—¿Qué? ¿Una chica? Todo porque pensaste que estaba con otra chica —sonrió de pronto— entonces fuiste por estar celosa

De pronto el ego de Santiago subió a las nubes y si eso me ayudaba a que se fuera no lo iba a bajar.

—no estoy con nadie Dani —dijo tomando mi cara entre sus manos— no lo vuelvas a pesar ¿de acuerdo?

—de acuerdo, ahora tengo que entrar tengo frio —dije liberándome de él.

—bien, ve a dentro mañana vendré, tenemos exámenes que revisar y cosa que platicar —aseguró antes de dejar un beso corto en mis labios.

No me negué solo porque mi mente estaba a mil revoluciones por segundo, pero no gracias a Santiago.

—y Dani —habló el chico justo antes de que yo entrara haciéndome girar al sujetarme del brazo.

—¿sí? —

—lo de mi hermana, te agradecería no le comentaras a nadie —dijo casi en tono de suplica

—de acuerdo —accedí

Tan pronto me liberó entre a la casa cerrando la puerta de tras de mí, el vestíbulo estaba completamente iluminado y la enorme casa estaba completamente en silencio.

Supuse que era tarde ya, pero no quería subir a mi habitación. Recordé que mi abuela se había sentido mal y quise ir a ver como se encontraba ella, solo para despejar mi mente pues es obvio que no encontraría respuestas esa noche.

El silencio de todo el lugar me permitió escuchar fácilmente lo que ocurría en la habitación de mi abuela. Al caminar por el pasillo solo escuchar ese sonido se me erizo la piel. No supe distinguir que es lo que era o mejor dicho quien, solo distinguí lo que para mí sonaban como susurros provenientes de la habitación de mi abuela.

Pensé en ella, en la chica que acababa de descubrir no sabía nada, no sé porque, pero si ella acostumbraba a entrar a mi casa a hurtadillas cabía la posibilidad de que estuviera con mi abuela, lentamente abrí la puerta topándome con la sorpresa de que el cuarto estaba vacío a excepción de mi abuela que estaba profundamente dormida.

Observé de arriba abajo la habitación pues estaba completamente segura de lo que había escuchado, un escalofrió recorrido mi columna vertebral y decidí que no quería dormir sola. Sin cambiar mi ropa que aún estaba mojada solo me metí a la cama de mi abuela abrazándola y acurrucándome junto a ella.

Me convencí a mí misma que esa chica estaba jugando conmigo que solo era una broma pues era la opción más lógica ya que hacer caso a los pensamientos en mi cabeza era simplemente una locura, no podía ser real no quería creer que fuera siquiera posible.


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La he buscado por cada rincón de mi propiedad, de día y de noche durante los últimos tres días sin éxito, ella simplemente no aprecia. Supuse que ella se había enterado de que describí su broma o su juego que en mi mente eso era lo que estaba pasando, una estúpida broma.

Aun así, mi corazón dolía, me costó demasiado poder aceptar que ella me gustaba y depsues de tanto tiempo que pasamos juntas, de sus detalles y de todo lo que era resultó ser una estúpida broma o al menos eso es lo que yo esperaba pues no encontraba otra explicación.

—estas muy callada —dijo mi padre desde el volante mientras conducía rumbo a Bogotá, iba a encontrarme con Ana y Mariana y recogeríamos algunos rollos fotográficos que había mandado a revelar un par de días atrás.

Mil TormentasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora