CAPÍTULO 4

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No tengo idea de donde estoy.

Me acabo de despertar recostada sobre una manta que se encuentra en el piso.

Tengo frio, mucho frio.

Uso la manta sobre la que estaba recostada para protegerme del frio, me hago una bolita en el suelo y me arropo con ella.

Tengo miedo.

Y esta vez mi padre no está para protegerme.

Escucho ruido del otro lado de la puerta metálica por lo que rápidamente me vuelvo a recostar en el piso y finjo estar dormida.

Sino me muevo van a pensar que sigo dormida.

Nadie entra.

Observo la habitación en donde me encuentro, no hay ni una ventana.

Tampoco se cuánto tiempo pase inconsciente. Pudo haber sido minutos, horas o días.

La habitación es pequeña, no hay mucho espacio como para caminar.

La única luz que recibo viene de un foco que se apaga y se prende a cada rato.

El estómago me ruge, dejando en evidencia mi hambre. Lo que daría por comer una gran ración de papas fritas con kétchup.

Se vuelven a escuchar ruidos al otro lado de la puerta. Pero esta vez si abren la puerta.

Desde mi posición logro ver las botas de esta persona. Ingresa al pequeño cuarto. Se que me observa desde arriba. Probablemente sabe que estoy despierta. Trato de visualizarlo mas fingiendo estar dormida. Mis ojos están entrecerrados, veo muy poco. Pero veo.

Esta persona se queda quieta. Solo me mira.

Mi estomago suena.

— Ya se que te despertaste hace un rato. Tu respiración y tu estomago te dejaron en evidencia. Puedes dejar de fingir. —habla un inglés con acento extranjero, me siento bendecida de saber este idioma y entenderlo perfectamente.

Hago lo que dice rápidamente. Lo ideal sería no oponerme a nadie. Así como me enseñaron.

— Lo siento—me disculpo tratando de evitar problemas.

— ¿Tienes hambre? —pregunta mientras no deja de observarme.

— Si—digo tímida —no como nada desde que estoy aquí.

— Bien. Si obedeces y te portas bien te traeré comida. Pero por ahora solo te daré algo de tomar —Saca de su bolsillo una pequeña botella de agua. La abre por mí y me lo entrega, no sabía lo sedienta que estaba hasta que probe un sorbo de agua. Me acabe la botella de agua en unos pocos segundos.

— Muchas gracias, usted es muy amable.
Digo tratando de que pronto me traiga algo de comer.
—quítate la ropa— me ordena.

Yo no creo que deba hacerlo. No se si eso es algo adecuado, nadie más aparte de mi niñera me ha visto sin ropa.

—No puedo—digo tratando de que no se enoje. Fue una orden, y mi madre siempre me dijo que haga caso a las ordenes que se me impongan.

—Tranquila que no es para nada malo. Solo que tu ropa esta llena de tu propia orina. Y apestas. — yo no huelo nada. Pero tal vez sea porque debo estar acostumbrada a este olor.

—Está bien.

Me quito primero la remera del pijama. Mirando al piso con pudor.

Me quito el short junto con mi ropa interior. Quedándome solo con mis zapatillas.

Le entrego mi ropa en sus manos con la cara roja por la vergüenza. No puedo creer que me haya orinado encima.

Pase de ser difamada por Arseni a que ahora si sea verdad. Soy una meona.

Se retira sin decir nada más.

Me cubro con la manta. Esperando pronto tener ropa limpia cubriéndome el cuerpo y poder comer algo. Pero lo que más quiero en esta vida es estar con mi papá.
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La persona vuelve a las horas trayéndome consigo una remera grande que cubre todo mi cuerpo. Se vuelve a ir diciéndome que más tarde me traerá comida.

Espero ansiosa. Quiero saber que voy a comer, no soy fanática de la cebolla así que espero que no sea un platillo que contenga esa verdura del mal.
Tal vez me traen pasta con mucho queso rallado.

Ya lo siento en mi paladar.

Las horas transcurren, pero nadie me trajo nada de comida.

Mi estomago duele, el hambre me esta torturando.

De repente el único foco que había en la pequeña habitación se apaga, dejándome en completa oscuridad, escucho pasos detrás de la puerta.

No se tardan en abrir la puerta, no puedo ver nada, solo se escucha cuando cierran la puerta sin decir una sola palabra.

No se si moverme o esperar a que alguien me diga que sucede.
Se prende la luz.

En el suelo se encuentra un plato de comida y un balde.

La comida que me trajeron es un tipo de pure con salchichas. Hay una botella de agua dentro del balde.

No lo pienso y doy el primer bocado, dentro del plato había una cuchara para que yo pudiera comer.

Muerdo la salchicha, nunca había extrañado tanto comer algo. Esta delicioso.

Pruebo el puré y no me tomo el tiempo de saborearlo tanto, solo trato desesperadamente de llenar mi estómago. 

Cuando termino de comer realmente me siento saciada, escondía un hambre terrible.

Revise si había algo más dentro del balde aparte de la botella de agua, pero no había nada más.

Traté de abrir la botella, pero no podía, lo estuve intentando por mucho tiempo, pero no tengo la fuerza necesaria para abrirla.

Me dieron ganas de llorar. Tengo mucha sed.

Lo intente hasta con mis dientes.

Derrotada, me acuesto en el piso esperando.

No se que espero, pero es lo único que puedo hacer.

Estoy raptada.

Supongo que le están pidiendo dinero a mi padre para que yo vuelva. Se que el lo pagaría.

Supongo que en unos días me liberaran y podre estar de nuevo en casa.

Lo primero que voy a hacer cuando llegue es comer papas fritas con kétchup y pasta con muuuucho queso. Como me lo merezco. También voy a tomar un baño en la tina.

Voy a pasear con mi caballo y con el perrito que me prometió mi padrino Arman.

Voy a comer mucho helado de chocolate.

Voy a abrazar a mi papá.

Voy a estar en casa.

Voy a agradecer a Dios por la vida que me brindará junto a mi familia.

Me duermo pensando en mi futuro fuera de este lugar.

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