Capítulo. 2. Verdadera historia.

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Cuando papá  dijo eso sentí que mi mundo se desplomaba. Todo lo que más quería, lo más cercano a mi, comenzaba por mi familia, y ellos no era nada mío.

-¡¿Por qué no me lo dijeron antes?!

-¿Cómo decirtelo? Eres una niña...

Si, quizás  soy una niña, tengo 14 años. Pero eso no satisface mi dolor.

-No seré mayor de edad. Pero tengo derecho a saber...saber...- Me es díficil decirlo. No lo logra. Las palabras quedan presas en mi boca.

Quiero mucho a mi familia. Mis padres, mis hermanas. Me duele tanto que ya no lo sean, que nunca lo hayan sido. Es como si todo mi pasado fuera destruido de un día para otro. 

-Hija....

-¡No soy tu hija! ¿Por qué nunca me lo dijeron!? O peor...¡¿pensaban decirmelo?!

No respondieron. Hubo un silencio. Quería gritar, llorar, desaparece. Uno de mis ojos ardía levemente, quizás por el llanto acumulado. Mamá se levantó y se acercó a donde yo estaba.

-No eres nuestra hija de sangre, pero te criamos. Eso vale tanto como si hubieras nacido de nosostros. Tú eres nuestra hija.

Ella me abrazó con mucha fuerza y lloramos juntas. Papá se unió a nosotras. Así estuvimos un rato, quizás una hora. Eso me dio seguridad. Ellos me habían criado. Si. Me habían dado su apellido. Me nombraron. Nunca me hicieron diferente a sus hijas biológicas. Me amaron como si fuera una de ellas. Soy su hija.

-Yo los quiero mucho. Pero necesito saber quien es mi familia real. Ellos, ¿no me quisieron?

Nos apartamos, y papá empezó a contar mi historia.

Flashback

Todo sucedió en una de las noches de Tokyo. Mientras en una zona de la ciudad se mantenía la algarabía propia de la ciudad, en otra solo se escuchaba silencio, y eso solo presagiaba gritos y sangre.

-Te dije que era la otra calle.- Dijo un hombre relativamente joven cargando varias maletas.

Él iba acompañado por una mujer joven de descendencia japonesa.

-Debimos decirle a tus padres que llamaran un taxi. Mira que cantidad de maletas y...

-¡Silencio!- Le gritó la mujer cansada de que su esposo llevara media hora reprochandole por no tomar un taxi. Por lo que se viró a reprocharle a el también.

-¡Me perdí! ¡¿Ok?! ¡Hace mucho que no visito Tokyo! ¡También me duelen los pies! ¡Y estoy cansada! ¡Sé el peligro que corremos! ¡Quiero estar con la niña, hace meses que no la veo! Y todo por ese tonto proyecto de....

Se calló al escuchar un murmullo. Ambos se quedaron congelados, pensando en lo peor. Un ghoul. Los mataria. Se dieron la vuelta lentamente. El ver sangre solo sirvio para paralizarlos más. Entonces escucharon un bebé llorar.

Ambos parpadearon saliendo de su sorpresa. Se acercaron y vieron a una mujer de cabello castaño claro y ligeramente ondulado. Vestía una bata de hospital. Sus ojos. Ellos decian quien era. Era porque estaba muerta.

-Ella... es una ghoul...

Confirmó el hombre. La mujer muerta estaba llena de sangre. Se veia golpeada y maltratada, era imposible no sentir empatia por ella, más al ver como, aun muerta, se aferraba a la bebe en sus brazos.

-Himiko...¿Qué haces?

Volvió a hablar el hombre al ver como su esposa tomaba la bebe en brazos y la mecia para que dejara de llorar.

- ¿En serio nos la quedaremos?- Preguntó al ver que su esposa seguía ignorandolo y caminaba nuevamente buscando la salida.

-Ella esta sola. No sobrevivirá sino la cuidamos.

- Pero ¿no tendrá familia? ¿Viste su ojo derecho? Y que haremos para sacarla de aquí? No tenemos documentos de ella, ni nada.

La mujer lo miro molesta. Entendio lo que su esposo queria decir. Pero no desistiria.

- No la dejaré. ¡Es mi última palabra!

Después de unos minutos de caminata encontraron la salida del callejon. La mujer acurruco bien a la bebita con una manta. Tomaron un taxi y llegaron justo para el despegue.

-No lo tomes a mal pequeña. Pero podía ser un riesgo.- Hablaba el hombre con la bebita en brazos sentado en el avion esperando a que su esposa terminara de acomodar algunas malestas.-Te da gracia.- Le dice al ver como la niña reía abiertamente...-Al parecer pronto seras una Castillo...

-Abigail Castillo. ¿Qué te parece?- Pregunto Himiko acercandose, mientras la pequeña no paraba de reir.

-Pensé que te gustaria un nombre japonés.

-Mmm. Abigail significa fuente de alegría. Estoy segura que sera una chica muy alegre y seguro dará mucha alegría.

La pareja sabía que podía haber consecuencias al criar a la pequeña Abi. La niña creció como una humana normal hasta que supo su verdadera historia.

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