Aún así, no podía pasar su vida tratando de descifrar que es lo que ocurría por la mente de su padre, sería tan inexacyo como tratar de entenderse a ella misma.

Miro al corredor, era tarde y las luces estaban apagadas, un sándwich de mantequilla de maní con malvaviscos estaba en la puerta de Cinco.

Cerro la puerta cuando entro a su habitación, cerrando la puerta detrás de ella. Cambio su uniforme por su pijama y suspiro con la mirada fija en el espejo.

Un destello apareció en ellos, por apenas unos segundos, sabía el costo que tenía utilizar aquel poder que había desarrollado después de meses de ecuaciones, pero lo necesitaba, creía que se volvería loca si no lo hacía.

Sus ojos observaron a su cama, a través del espejo, ahí estaba. Sus ojos se cristalizaron, y soltó un sollozo ahogado llamando su atención.

Cherry... ¿Por qué lloras? —pregunto confundido, bajo su cabeza, sus mejillas estaban empapadas y sus sollozos se ahogaban entre sus labios.

—Te extraño —murmuro, su voz estaba cortada, miro nuevamente por el espejo, observando como estaba a un costado de ella, observandola con pena.

Lo sé —hablo por lo bajo en un lamento —Solo unos minutos —le recordó, ella asintió, dejándose guiar por el apenas notorio agarre en su mano.

Ambos se dirigieron hasta la cama de la castaña, colocó su cabeza sobre su pecho y el recuerdo de sus latidos fue suficiente para que inundará su mente, sintiendo cada parte de el como si su presencia no fuera únicamente una ilusión.

No puedes seguir haciéndote esto —murmuro, Cherry sabía que era cierto, pero no quería escuchar esas palabras, no de él.

—No veo de que otra forma podré seguir entonces —se excuso, las caricias en su cabello eran pausadas, el tacto opaco, apenas perceptible, pero suficiente para ella.

Un suspiro escapó de sus labios, y ella no estaba preparada para lo que diría, aunque lo sabía.

Dejandome ir, Cherry —era mucho más doloroso si era su voz quien se lo decía —Necesitas dejarme ir, cariño —sus ojos azules se elevaron, encontrándose con los suyos, la opacidad comenzaba a desvanecerse, los minutos pasaban demasiado rápido.

—No, Cinco —no podía hacerlo, y odiaba ese sentimiento —Te necesito, aquí, te necesito a mi lado. Aunque sea así, por favor —suplico, sus ojos retenían las lágrimas haciendo su mirada borrosa.

No soy real —fue suficiente para que su corazón se destrozara aún más —No estoy aquí, Cherry, necesitas aceptar que me fuí.

Ante el reflejo destrozado de sus orbes azulados, prefirió hacer oídos sordos a aquellas palabras, haciéndose una bolita aún más a su pecho cada vez más opaco.

Deseando por un instante que la ilusión de Cinco estuviera ahí cuando despertará, y deseando aún más que no se tratará únicamente de una ilusión creada por su cabeza.

Al ser de noche, las cámaras de sus habitaciones estaban activas, con la lentilla que permitía ver lo que sucedía incluso a trabez de la oscuridad, y Sir Reginald lo sabía.

Quitó su monóculo, tallando sus ojos cansados, miro a sus apuntes donde estaban descritas las habilidades de la ojiazul.

Un suspiro involuntario se escapó, la frustración comenzaba a escarbarse entre sus poros, esto no tenía que suceder, no tenía que pasar así, así no era como estaba escrito. Reginald no tenía que sentirse culpable de haber dejado que cinco escapara, Sir Regional debía haber detenido todo cuando noto como las cosas comenzaban a tornarse diferentes, pero el brillo en los ojos azules de la niña cada vez que estos se encontraban con los de Cinco habían sido suficientes para ablandar al viejo.

No podía negarle el amor que estaba sintiendo a ella, no a su niña, no a el único recuerdo que quedaba de ella. No podía detener a la felicidad de Cherry Hargreeves, no de la única Hargreeves que, contra todo lo que el mundo creyera, estaba relacionada con Reginald.

No iba a borrar el brillo en los ojos de Cherry, no cuando le recordaba al brillo en los ojos de aquella difunta mujer, o en el brillo que aparecían en los suyos. Porque sería como matarla el mismo, y Reginald no le arrebataria eso a su única hija biológica.

Aunque, técnicamente, al no detener a cinco ya lo había hecho.

UN ESCALOFRÍO HABÍA recorrido su cuerpo, seguido de una extraña opresión en el pecho

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UN ESCALOFRÍO HABÍA recorrido su cuerpo, seguido de una extraña opresión en el pecho. Miro hacia el cielo, las estrellas comenzaban a aparecer en este, y el castaño podía jurar que una de ellas brillaba como ninguna otra.

—Cuando nos escapabamos para ver las estrellas desde la azotea, Cherry solía decir que la estrella más brillante se encontraba en distintas partes para cada uno —solto una ligera risa al recordsr aquello —Yo le dije que la más brillante se encontraba a la izquierda, pero ella estaba segura de que estaba arriba, por la derecha —miro aquella estrella destellar como las demás no lo hacían —Ahora mismo está a la derecha,¿Tu cuál dices, Dolores?

Miro al maniquí, que se mantenía apoyado sobre un trozo enorme de escombros.

Después sus ojos volvieron al cielo estrellado —O quizá Cherry solo quería contradecirme —rio ante esa idea.

Un suspiro escapó de sus labios.

—Voy a volver, y sentirá que solo fueron unos instantes, ella no sufrirá del tiempo, de ni un solo segundo —apreto sus labios, forzandose a si mismo a retener la opresión que comenzaba a aumentarse —Dolores, ¿Por qué estar enamorado se siente de esta manera?

—Voy a volver, y sentirá que solo fueron unos instantes, ella no sufrirá del tiempo, de ni un solo segundo —apreto sus labios, forzandose a si mismo a retener la opresión que comenzaba a aumentarse —Dolores, ¿Por qué estar enamorado se siente de e...

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author's note:
yo sufro por Cherry y Cinco, y al estarlos reescribiendo me pongo más sentimental, aún :(
antes de reescribirlo el capítulo contenia 500 palabras y ahora son +1400... no se como sentirme al respecto

¹ 𝗖𝗢𝗙𝗙𝗘𝗘 | cinco hargreeves (reescribiendo)Where stories live. Discover now