Casi un beso literario

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Alai era una ávida lectora, absorbía lo que las páginas de los libros le brindaban como si de oxígeno se tratase. Había leído demasiado romance en su adolescencia buscando vivir a través de sus páginas alguno de esos amores literarios por los que todos suspiraban sin ser consciente de que ella misma se había visto envuelta en uno por obra del destino; un amor demasiado dramático para su gusto, pero casi tan inolvidable como el de los libros que tanto leía.

Nada tenía que envidiarles a ellos, más que el clásico ''vivieron felices para siempre'' que el destino se había encargado de borrarlo cada que este aparecía como posible en su vida.

De esas lecturas había rescatado varias cosas: una de ellas era que los besos en los libros eran memorables; un instante en donde el tiempo se ralentiza y todo a su alrededor pasa a un segundo plano, para solo ser conscientes de la otra persona y de las sensaciones que despiertan ante su cercanía. Un instante en donde todos los sentidos se vuelven más receptivos amplificando esas sensaciones y nublando sus mentes.

Eso era lo que Atlas lograba provocar con su cercanía. Todos sus sentidos estaban impregnados de él.

A la escasa distancia en la que se encontraban podía ver como sus pupilas estaban dilatadas y brillaban con el mismo anhelo y expectativa que los ojos de ella; podía sentir el suave tacto de sus manos acariciando sus mejillas haciendo que su piel quemara ante ese intimo contacto. Su respiración se escuchaba igual de acelerada que la de ella.

Atlas se inclinó un poco más cerca anhelante de volver a sentirla una vez más. Sus labios se rosaban, ambos sentían que iban a desfallecer si no se besaban en ese instante.

Sus corazones latían fuertes y desbocados contra sus pechos, la sangre se agolpaba en sus oídos logrando turbarlos aún más. Podía sentirlo a él temblar ante la expectativa, apenas logrando contener el no arrojarse sobre ella para terminar de acortar la escasa distancia que los separaba.

Era un camino de ida, ambos lo sabían: no podrían volver a alejarse después de esto, les sería imposible superarlo, ya les era difícil hacerlo y eso que habían pasado cuatro años desde la última vez que habían probado los labios del otro.

Fue ahí cuando el peso de la situación golpeo a Alai y la devolvió bruscamente a la realidad.

—Atlas... —pronunció en un susurro deshaciendo el agarre que tenía sobre el cuello del chico, ni siquiera había sido consciente del momento en que había llevado sus manos allí. Bajó las palmas de sus manos hacia su pecho en donde las dejo permanecer sintiendo el latido desbocado del corazón del chico.
Su frente estaba sobre la de él, ambos permanecían con los ojos cerrados ninguno atreviéndose a romper el contacto primero.

—No digas nada por favor —suplicó con su voz en un ronco susurro, anticipando de alguna forma que ella se estaba echando atrás.

Al mismo tiempo en que pronunciaba esas palabras, sus manos reforzaban el agarre que tenía sobre la chica; una de ellas descansaba en su cuello, la otra reposaba sobre su cintura, evitando de esta manera que se alejara y viéndose tentado a terminar de acortar la distancia de una vez.

Su cabeza daba vueltas. Sentía que iba a perder la cordura si no la besaba en ese preciso momento, así que lo hizo, se arrojó sobre la chica para besarla.

Pero Alai fue más rápida, cruzo el rostro por lo que termino dándole un beso en la comisura de los labios. Luego de ello Alai alejó su rostro de él y lo sintió suspirar de frustración.

El al sentir su mirada, abrió sus ojos y la miró fijamente. Ojos negros como la noche contra los castaños de Alai, ambos reflejando la vorágine de sensaciones del momento que amenazaba con arrastrarlos y dar vuelta su vida una vez más.

El Silencio De Tu MiradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora