—¿No es la primera vez que pasa? —pregunto Cinco molesto, Klaus abrió sus ojos sorprendido

—Ouh... ¿Ella no te lo había dicho?

—No, imbécil —el de apariencia mayor soltó un silbido tratando de desviar la atención, nuevamente el pequeño miro mal al notar como el ruido provocaba que la pequeña castaña se removiera.

Parecía buscar algo, hasta que soltó un suspiro cansado y murmuro adormilada.

—Estupido Cinco —Klaus tuvo que reprimir una carcajada —Viene en la madrugada y se va, es un terrible hijo de... —la mirada fija de sus hermanos la hizo callar, su rostro se sonrojo fuertemente —¿Hola?

—Buenos días, Cherry —Klaus fue el primero en saludar, la ojiazul frunció el ceño, aún tenía el rostro sonrojado de la vergüenza pero la presencia de todos ahí, mientras dormía, la mantenía confundida.

—¿Qué... Hacen aquí? —ellos se miraron entre sí, sin saber muy bien que debían decir, si ella no se había visto a si misma aún.

—Solo queríamos... —Vanya dudo de sus propias palabras, mirando a sus hermanos aunque estos parecían evitar la mirada de ambas castañas —Desearte buenos días.

—¿Ah?

—Eres una niña —fue Diego quien lo dijo, la sinceridad de sus palabras la golpearon, sorprendiendo a todos en la habitación.

—¿Una... Una niña? —pensarlo la puso nerviosa, por lo que ligeras risas escaparon, tratando de procesarlo. Miro sus manos, no veía mucha diferencia, quizá se debía a qué aún no se acostumbraba a su cambio desde los veintinueve a los dieciocho.

Se levantó, sus pantalones casi caían por lo que los sujeto de golpe y salió de la habitación directo al baño.

Abrió la puerta de golpe, encontrando al espejo frente a ella y en el, su reflejo.

—Esto es pura mier-

—¿LLEVARME DE UN LUGAR a otro sin que esté consciente de que son, podría contar como una especie de secuestro? —pregunto bajando del auto, el castaño río al escucharla

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—¿LLEVARME DE UN LUGAR a otro sin que esté consciente de que son, podría contar como una especie de secuestro? —pregunto bajando del auto, el castaño río al escucharla

—No te estoy privando de tu libertad, así que no creo que sea lo mismo —respondio el, la ojiazul lo miro mal, desde que despertó había estado considerablemente irritable, asumía que un cambio tan repentino como el haber rejuvenecido tan bruscamente causaba que sus emociones estuvieran tan expuestas.

Tal vez con Cinco había sucedido lo mismo.

Habían salido, después de que la castaña desayunara siendo obligada por Cinco, y eso solo la había irritado aún más.

Era extraño, se sentía incómoda y hasta cierta forma la confundía. Su vida entera, todos sus recuerdos, sus sentimientos jamás habían estado tan expuesto como ahora, y eso no era para nada bueno.

—Bienvenidos a Meritech, ¿En qué puedo ayudarlos? —un hombre con bata de médico y cabello oscuro se acercó hasta ellos.

—Si... Verá, queremos saber a quien le pertenece esto —Cinco fue directo, sacando un ojo de cristal de su bolsillo. Cherry vio aquello, pero no entendía para nada, así que prefería alejarse de los problemas.

Camino un poco por la fábrica, observando el lugar en busca de algo de tranquilidad, aunque eso se fue a la basura cuando noto como Cinco sujetaba al hombre por el cuello de su ropa.

—¡Por Dios, Cinco! —se acercó con rapidez, separando al uniformado de aquel hombre —¿Qué demonios crees que haces? —reclamo

—Este imbécil no está ayudando —se excuso, Cherry soltó un suspiro cansado.

—¿Si? Pues dudo mucho que nuestro amigo quiera ayudarnos si lo tratas así —Cinco bufo, siendo ignorado por la ojiazul que giro a mirar al hombre, sonriendo con inocencia —Disculpe, pero mi... —miro al ojiverde, sacudiendo su cabeza segundos después —Bueno, nosotros solo queremos saber quien es el dueño de esa prótesis, queremos devolverla —lo miro con sus ojos brillantes, deseando que si su cuerpo había regresado a su físico de su adolescencia, entonces su encanto también lo haría.

Porque si, Cherry sabía que era muy sencillo  manipular a las personas cuando tenías una sonrisa bonita.

—Eso es muy dulce de tu parte —hablo eternecido, la sonrisa de la ojiazul aumento —Pero lamento que no puedo hacerlo, no si el dueño no me da la autorización —y tan rápido como apareció, su sonrisa se fue.

—Bueno, si es un imbécil —murmuro arrugando la nariz con desagrado, el hombre la vio ofendido y ella se alejo para ccolocarse a un lado del uniformado.

—Sin un nombre no puede pedir la autorización —le dijo Cinco con obviedad, observandolo con la mandíbula apretada.

—Deberías hacerle caso a tu novia, niño.

—No somos novios —se apresuró a contradecir la ojiazul.

—¡Cherry! —reprocho el castaño, mirando nuevamente al hombre de bata —Y tu, escúchame bien. He sufrido cosas horribles que tú pequeña y frágil mente no comprendería, así que solo dame el maldito nombre —se acercó hasta el nuevamente, apresurandose a sujetarlo de nuevo.

—Llama a seguridad —ordeno este a su secretaria

—Vamos, Cinco, perdemos tiempo —la pequeña tomo a Cinco del antebrazo, jalando de el para que soltara al de aspecto mayor y pudiera sacarlos del lugar, Cinco maldecía por lo bajo, caminando detrás de ella.

Cuando ambos se encontraron en la acera, Cinco acomodó su corbata, frustrado.

—¿Qué se supone que haremos ahora? —pregunto, la castaña hizo una mueca, suponía que si Cinco quería el hombre, algo se le ocurriría para detener el aparente apocalipsis y sus opciones ahora mismo se reducían muchísimo si no querían tener que dar explicaciones por doquier.

—Tengo una idea, pero tenemos que volver a la academia.

¹ 𝗖𝗢𝗙𝗙𝗘𝗘 | cinco hargreeves (reescribiendo)Where stories live. Discover now