Capítulo 9: Amigas

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Cuando Petyr abre los ojos, se percata de que está solo en el sofá. Siente un ligero dolor de cabeza, pero la resaca no le afecta demasiado. Está acostumbrado a beber, después de todo. Se levanta y ve que la puerta de la habitación de invitados está entreabierta. Con una rápida ojeada comprueba que Alessia está tirada sobre la cama, totalmente dormida. Supone entonces que la chica se despertó en mitad de la noche y de alguna manera se arrastró hasta allí, pero su cabeza ni siquiera alcanza a tocar la almohada. Parece que, simplemente, se dejó caer en el colchón. No tiene intención de despertarla.

Va a su habitación, coge algo de ropa y se ducha. Cuando vuelve al salón comprueba en su móvil que son las dos de la tarde. Tiene llamadas perdidas de gente de la CT y algunos mensajes. Pasa de contestar. Ya avisó anoche que se cogería el día libre. De su móvil, ahora mismo solo le interesan dos conversaciones. Un mensaje lo ha mandado Valen, preguntando nuevamente que quién era aquella niña. Otro es de Danilo, el único compañero que se ha interesado por el bienestar de Alessia tras contar lo que había ocurrido. Él le cuenta que han mandado esta mañana a varios empleados a limpiar la casa de la chica. Dirán que fue un suicidio para no alarmar a los vecinos más de la cuenta y pondrán la casa a subasta. El dinero, naturalmente, le será transferido a la peliazul; que ya cuenta con la mayoría de edad según han podido confirmar en su base de datos. Petyr le responde que no pueden subastar la casa, y mucho menos sin haber informado siquiera a la chica. La contestación de Danilo se basa en tres emoticonos que sonríen con incomodidad, con una gota colgando de la frente, y un "veré qué puedo hacer".


Mientras tanto, Alessia sueña. Se encuentra en el baño de su casa, observándose en el espejo. Se le ha caído un diente y los otros se le mueven. Al abrir la boca para pedirle ayuda a su madre, suelta una bocanada de sangre que se ve obligada a escupir en el lavabo junto con más dientes. No le duele estar perdiendo la mitad de las piezas de su boca, pero le está causando una terrible ansiedad. Su sonrisa no es la mejor, pero le gustaría conservar sus dientes. No obstante, estos no parecen estar por la labor. Quien acaba apareciendo a su lado es Lionetta, que le pregunta qué le ocurre. Alessia abre la boca y al hacerlo se le vuelven a caer los dientes. Lionetta va a decir algo, pero entonces se percata del dos negro que tiene la peliazul en el brazo e interroga a su amiga. Ella se limita a decir que no lo sabe con la boca llena de rojo. Lionetta tiene una expresión seria, pero se limita a irse del baño gritando el nombre de su padre.


Alessia despierta de golpe. Siente algo de humedad y no se lo piensa dos veces antes de salir disparada hacia el baño que hay junto a su dormitorio, mientras va recordando los sucesos del día anterior y, sobre todo, de la noche. Todavía le duele la cabeza y siente que no ha dormido en años, seguramente fruto de la resaca. Cuando se baja los pantalones y la ropa interior comprueba que le ha bajado el periodo de este mes. Pone los ojos en blanco y agradece que en su momento metiese tanto ropa interior de recambio como la copa menstrual en la mochila. Por suerte, se ha dado cuenta a tiempo, se hubiese muerto de vergüenza si llega a manchar las sábanas de la cama.

Se toma su tiempo en el baño y tras calificarse como "medianamente decente" abre la puerta y se encuentra a Petyr teléfono en mano.

—Justo a tiempo. ¿Te gusta la pizza? —pregunta. Alessia arquea una ceja y asiente. —¿Cual?

—Cualquiera que no lleve piña —murmura ella, aún más confusa. Petyr se lleva el móvil contra la oreja y camina hacia la cocina, donde abre un cajón a la vez que empieza a hacer un pedido a una pizzzería cuyo nombre Alessia recuerda haber escuchado en la tele alguna vez. Petyr se acerca hacia ella y, sin soltar el móvil, le tiende un vaso y una pastilla. Se aparta el móvil un segundo de la cara y le explica que es para la resaca. La chica ladea la cabeza y mete la pastilla en el agua. Después de que se disuelva, bebe de golpe el contenido. Si Petyr quisiese matarla o drogarla, lo tendría bastante fácil. Sin embargo, a estas alturas está bastante segura de que es la persona en la que más puede confiar ahora mismo.

Cuando Petyr cuelga, deja el móvil en la mesa y la mira.

—¿Cómo has dormido?

