Una cálida noche

Start from the beginning
                                    

Tuve media hora para arreglarme, diez minutos para comprobar las bebidas y comida, cuando el timbre empezó a sonar y llegaron mis papas junto a Elena, luego Marta y de ahí en adelante ella se encargaron de recibir a las demás personas.

Ellas se habían encargado hasta de la música, nada estridente, algo como para ambientar el sitio. Estaba conversando con un grupo de amigos en común con Marta, Alvaro, Lucy, Laura y Pablo. Me excuse para ir a la cocina por otra bebida para mí, no estaba mal y habían traído regalos, todos para mi apartamento, después de todo la idea de Marta no fue tan mala.

Me serví la bebida y salí de nuevo a la sala, para mi sorpresa me tope de frente con María, quien sonreía caminando en mi dirección, ¿Qué hacía María aquí?

—No pongas esa cara, Lacunza, pareciera que no te alegra verme—dice, sonriendo y dándome una caja.

—¿Qué? Lo siento, solo estoy sorprendida de verte aquí—dije, sintiendo mis mejillas calentarse un poco porque yo no la había invitado. —Gracias por esto—digo, sosteniendo la caja.

—Sí, tu hermana me invitó, no te preocupes—dice riendo y creo que su risa es por algo que no sé. Un grito a mi espalda y unas manos en mis hombros me hacen girar sobresaltada, por poco suelto la caja que me dio María pero no lo hago, sin embargo mi bebida, parte del contenido de la copa ha ido a parar al suelo.

—Lo siento—me quedó perpleja y algo atolondrada con la enorme sonrisa que tiene Alba Reche frente a mí. —Bu—dice, con esos típicos gestos de niña. Aún no he dicho nada, sigo muda viéndola. —¿Te asuste?—pregunta.

—¿Qué haces?—pregunté.

—Asustarte—ella tiene aún esa gran sonrisa.

—Idiota—susurré, dándole una verdadera sonrisa por fin. Ella simplemente se acercó y me abrazó, arrugué mi nariz en contacto con su cabello pero inhale un poco de su olor, sintiendo algo dentro de mi acomodarse. —Pensé que no ibas a venir, pensé que estabas aun en Elche—dije cuando se separó.

—Bueno, era una sorpresa—dijo. —Ven, suelta el regalo de María, mis regalos son más geniales—ella tomó la caja de María y la dejo encima de una de las mesas de la sala, entonces sujeto mi mano libre y me arrastro hacía la cocina.

—¿Por qué en la cocina?—pregunté frunciendo el ceño, mirando hacia atrás al darme cuenta que me había olvidado de todos. Solo estábamos ella y yo ahí aunque lo que nos separaba era un pasillo insignificante.

—Porque cuando llegue me dijeron que estabas aquí, entonces te vi hablando con María y tuve la genial idea de asustarte, Nat—dijo, le respondí con una sonrisa, ella era demasiado adorables y justamente ahora estaba sonriendo como si su idea realmente fue la mejor del mundo, eso, conjugado con la camisa rosa de manga larga que traía y el moño en su cabeza, la hacía demasiado adorable a mis ojos como una pequeña niña, sin embargo cuando me fije en su corta falda, en sus torneadas piernas y los zapatos que traía, bueno, era adorable pero no una niña.

—Bien...—sonreí.

—Te traje dos regalos, ya sabes, porque había uno que dije, Alba debes darle esto a Nat—dijo haciéndome reír.

—Vamos, Albi, unos días con tus papas, unas semanas lejos de mí y los avances que hemos hecho en tu idiotez retroceden—digo.

—¿Albi uh?—dijo.

—Bueno, cada vez que hablábamos por teléfono y yo pensaba en que iba a escribir, mi mente me jugaba bromas por estar llamándote Alba en mis pensamientos, así que lo mejoramos, Albi—expliqué.

—Me gusta—dijo, mirándome.

—Si no te gustaba, no iba a importarme, ya lo sabes—me apoye en la encimera.

Mi pequeña diva-AlbaliaWhere stories live. Discover now