My Dignity has died for you (#1.5 Odio a los chicos)

Capítulo 20

—¿Un novio?.—Escucho desde la puerta, me giro y bajo el teléfono de mis manos y me siento correctamente en mi cama.

Corrección, la cama de Abril.

—¿Puedo pasar?

—Es tu habitación.

Abril ingresa a la habitación y se sienta a mi lado.

—No, ya no lo es, ahora es la tuya.—Suspira y pasa la mirada por la habitación.—Esta habitación me trae viejos recuerdos y mira eso..—Señala debajo del escritorio.—Rabito se dormía bajo mis pies mientras hacia mi tarea.

—Rabito...

—No he tenido otro perro después de él.. Aunque no es el momento de llorar.

Sonrio despacio.

—¿Estas cómoda con que me mantenga aun aquí?

—Lo dije, es tu habitación, Evanna.

—Gracias.

Mi teléfono suena y lo cojo, peor es solo un mensaje de Hailee.

—Entonces... ¿Novio?

No respondo y Abril sonríe.

—Digamos que sí.

—No, el.. —Aprieto los labios.—Estamos conociéndonos, es todo.. y no creo que sea el chico que le gusta llamar a novia alguien.

—Sawyer era igual.

Mis ojos se abren.

—Si.—Ríe.—Era un horrible mujeriego y yo era la chica estudiosa, éramos un cliché que si funciono.

—Vaya..

—Lo sé, debo admitir que lo odiaba mucho y no nos conocimos en las mejores circunstancias, arruine su coche, aunque fue su culpa.

—¿Cómo fue su culpa?.

—El me arrollo.

Oh dios..

—Y no dejo de aparecer en mi vida desde entonces.—Suspira.—No puedo creer que este apunto casarme con Sawyer Tanner.

—¿Tan sorprendente es?

—Lo es, de aquí a unos años atrás ni lo hubiera imaginado y me hubiera reído si mi yo del futuro venía a advertirme de que me iba a casar con él.

¿Su qué?

Abril siempre ha sido así de rara, supongo que ese especial de nosotros, nunca se nos va.

—¿Y qué hay de ti?

Alzo mis cejas.

—Háblame del chico con el que estas.

—Él es... —Trago saliva.—Muy especial..

—¿Y cómo se llama?.—Pregunta curiosa.

—Math..

—Gatita..

Sawyer aparece en la puerta y Abril se vuelve hacia él.

—¿Estas segura que puedo dormir contigo esta noche?

Abril frunce el ceño.—Ya hablamos de eso, amor.

—Sí, pero tu padre no luce muy contento.

—Así es papá... le costó aceptar que ya no odio a los hombres y ahora le cuesta saber que me casare con uno.