—Señorita Cherry —la voz del primate la saco de su encimamiento, sus ojos se dirigieron a el y sin poder evitarlo una sonrisa nostálgica adorno su rostro.

—Pogo —no pudo evitarlo, rodeo al más bajo con sus brazos, sintiendo su calidez.

Ambos se adentraron a la academia.

—Vendrán, ¿no es así? —cuestiono una vez ambos se encontraban en su habitación, Pogo supo que se refería al resto de los Hargreeves, así que solo asintió.

—Algunos ya han llegado, supongo que aún deben estar arreglando sus cosas —pronuncio, la ojiazul asintió con los nervios recorriendola por completo —Ire a ver como se encuentran y a informarles que ha llegado —no tuvo tiempo para negarse, Pogo ya se había ido dejándola sola.

Cherry entonces pudo volver a mirar su antigua habitación, estaba tal cual la había dejado el día que partió. Habían posters con imágenes suyas por las paredes, una cama perfectamente acolchada son sábanas rojas, un tocador blanco y en su mesita de noche, dos fotos, una con Ben y otra con Vanya.

A pesar de que todo seguía igual, podía apostar que su madre había entrado ahí para limpiar, puesto que nada estaba empolvado, como si en la habitación no hubieran pasado todos esos años.

Los secretos que escondían las paredes de su habitación volvieron a su mente, y Cherry lamento sentirse tan frágil ante estos, así que solo atino a salir de ahí.

Salió al corredor, las puertas se mantenían cerradas, y sin poder evitarlo, sus ojos se dirigieron a aquella que tenía más años bajo llave que todas las demás.

Bajo a la primera planta, sus zapatos ligeramente altos resonaban contra los azulejos que decoraban el piso.

—Vanya —llamo al notar a la castaña cerca de la entrada, quién giro sorprendida de escuchar a alguien mencionar su nombre con emoción. Cherry bajo los escalones restantes con prisa, abalanzandose a apretar entre sus brazos a la pecosa.

—Dios, te extrañe tanto, no puedo creer que te puedo ver finalmente —murmuro, su corazón se acelero de la alegría.

—Tambien te extrañe —dijo Vanya en voz baja, Cherry se separó segundos después y siguió con la mirada aquello que había distraído la atención de Vanya.

Su sonrisa entonces se opaco, ahí estaba nuevamente.

—Cinco —apenas salió en un susurro y como si de un fuerte golpe se tratará, todas aquellas memorias del ojiverde volvieron a su mente.

Una tras otra, sentía como si cada una de las sonrisas, las caricias, y cada vez que sus labios se unieron estaban ahí nuevamente, como si ocurriera otra vez.

—¿Sabes cuánto tiempo ha pasado? —pregunto Vanya, Cherry la miro, tragando saliva para ignorar aquel nudo que había aparecido.

Si bien, todos habían sufrido de las consecuencias que la desaparición de Cinco habían causado, nadie se había sentido como Cherry lo había hecho. Nadie paso noches en vela esperándolo, nadie trato de comunicarse día tras día con el, nadie contó cada día y cada noche desde que no estuvo. Nadie más que Cherry, porque nadie se había enamorado con la misma intensidad que ella lo había hecho.

—Dieciseis años, cuatro meses y... Catorce días —pero con el tiempo, Cherry no había dejado de contarlos.

Vanya titubeó, logrando que la atención de la castaña estuviera sobre ella.

—Se que probablemente me odies —hablo avergonzada, Cherry se extraño con ello, así que solo río confundida.

—¿Por qué tendría que odiarte? —cuestiono, Vanya suspiró

¹ 𝗖𝗢𝗙𝗙𝗘𝗘 | cinco hargreeves (reescribiendo)Where stories live. Discover now