➳ 06: Insolencia. ➳

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Como respuesta a su orden, los guardias comenzaron a caminar fuera de la alcoba del príncipe. Skyler y Niall se sumieron a ellos en un intento de escapar también del fuego del rey.

—No, ustedes no. —dijo señalando a los primos reales. Ellos tuvieron que volver con la cara al suelo. —Siéntense, los tres, ahora.

Niall fue el primero en obedecer, sentándose a la derecha de Gemma con premura. Skyler le siguió, sentándose en un sillón de una sola plaza. Harry fue el último en tomar asiento en el reposabrazos del asiento de su prima. Acatando a medias la orden de su padre. Daeron suspiró.

Miró por la ventana al cielo oscuro que pintaba la noche ante él.

—No voy a preguntar donde estuvieron todo el día, tengo la sospecha de que la respuesta no va a gustarme en absoluto —, soltó de repente. Luego volteó a ver a sus hijos y sobrinos. —Pero desde ahora, en este preciso segundo, hasta que yo lo diga, estará estrictamente prohibido montar sus dragones.

Los más jóvenes saltaron en sus lugares con indignación, comenzando a exigir que se quebrantara esa orden, que no era justo, protestando en contra de las palabras del rey.

Silencio. —soltó Kargem con esa voz de profundo terror que hacía bajar la cabeza a todos. Menos a Harry. Quién miraba a su padre con mucho enojo. Al rey no pudo importarle menos los caprichos de su hijo. — Y, en lo que respecta a los príncipes de Gélida, —suspiró. —Van a hacer todo lo que ellos quieran hacer. —decretó, caminado por toda la habitación mientras jugueteaba con los anillos en sus manos. —Si quieren salir, salen con ellos. Si quieren comer, comen con ellos. Si quieren bailar, bailan con ellos.

— ¿Y si quieren montar los dragones? —Preguntó Skyler. Gemma la miró escandalizada. Como la princesa que era, ella había sido criada para quedarse callada cuando padre hablaba. Cuando Kargem hablaba. Skyler no conocía el miedo. Era dura, fría, pedante e insolente. Pero era una excelente guerrera. Y tenía sangre Akgon pura en sus venas. A veces Gemma le tenía miedo.

Daeron la miró con los párpados caídos.

—Si así lo quieren los príncipes, los dejas montar tu dragón. Cuando acaben, le dire a Vistione que puede cenarselo. —dijo inmune a la insolencia de su sobrina. —Pero si los veo, a ustedes, cerca de uno de ellos, los echo del palacio.

Todos se miraron entre sí a excepción de la reina. Que había encontrado fascinación en una pintura que yacía colgada en la habitación de su hijo. Sabían que Daeron ya había echado a miembros de la corte anteriormente y que sus amenazas nunca iban en broma.

— ¿Ha quedado claro, lo que he dicho? —dijo entonces, mirando a todos con sus ojos verdes y el ceño fruncido de un hacia temblar a todos.

Dake, Kargem. [Si, Rey.] —respondieron los jóvenes al unísono; claro, a excepción de Harry.

—Yo ni siquiera sé que están haciendo esos norteños aquí. —dijo el príncipe.

Daeron lo fulminó con la mirada.

—Los hemos invitado, hermano. Vienen a formar una alianza. —le dijo Gemma exasperada, como si fuera lo más sencillo del mundo, como si Harry no pudiera entenderlo él solo.

—Nosotros no necesitamos alianzas con ningún reino —. Exclamó.

—Este es un imperio, Harry. Así se maneja uno. No provocando guerras, sino erradicándolas. —le contestó su hermana mayor. Harry bufó con sorna.

Dragonscale [l.s]Where stories live. Discover now