Confesiones de un corazón roto

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Alai permanecía perdida en sus pensamientos, sin ser consciente de la mirada de Atlas.

Su cabeza era un lío, sentía que su vida era un desastre ahora mismo y todo por dejarse llevar por sus sentimientos por Atlas. Lo mejor hubiese sido dejar las cosas como estaban. Pese a que la duda de que hubiese sido de ellos juntos siempre la acompañaría, al menos su vida sería ordenada o quizá el sentirse hecha un caos ya era parte de ella y nada cambiaría.

Pensar en Atlas y todo lo que él representaba dolía, no se suponía que el amor se sintiese de esa forma. Se sentía defraudada con ella misma por tener una idea equivocada del amor. Claro que dolía, ella lo sabía de primera mano gracias a Atlas.

Ni siquiera sabía si podría perdonarlo algún día, pero era lo suficiente egoísta como para querer tenerlo en su vida aun sabiendo lo que eso significaba para ambos: el fantasma de los malos recuerdos acechándolos en los momentos oscuros y el resentimiento ante la traición gravitando sobre ellos amenazando con destruirlos una vez más.

Atlas rompió el silencio sacándola de sus pensamientos, pero lo que dijo no logro aligerar nada entre ellos, al contrario, sintió como todo se complicaba aún más.

—Ya no importa Alai, no importa si no hablamos hace tres años o hace tres meses. Estamos aquí y ahora, conoces mis sentimientos por ti, sabes cuánto te ame y aún te amo —dijo con voz derrotada, revelando lo harto que se sentía de seguir callándolo. La noche avanzaba mientras ellos seguían estancados en lo mismo.

Alai lo miró a los ojos no pudiendo creer que él se hubiese atrevido a pronunciar esas palabras cuando apenas hace un momento estaban hablando de odiarse. Y aunque  ninguno hubiese estado hablando en serio al decir odiarse, si se encontraban reunidos en ese lugar era para intentar superarse y el con sus palabras lo volvía más difícil aún.

—Para que engañarnos Alai, te amo y aunque quisiera odiarte no lo consigo —continúo hablando Atlas, ignorando la mirada de la chica que le suplicaba que no pronunciase una palabra más—. ¿Conoces cómo se siente esa contradicción, tanto como yo, no es así?

—La conocí gracias a ti Atlas —respondió Alai imitando su sonrisa triste.

—¡Touché! Una vez más es mutuo mi querida Alai, estoy sufriendo esto gracias a ti—respondió con un guiño Atlas. Esta vez obsequiándole una de sus características sonrisas de lado mientras Alai entornaba sus ojos en señal de frustración, pero aun así sonreía ante las palabras del chico.

Los comentarios mordaces ya eran parte de su forma de interacción, como si el lograr herir al otro ayudase a que este pudiera comenzar a odiarle y facilitase las cosas al menos para uno de ellos. Aun así, eso no parecía ocurrir, el atacarse solo lograba frustrarlos más, aumentando ese sentimiento de anhelo entre ellos.

—Después de todo, ¿Finalmente ahora sabes lo que se siente ser rechazado no es así? Si Alai, duele, créeme que lo sé. Lo experimenté de primera mano gracias a ti. —Fue Atlas quien siguió hablando al ver que la chica continuaba sin emitir palabra alguna después de todo lo que él le había expresado.

Alai lo miro con una expresión inescrutable en su rostro, sabía a lo que estaba jugando Atlas y esta vez no pensaba caer en su juego. El querer hacerle creer que la había rechazado para darle una cucharada de su propia medicina no se lo creía ni el mismo así que opto por no responder nada para ver hasta donde se atrevía llegar el chico.

Sin embargo, lo que Atlas dijo a continuación logró descolocarla por completo, ya que él había decidido dejar su juego de lado para poner sus sentimientos al descubierto:

—Desde el primer momento en el que te conocí y me rechazaste yo te amé, te ame con locura Alai. Te amé cuando me ofreciste tu amistad, lo hice durante los años en los que me ofreciste tu amor, aun cuando fue bajo la condición de que nadie más supiera de lo nuestro. Incluso te amaba aún más en los momentos en los que estábamos juntos y te olvidabas de todos, de lo que supuestamente éramos, para ser solo tú, yo y lo que sentíamos.

El Silencio De Tu MiradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora