38 | "¿𝐌𝐞 𝐦𝐞𝐧𝐭𝐢𝐬𝐭𝐞?"

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Carter.


Mis ojos se abrieron rápidamente al recordar que estaba durmiendo con James. Levanté mi cabeza y mire sus ojos, éstos estaban cerrados; se veía tan hermoso, tan tierno y dulce.
Toqué su mejilla  con mi mano para acariciarla pero el la sujeto y la apartó bruscamente sorprendiéndome.

Abrió sus ojos y hablo.

—¿Que haces aquí?— pregunto levantándose de la cama.

—Me pediste que me quedara a dormir contigo.— hablé obvia.

—Vete.— estaba molesto.

—¿Qué?, ¿Porqué?— no entendía su actitud.

—Vete por favor.—su tono de voz hizo que mis ojos comenzarán a picar.

—¿No lo recuerdas?— no quería llorar, pero se me hacía muy difícil contenerme.

—¿Que es lo que tengo que recordar?— preguntó desviando su mirada de la mía.

—¿Qué pasa James?, ¿todo lo que me dijiste anoche, tu confesión, es todo mentira?— negó y luego asintió confundiéndome aún más.

—No se de que me hablas, ¡Vete ahora!—  estaba claro que no recordaba nada.

—James yo…— mi voz empezó a cortarse. Estaba a punto de llorar.

—Sal de mi casa Carter. ¿No entiendes que no eres nadie para mi? Eres patética en sólo pensar que siento algo por ti cuando nada de eso es verdad.

—Entonce, ¿me mentiste?— dije tapando mi boca con mi mano. —¿Porque?

—Sólo quería molestarte y darte una lección por haber provocado que todos se burlaran de mi en la preparatoria.— sonrió irónicamente. —¿Cómo no pudiste verlo?

—¿Y era necesario que hirieras mis sentimientos sólo por venganza?

Algo en mi decía que estaba mintiéndome, que sólo lo hacía para alejarme otra vez pero sus palabras salían tan crudas de su boca que me lastimaban aún más.

—No te creo, dijiste que tu padre…

—Te mentí también en eso.— escupió interrumpiéndome. —La realidad es que no quiero volver a verte Carter, vete antes de que mi paciencia se esfume.— sus palabras fueron un balazo de agua fría.

Y eso fue todo, fueron sus últimas palabras las que hicieron que comenzara a derramar lágrimas.

Salí de su habitación, Brenda escucho los gritos de su hermano y abrió la puerta de su cuarto.

—¿Qué sucede?— pregunto mirándonos.

—Nada, no debí quedarme. Luego hablamos.— limpie mis lágrimas con la palma de mis manos. — Adiós.

Corrí hacia mi casa, no quedaba lejos, solo eran tres cuadras. Cuando llegué, entré y fui directo a mi habitación. 
Mi madre no llegaba hasta el medio día, así que aproveché su ausencia y comencé a llorar, a gritar, a golpear mi almohada sin parar.

Odiame, Amame. ✔Where stories live. Discover now