenzó a besarme, vamos, aún no me quitaba el cinturón.

Ambos bajamos de su auto y entramos a su edificio, entre besos y tropezones, reímos cuando ambos nos estrellamos contra los botones del elevador.

-Tu aún tienes toda la ropa, no es justo-murmuré comenzando a subir la camisa de Austin.

-Tarda mucho el elevador-reímos y seguimos besándonos-Oh, llegó-rió y me jaló dentro del elevador.

Las manos de Austin bajaron a mi trasero y yo reí, siempre era lo primero que hacía.

-Oh Albert, ayúdame con estas bolsas antes de que se cierre el elevador-Austin y yo nos separamos y vimos como una pareja de ancianos peleaba con los cinco escalones para llegar al elevador.

-Deberíamos cerrar las puertas-cerré la chamarra de Austin.

-No, eso es de mala educación-murmure y Austin me abrazo, solo nos había pasado esto una vez, pero yo estaba completamente vestida. Supongo que ahora nos cubríamos mutuamente.

-Gracias por esperar-la anciana sonrió amablemente y Austin ocultó su rostro en mi cuello, reí suavemente mientras dejaba pequeños y disimulados besos en mi cuello.

-Recuerdo cuando tenía esa edad, Albert, tú me llevaste al Gran Cañón-la anciana le sonrió a su, yo espero, esposo-Son adorables-me sonrió.

¿Cuánto faltaba para llegar? Maldito seas Austin y el maldito piso diez.

Le sonreí amablemente y el elevador se detuvo en el piso cuatro.

Supongo que los ancianos se bajaban aquí. Las puertas se abrieron y una familia de cuatro entró al elevador, ¿Me estaban jodiendo?

Este subía, que se subieran a uno que bajaba, al menos que fueran a la terraza.

Austin gruño y yo lo compadecí, al menos él no estaba en ropa interior, pero al menos, yo no tenía una vergonzosa erección.

-Oh Maggie que bueno verte-la mujer le sonrió a la anciana.

Lo que me faltaba, que se pusieran a conversar sobre sus vidas.

¿No querían tomar mejor el té en el elevador?

-Mira a Dan, esta tan grande.

Claro, ¿Cómo esta el perro? ¿Tú esposo sigue tomando Viagra? A la mierda malditas viejas chismosas.

Austin volvió a gruñir, ¿Tanto le dolía?

Baje mi vista a mi cuello y Austin me apretó más a él.

Oh, ahora entendía. Moví mi vista por todo el elevador y encontré a uno de los chicos de la familia de cuatro, mirándome.

Lo único que me faltaba era que el maldito elevador se detuviera, eso sería simplemente perfecto.

Los ancianos se bajaron en el piso siete, pero la familia seguía ahí, mirándonos con una sonrisa. Tres pisos más.

-¿Son nuevos?-me removí incómodamente en los brazos de Austin.

-No-mordí mi labio, dos pisos. Vamos, deberíamos tener algo de diversión.

-Mi novia y yo vivimos en el piso diez, así que si nos permiten, nos gustaría disfrutar mientras todavía hay amor-Austin sacó su cara de mi cuello y me beso, sonreí, sabía lo que estaba haciendo.

Subí mis piernas a su cadera y él me sujeto fuertemente, para después estrellarme con la pared del elevador.

Intentábamos incomodarlos, era divertido.

El elevador se detuvo y Austin salió conmigo en brazos, mire a la familia. Los padres se habían puesto pálidos, el hijo más pequeño lucía avergonzado y el otro parecía tener un “problema” con sus pantalones. Reí divertida y me despedí con la mano.

-Eso nunca se vuelve viejo-Austin me llevó hasta su apartamento.

-Eres un idiota.

-Soy tú idiota-volví a reír, porque tenía razón.

Sin duda, nunca cambiaría a Austin por nadie.

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