Capítulo 1.

223 23 4
                                    

¿Quién diría hace unos años, que estaría de camino a la gran manzana? 

Siempre soñé con viajar a Nueva York, esa gran ciudad donde todos parece que van con tanta prisa, caminar por el Rockefeller Center o leer un libro sentada en el Central Park. Pero si hubiese podido elegir, no hubiese venido nunca y menos por estos motivos.

¿Cómo podría haberme imaginado que al llegar de la universidad mis padres no estarían? La casa estaba en llamas, según los policías y los noticieros, había ocurrido con un escape de gas. Una pequeña chispa... y pum. Todo lo que más amaba en la vida, había desaparecido para siempre.

 Llevábamos viviendo en Canadá desde que a mi padre lo destinaron hace seis meses. Era el gerente de una empresa de seguridad y habían acabado de construir su sede en Toronto. Por lo que me había quedado completamente sola y sin una casa donde vivir. 

Tuve que vender los bienes que nos quedaban y buscar sin suerte un trabajo para poder seguir adelante. Lo que había conseguido no me daba para mucho, si contaba con que tenía que pagar un hostal cada noche para poder dormir. Hasta que una mañana recibí una llamada que pondría luz a toda esta oscuridad.

Una amiga de mi madre que vive en Nueva York, se puso en contacto conmigo después de todo lo ocurrido, ofreciéndome su casa mientras encontraba un trabajo estable. No me quedaban muchas más posibilidades, estaba sola y desesperada. Por lo que cogí las únicas dos cajas que me quedaban de mi antigua vida y puse rumbo a un nuevo comienzo o eso esperaba...

Barbara era una mujer bellisima, de esas personas que te contagian la energía con solo cruzar unas palabras, aunque lo de unas palabras era relativo, esa mujer hablaba hasta por los codos. Era muy conocida entre la gente de la alta sociedad y me había conseguido un empleo de asistenta en la casa de unos conocidos suyos. Empezaría dentro de tres días, el sueldo no era gran cosa, pero al menos me ofrecían una habitación de empleados donde poder alojarme y así poder ahorrar el dinero suficiente hasta encontrar mi propio lugar.

- Barbara... he visto fotografías de la familia Russel en algunos periódicos. ¿Es cierto todo lo que dicen de ellos? - intenté sacarle un poco de información antes de adentrarme a lo desconocido.

- No sé a lo que te refieres Alice, pero son tan conocidos que todas las semanas los periodistas les sacan alguna noticia que bien podría ser falsa.

 - ¿Podrías contarme un poco más de ellos?. Me da un poco de miedo empezar mañana y así los conozco un poco más.

- Eleonor y Thomas son dueños de una amplia cadena hotelera por Estados Unidos y Canadá. La señora Russel también cuenta con una ONG para las familias sin hogar, cada año organizan una cena para la beneficencia donde las personas con más recursos del país aportan su donación, y dicho sea de paso, establecen lazos para futuros negocios.

- Vaya... al menos existen más personas como tú, que ayuden a más gente como yo...

- Sí, aunque no es oro todo lo que reluce... - Soltó Barbara, con un tono de tristeza que erizaba la piel.

- ¿Por qué dices eso?

- Por nada, ya estoy mayor y he visto lo suficiente... 

- Bueno...mm... ¿Tienen hijos? No he visto nada de eso en los periódicos. 

- Lo tienen, Carter Russel, aunque es un hombre muy reservado. A él no lo verás mucho, siempre está de viaje consiguiendo nuevos socios.

- Entiendo... Bárbara no se como agradecerte por tu hospitalidad y por todo lo que has hecho por mí...

- No te preocupes mi niña, le debo mucho más a tu madre y ahora duerme, mañana será un día largo.

- Ni que lo digas, buenas noches.

Todo lo que la vida me robóWhere stories live. Discover now