Debió haberse visto como un psicópata. Al menos eso le decía la cara de Eijiro.

—¿No estás con Bakugo? —preguntó en cambio. Kirishima cambió su expresión a una de resignación.

—Bakugo está enojado por no haber quedado en primer lugar; anda un poco explosivo ahora. Pero ese no es el tema —insistió—. No busques pelea con Midoriya. No te está haciendo nada, y las cámaras llegarán pronto.

Todos los martes después de la transmisión del programa, los participantes debían dirigirse al área de ensayo —una habitación de práctica normal, con una barra paralela al piso y espejos en las paredes— para entregarles el tema que utilizarían en el baile de la siguiente semana. Por supuesto, tanto el comunicado como las prácticas de los bailarines eran grabadas.

Al inicio, Shouto se sentía incómodo de ver tantas cámaras y focos a su alrededor —necesitaba tomarse su tiempo y espacio personal para pensar en una coreografía, y no podía hacerlo con tantas personas grabando cada uno de sus movimientos—, pero no tardó en acostumbrarse cuando comprendió la dinámica del programa. Seguía llevando a cabo el proceso creativo de su danza en la privacidad de su apartamento, pero, debido a lo estipulado en su contrato, debía asistir al área de ensayo de todas maneras.

Por alguna razón, los espectadores disfrutaban viendo los momentos privados de la gente que aparecía en televisión, incluso si se trataba de meros aspirantes a bailarines profesionales. Todoroki no los entendía en absoluto.

—No estoy buscando pelea —dijo en voz baja.

Kirishima lo apuntó con el índice.

—Más te vale, hombre. Midoriya te admira mucho: ya que no ves sus actuaciones, lo mínimo que le debes es un poco de respeto.

Algo hizo clic en el cerebro de Shouto. Y si antes se sintió abochornado por ser atrapado observando a Izuku Midoriya, ahora se sentía aún peor.

—¿Midoriya ve mis presentaciones?

—No solo las tuyas. Nos observa a todos, y siempre nos halaga y nos da ánimos.

Y Todoroki no veía a nadie. Tal vez hubiese visto a Momo Yaoyorozu y a Katsuki Bakugo un par de veces, pero fue solo cuando alguno de los dos quedó por sobre él en la tabla de posiciones y su presentación vino después que la suya —el orden de llamada era desde el último al primer lugar; una medida horrorosa, si le preguntaban—.

¿Era esa la razón detrás del apoyo colectivo a Izuku Midoriya? Porque todo cobraba sentido si lo pensaba de esa manera. A la gente común solía llamarle más la atención una personalidad carismática que la calidad del baile, y, aunque la diferencia de nivel en el aspecto técnico también influyera en la opinión pública, no dejaba de parecerle un poco injusto que siguieran prefiriéndolo de todas maneras.

Pero ¿qué tanto de ese carisma traspasaba la pantalla? Al fin y al cabo, todo lo que veían de él eran sus coreografías y la pequeña introducción grabada —con una explicación de sus avances semanales y escenas cortas de él practicando en el área de ensayo— que se emitía antes de cada presentación. No era un material demasiado extenso como para que los espectadores se hubiesen hecho una idea clara de su personalidad.

Shouto llevaba años perfeccionándose. Incluso le había asegurado al maldito Enji Todoroki que llegaría a lo más alto sin la ayuda de nadie. Ganar ese programa de talentos solo era el primer paso para comenzar a ser reconocido por sus propios méritos.

—Ah, pero su baile... —continuó Kirishima, de repente con aire pensativo—. Es algo digno de ver. Deberías tomarte el tiempo y observarlo la próxima...

TodoDeku week 2019 (BNHA)Where stories live. Discover now