Una hora y media después. Takao se encontraba corriendo a toda prisa, abriéndose paso entre la gente. Podía ver a lo lejos, parado frente a las puertas del centro comercial a Shintarou, que alzaba su mano izquierda a la altura de su pecho para observar el reloj.

-¡Shin chan! – el pelinegro llegó hasta su lado, paro en seco y puso sus manos en sus rodillas intentando recuperar el ritmo normal de su respiración.

-Llegas tarde.- el mayor deslizo sus gafas por el puente de su nariz hasta colocarlas en su lugar.

-No es mi culpa. –aun estaba agitado.- Tu me mandaste el mensaje muy tarde… y literalmente… tuve que salir corriendo... ¡Ay por dios!

El peliverde no dijo nada, seguía parado mirando a las personas que pasaban por el lugar. Pero mientras Takao aun intentaba recuperar el aliento, Midorima, sin perder la postura, desvío la mirada para observar al moreno. Quería saber si se encontraba bien después de los golpes, pero eso es algo que no preguntaría ni aunque le costara la vida.

El menor volteo al sentir que él más alto lo miraba, alzó su rostro y le mostro una gran sonrisa, entendía muy bien que su compañero estaba preocupado por él, aunque este no lo admitiera.

Midorima le observó entendiendo el mensaje. Volteo hacia el edificio. –Bien, vámonos.- emprendió camino dentro del centro comercial.

-Nee, Shin chan ¿a dónde vamos? – Takao lo siguió hasta ponerse a su lado.

-A comprar un pastel. Me ha tocado llevarlo a esa odiosa reunión. – dijo serio.

-¿Idea de Kise?

-Si. No dejo de mandarme mensajes ayer por la noche preguntándome si asistiría, luego simplemente intuyo que si iría y me pidió que llevara el postre.

-Me sorprende que no lo mandaras al diablo. –el moreno llevo las manos detrás de su cabeza. Sonrió. – Creo que te agrada la idea de volver a reunirte con todos.

-Claro que no. – el mayor volteo su rostro.

Takao soltó un pequeña risita. –Lo que tu digas, Ace sama.

Durante todo el trayecto en el centro comercial visitaron varias pastelerías que se encontraban ahí, pero a Midorima no le lograba convencer ninguno. No, hasta la ultima que visitaron, 20 min. antes de la hora estipulada para la reunión.

Pidió el pastel en el mostrador, el cual muy amablemente la señorita le tendió y pago en caja. Kazunari esperaba fuera de la pastelería, recostado en el gran ventanal de cristal, soltando un gran bostezo. Cuando el peliverde salió, le puso el pastel en las manos.

-Sostenlo un momento.- el mayor saco su billetera para guardar el cambio.

-¡Vaya! Por fin te decidiste por uno. ¿De que es?- Takao observaba la caja buscando el nombre del pastel o algo que se relacionara al sabor de este.

-Delicia de chocolate.- guardo su billetera en el bolsillo izquierdo.

A Kazunari le brillaron los ojos, esbozando una gran sonrisa. -¡Genial! ¡Es mi favorito!- En ese instante el color rojo azoto su cara, como le había estado sucediendo en los últimos días.

Recordó que durante el transcurso de la mañana, en el desayuno, a su hermana se le ocurrió la grandiosa idea de escuchar el horóscopo y este le indicaba que el objeto de buena suerte para ese día, en los escorpio era: comer su postre favorito. Ahora todo tenía sentido.

Midorima lo observo por un momento, el moreno se había quedado callado de repente sin apartar la vista de la caja que resguardaba el pastel, pero claramente tenía la cara muy roja. Cosa que al mayor le preocupo pero sin reflejarlo en su rostro.

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