—Sí, supongo.

Puede ser excelente y todo lo que digan, porque desde que lo nombraron, no he dejado de escuchar cosas buenas sobre él. Pero yo solo pienso que estoy en sus manos, que mi posibilidad de volver a ver está en su trabajo, y eso me llena de nervios.

—¿Hunter Orwell? —me llama una voz masculina, una voz gruesa con tonos de seriedad.

Mi madre me ayuda a ponerme de pie, y me guía hacia él.

—¿Quieres que entre contigo, hijo?

Niego con la cabeza.

—Preferiría que no.

—De acuerdo, aquí te espero.

—Bien.

Mi brazo ahora pasa al del médico que sigue siendo un total desconocido para mí. Dejo que me guíe hasta su consultorio, y luego me indica dónde sentarme. Es el primero en este hospital que no me ayuda a hacerlo, sino que me guía, y eso no me desagrada en absoluto.

—Me presento, soy Michael Ezkarra —dicha su presentación, me coge la mano y nos damos un breve apretón.

—He escuchado mucho sobre usted.

—Una cosa es hacerlo por ese lado, y otra totalmente diferente es conocerme por tu cuenta, ¿cierto? —asiento—. He leído tu historial médico, lamento mucho lo del accidente. Pero al parecer, tu nervio óptico no se vio afectado, eso es bueno. Ahora, has tardado mucho en saberlo, ¿por qué?

—Me negaba al estudio.

—¿Miedo?

—Puede ser, sí.

—Tarde o temprano las noticias llegan, aunque no queramos saber —vuelvo a asentir—. ¿Sabes cómo funciona la operación?

—Me interesa la medicina, demasiado de hecho. Y he leído sobre ella en algún momento.

—¿Te interesa demasiado?

—Era estudiante de Medicina —frunzo el ceño—. Igual, con todo respeto, no sé qué hacemos hablando de esto si no es lo que en verdad importa.

—Claro que importa, nos estamos conociendo, Hunter —suspira—. De acuerdo, ¿le temes a la operación?

—¿Quién no le teme a una operación? Por supuesto, mentiría si dijera que no.

Y Ezkarra comienza a hablar sobre los pasos a seguir. Muchos de ellos ya los conocía porque los leí, otros no.

Estoy conociendo por mi cuenta todo lo que vine escuchando sobre él y, al parecer, cada cosa que escuché es cierta. Es dedicado, y se nota que ama su trabajo.

Me agrada encontrarme con este tipo de personas, porque en verdad notas cuánto aman su profesión que, a fin de cuentas, es una pasión para ellos.

No solo se está mostrando amable conmigo, sino que hasta bromea y varias cosas de las que comenta desde ese lado, me hacen reír. La verdad, es una muy buena manera de romper el hielo.

De todas maneras, pese a que de buena manera me está tranquilizando, no dejo de pensar en ese día. No puedo dejar de pensar en la operación y en todo lo que sigue después. Bueno, en todo lo que sigue desde ahora cuando cruce la puerta.

—Ya podemos acordar el día de la operación.

—¿Qué? ¿Tan rápido? No, no puede ser, ¿y el dinero? ¿Ya recibió todo?

—Para algunas cosas es mejor no esperar demasiado. Y en cuanto al dinero no te preocupes, ya he hablado con tus padres al respecto.

—Vaya..., recién me entero.

A través de ti (En físico y en Ebook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora