EPÍLOGO

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Gracias por haber llegado hasta aquí. Espero que les guste. 💛

***

Tony mentiría si dijera que no tuvo ideas negativas y desalentadoras respecto a su reconciliación con Steve y la promesa de intentarlo. Habían pasado años, sí, ambos maduraron y se dieron cuenta de que a veces había que insistir y luchar por aquello que amas. Tony dejó atrás su tonto orgullo y entregó, de nuevo, su corazón y alma a Steve con la esperanza de que no volvieran a caer.

Y, por fortuna, no lo hicieron.

Steve y él encontraron la manera de resolver sus inquietudes y acomodar las piezas esparcidas del rompecabezas que era su familia. Durante los dos años que llevaban juntos desde su reconciliación, demostraron el inmenso amor que se tenían con palabras y acciones.

Cada mañana, su esposo lo despertaba con un beso tierno y fogoso, que Tony aceptaba encantado. Iban a la cocina luego. Steve preparaba el desayuno para la familia entera, mientras que Tony trabajaba con su tablet bebiendo una taza de café. Luego escuchaban el escándalo de las niñas; sus ruidosas pisadas y el murmullo de sus voces debatiendo cosas infantiles. Steve recibía a ambas con una sonrisa y un beso en la frente. Tony, al contrario, se quejaba, en broma, de lo ruidosas que eran. Más tarde, su padre y Sarah Rogers se unían a la escena familiar y todo era risas y amor.

Era simplemente perfecto.

Steve y él habían conseguido una rústica cabaña lejos de la ajetreada ciudad. Se instalaron de inmediato. Era un lugar reconfortante, cálido, hogareño e ideal para un sinfín de momentos especiales que pensaba atesorar para siempre. De igual manera, a las niñas les había fascinado el lugar.

Meses después de renovar sus votos y mudarse, llegaron los gemelos.

A Tony casi le saltó el corazón del pecho cuando el médico que los atendió confirmó que estaban esperando dos bebés, de nuevo. Steve, sin embargo, no ocultó su emoción y derramó lágrimas sobre la ecografía impresa.

—Increíble, Rogers. Sigue así y dentro de poco completaremos un equipo de fútbol —le dijo Tony, poniendo los ojos en blanco.

Steve bajó la fotografía y lo miró, esbozando una divertida sonrisa.

—No estaría mal.

Tony rodó los ojos.

—Eres un bobo.

—Un bono que lo ama, señor Rogers-Stark. —Steve se inclinó para darle un casto beso en los labios.

Tony, sin poder evitarlo, sonrió y abrazó a Steve. Era su bobo.

En ese instante, se encontraba junto a sus cuatro hijos, intentando elaborar un pastel de cumpleaños para Steve. Él volvería en la noche luego de dos semanas de misión. Tony aprovechó la oportunidad para organizarle una fiesta sorpresa y puso manos a la obra.

Su padre, Jarvis y Sarah habían ido al supermercado para conseguir los ingredientes necesarios para la cena y algunos materiales para deforar.

Él decidió hacer el pastel. En la cocina, con Viernes recitando los pasos a seguir, preparaba la masa con orgullo. Morgan se encargaba de probar lo que iba preparando para dar una opinión objetiva y sincera. Mary, por otro lado, entretenía a Peter y Harley y los hacía reír con gestos graciosos.

—Uh, no está tan dulce —le dijo Morgan, tras meterle dedo al chantilly.

—Considerando lo excesiva que eres con lo azucarado, creo que está bien —contestó Tony, mientras manchaba la nariz de Morgan con crema.

Ella hizo un puchero adorable.

—La masa ya está lista —avisó Viernes.

Tony asintió y sacó la bandeja del horno, luciendo una sonrisa victoriosa. Con cuidado, colocó la primera capa del pastel, y Morgan lo llenó de dulce de leche. Así colocaron cuatro pisos hasta que llegó la hora de decorar.

The parent trap (Stony)Where stories live. Discover now