Mis cejas se disparan hacia arriba, de ingenua nada más tiene la cara. Suelta una risita juguetona y sigue caminando, sus trenzas vuelven a rebotar contra su espalda. Tomo un respiro profundo y la sigo, aunque esta vez mi ánimo ha mejorado.

Una canción llega a mis oídos, el volumen incrementa conforme nos acercamos a una habitación, la última del pasillo. En el interior está Kealsey alaciando su cabello frente al espejo del tocador, me saluda con un asentimiento que distingo gracias a su reflejo. Acto seguido, me señala la cama con su barbilla.

—Siéntate para que pueda arreglarte ese matorral.

Regina agarra mi brazo y me jala para que me siente. Ni siquiera tengo tiempo para averiguar el ambiente de su alcoba, la cual me causa bastante curiosidad.

Lo próximo que sé es que las dos están casi encima de mí peleando por los mechones de mi cabello revuelto. Cuando dice «matorral» no es literal, aunque sí tengo mucho cabello y suele enmarañarse después de los violentos vientos en los viajes en auto con las ventanas abajo.

Mientras ellas se encargan de arreglar el aparente desastre, las analizo.

Se nota que Regina es más pequeña, vuelvo a ver la inocencia en sus ojos, algo que no concuerda con el atuendo que está vistiendo el día de hoy, ni con la que habló conmigo en el pasillo. Se ve despampanante con esa falda corta y top, le aumenta unos cuantos años, pero no los suficientes, sigue teniendo ese semblante de dulzura que, por alguna razón, desea esconder detrás del maquillaje.

A Kealsey le pasa todo lo contrario, su maquillaje logra acentuar sus rasgos feroces.

—¿Vas a intentarlo otra vez? —pregunta Keals sin perder la concentración.

—Son los únicos días en los que coincidimos, creo que está evitándome —responde Regina haciendo una mueca de desagrado.

—¿Intentarlo? —cuestiono, curiosa.

—Regina está loca por Tyler, quiere seducirlo.

—¡Oye! —exclama Regina—. No es como que esté loca por él, solo me gusta un poquito.

—¿Un poquito? Cuando lo conociste lo perseguías por todas partes, has intentado besarlo muchas veces, cuentas los días para verlo, te quedas hasta que llega a casa para poder saludarlo...

—Vale, ya entendimos —Regina vuelve a refunfuñar, su prima se carcajea.

Por el espejo distingo que hacen trenzas, muy parecidas a las de Regina, solo que no llenan mi cabeza, hacen unas cuantas y luego las enredan de una forma que las hace lucir como si fueran serpientes revolcándose en las llamas.

—Me gusta —suelto y meneo la cabeza hacia los lados.

Ambas asienten y se alejan para seguir con lo que estaban haciendo, Keals termina de arreglar su cabello perfectamente acomodado, y Regina acomoda los labiales en el tocador para elegir cuál usará esta noche.

De pronto, se escucha que una puerta se abre en alguna parte, a continuación, unos pasos se acercan por el pasillo. Mi corazón late tan rápido que el sonido desaparece, pues solo puedo concentrarme en los latidos, en que mis dedos empiezan a hormiguear, por alguna razón siento que se acerca, aunque sea antinatural. Y cuando él se aparece en la puerta, tengo que contenerme para no saltarle encima y llevarlo a un lugar oscuro.

—Keals, ya me voy, Tyler va a...

Deja de hablar cuando sus ojos caen en los míos, es el magnetismo, como si su cuerpo sintiera que estoy aquí y me busca de alguna manera. Se me va el aliento o contengo la respiración, no sé cuál, lo único que sé es que no estoy respirando. Nos quedamos en silencio un buen rato, solo contemplándonos. Luego su mirada desciende, no le importa que no estamos solos, barre mi cuerpo sin disimular su interés, por un instante me siento cohibida, y eso que no soy pudorosa. El escaneo no es eterno, pero logra llamar la atención de las otras dos.

Maldición Willburn © ✔️ (M #1)Where stories live. Discover now