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Aclaración: Contenido para mayores de 16 años, se recomienda discreción.

La luna brillaba en lo alto de cielo y la protagonista suspiró, demasiado concentrada en la soledad que le acompañaba en ese instante. No se acordaba de en que momento la habían separado del firme agarre de Francis y como terminó recorriendo los alrededores estando sola, ya que a ese punto muchos se encontraban en estado de ebriedad. A ese paso ya escuchaba la música estridente en la lejanía, observando los colores psicodélicos dándole más ambiente a la fiesta y, de vez en cuando se oían las risas flojas y gritos de los países que si sabían como festejar. Pero regresó su vista al vaso de vidrio que contenía un extraño líquido azul con hielo que le había dado el ruso que se perdió entre la multitud de personas, olió un poco y creyó que tal vez sería vodka, sin embargo, no le prestó mucha atención cuando el norteamericano se acercó hacia ella y la sonrisa que traía impregnada en su rostro era la misma que usaba al atacar una presa.

Se recostó contra el roble a sus espaldas y cruzó sus brazos, alzando una ceja ante la sugerente expresión de Alfred quien llevaba consigo una botella de licor de melocotón.

—¡Dude! Pensé que te habías extraviado en el mar de gente allá adentro —dijo el de lentes, acercándose hacia la figura femenina de María.

—Pues no, simplemente vine por querer cumplir y no parecer descortés...

—A mí no me tienes que mentir, kitten —susurró seductor el muchacho que tomó un mechón de ella para entretenerla.

—No te hagas mentes conmigo, gringo —cortó Venezuela, de un manotazo lo alejó y pudo recuperar su espacio personal—. Hace bastante tiempo que lo nuestro se acabó y no tengo ni un poco de ganas volver a eso, así que supéralo tú también.

El semblante de la potencia se tornó oscuro y turbio, un conjunto de sentimientos que María sabía como clasificar; aquella era la verdadera personalidad del hombre, la cual se ocupaba mucho en ocultar puesto que no le convenía que los demás descubrieran la crueldad y lo excelente manipulador que era. Esa escena no pintaba para nada bien, se sentía la tensión en el aire y ambos no despegaban sus miradas filosas, una guerra de gigantes... La fémina no sería intimidada por su viejo rival.

—Siempre he pensado que eres una mujer inteligente y aún sostengo eso... Así que reconsidera tus palabras, ya que eso no te beneficiará —amenazó el rubio, agarrándola de la muñeca y ejerciendo presión.

—Deberías dejar de ser tan iluso, si crees que volveremos a estar juntos permíteme decirte que te puedes bajar de esa nube y si gustas te presto un paracaídas para que lo hagas —esas fueron las últimas palabras que le dirigió y se marchó, forcejeando para liberarse, no quería seguir viendo al hombre que le confesó su supuesto amor hacía años, el cual sabía era falso.

La brisa nocturna revolvió sus cabellos negros, sus mejillas estaban cubiertas por una capa de rubor natural que se extendía donde algunas pecas adornaban su rostro y dirigió sus orbes color almendra que resplandecían como si llamaradas de fuego estuvieran atrapadas en ellos... Tuvo sentimientos encontrados porque ya había tenido esas discusiones con Alfred a pesar de los años que transcurrieron sin misericordia, él no estaba dispuesto a renunciar a ella y lo que obtendría si lo conseguía; numerosas riquezas, petróleo, minerales y eso hizo que colapsara, cansada ya de que todos se le acercaran por puro interés, sin importarle lo demás.

Se limpió las lágrimas rebeldes que se deslizaban por sus mejillas con el dorso de la mano, sintiendo la impotencia acumularse en su pecho y supo que solamente podía recurrir a una persona que de verdad la comprendería. Esperó que el teléfono sonará y al tercer timbre pudo escuchar aquella voz que la hacía delirar.

Tú, que derrites corazones ℘ FranVeneМесто, где живут истории. Откройте их для себя