—Mal. Tuve una pesadilla y... Lionetta —. Alessia cae en la cuenta de que no ha vuelto a darle señales de vida a su amiga y corre hacia su dormitorio a buscar el móvil en su mochila. Al volver se disculpa con Petyr y le explica que debe de estar preocupada. Se sienta en el sillón y espera a que el móvil se encienda. Cuando lo hace, ve que tiene cientos de conversaciones abiertas y muchas llamadas telefónicas dándole el pésame. Las noticias corren como la pólvora y la realidad le da de lleno a la niña en la cara. Sin embargo, esta vez lo tolera mejor.

—Me ha escrito gente que no me había hablado en la vida...

—El mundo es hipócrita, Aless —comenta Petyr acortando su nombre y provocando que las comisuras de los labios se alcen casi de un modo imperceptible en el rostro de la niña, que desliza su dedo sobre la pantalla.

—Tengo muchísimos mensajes y llamadas de Lionetta —comprueba.

—Igual deberías responderle.

—¿Y qué le digo exactamente? No puedo contarle que estoy aquí, ¿o sí?

Petyr saca dos vasos de un mueble de la cocina.

—¿Crees que se lo contaría a su padre? Si la respuesta es que sí, no se lo digas. ¿Coca Cola, Fanta o agua?

—Fanta —responde ella mirando fijamente la pantalla de su teléfono. Petyr deja dos vasos y una botella de Fanta en la mesa y enciende la tele.

—¿Quieres ver algo en especial?

—No solía ver la tele —confiesa ella, encogiéndose de hombros.

El hombre empieza a hacer zapping y se detiene en el canal de las noticias locales, donde hay una foto de Alessia en primer plano. La niña se percata de ello y bloquea el móvil, prestando atención.

—¿Puedes subir el volumen?

Petyr asiente y la voz de la periodista se escucha con más fuerza. «La policía está investigando el paradero de Alessia De Luca, quien habría desaparecido justo después del crimen. Se baraja como una posible sospechosa, sospechas que se acentúan teniendo en cuenta que se han encontrado marcas de haber forcejeado en el cuerpo de Cinnia que se corresponden con las huellas de la joven. Nuestro compañero Dámaso Greco está entrevistando a las personas cercanas a esta familia». Las imágenes pasan ahora a enfocar a un joven de cabello oscuro vestido con una camisa blanca cuyo rostro le resulta muy familiar a Petyr, pero no recuerda de qué. El chico comienza a hablar, acercándose el micro a la boca. «Buenas tardes, me encuentro con una de las mejores amigas de Alessia, a quien mandaría un mensaje horas antes antes del crimen. Lionetta, ¿podrías contarnos qué sucedió?». La cámara pasa a enfocar a la muchacha y el corazón de la peliazul se encoge. Petyr frunce el ceño. «Sí, ella me mandó un mensaje diciendo que no se encontraba bien. Lo cierto es que nunca había tenido muy buena relación con su madre... Desde que su padre fue asesinado por cuestiones de trapicheo con drogas, Alessia y su madre casi no podían ni verse. Ella culpaba a su hija porque decía que de no haber tenido que mantenerla su marido no tendría que haberse metido en ese foco de ilegalidad. No puedo decir mucho más que no sea que Alessia y Cinnia se odiaban. Era de esperar que tarde o temprano pasaría esto».


—Hija de tu putísima madre... —masculla Alessia. Se siente traicionada. No se esperaba un golpe tan bajo de parte de la que consideraba su mejor amiga. No solo ha mentido diciendo que ella odiaba a su madre, sino que ha contado su mayor secreto frente a todo el mundo. Sin reparos. Con una sonrisa en la cara que intenta evitar justo al final. —No me puedo creer que haya contado eso por un minuto de gloria. ¿¡Y cómo que soy la principal sospechosa!?

Petyr la mira de reojo y finalmente deja de observar al periodista. Se sienta junto a Alessia, dejando un hueco de separación como siempre, y suspira.

—No me esperaba lo de tu amiga, la verdad. Por lo demás, no te preocupes. La policía sabe que estás conmigo, o al menos, la parte importante de la policía. Ya te dije que tenía contactos. Saben que tú no has sido, pero tenían que desviar la atención... Para que el verdadero culpable se relaje.

—No estoy segura de querer que lo atrapen. En el fondo solo me ha hecho un favor.

—No te fíes nunca de nadie, por muy de tu parte que parezca que esté. Nunca, Alessia —murmura Petyr con seriedad. En ese momento el telefonillo que indica que el repartidor de pizza ha llegado suena y el hombre se dirige hacia la puerta, dejando a la niña aún más confusa.

El Código [Watty Awards 2019]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora