Capítulo 6. Enemies are the best lovers

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De regreso a la Academia todos estaban atareados preparándose para el eclipse lunar de mañana. Después de indagar entre los alumnos, averigüe que el traidor de Nicholas Scratch se encontraba trabajando en unos rituales en el bosque oscuro. Salí del edificio por la puerta trasera y seguí el sendero de tierra negra que se adentraba al bosque.

A mitad del camino me topé con un grupo de brujos que estaban recogiendo los restos de un pentagrama.

—Hey, ¿Alguno de ustedes ha visto a Nick?

—Está terminando de probar nuestro proyecto final para la clase de ataduras —explicó una chica pelirroja que llevaba su cabello recogido en una corona de trenzas. —Se supone que la configuración puede detener a los brujos más poderosos y Nicky no pudo resistir la tentación de probarlo él mismo. Apenas iba a ir a desamarrarlo...

¿Desamarrarlo? Oh dios, esto es demasiado bueno para ser verdad...

—Si quieres yo puedo ir a liberarlo —ofrecí tal vez con demasiado entusiasmo.

—Eso estaría genial. —La pelirroja sonrió agradecida y sacó de su bolsillo un manojo de llaves de hierro. —Escuché que va a haber helado de lavanda de cena y odiaría no alcanzar a probarlo por llegar tarde.

Me entregó también un trozo de pergamino que tenía escrito un encantamiento en latín, así como unas cortas instrucciones sobre el orden en el que se tenían que abrir los candados. Antes de reunirse con el resto de sus amigos me indicó el camino que tenía que seguir para encontrar la configuración de Houdini.

El bosque se hizo más silencioso conforme más me adentre en él, llegó un punto en el que solo me acompañaba el sonido del crujido de las hojas de cada paso que daba. Los árboles se hicieron cada vez más y más altos, y el follaje de sus ramas se hizo tan denso que no llegaba la luz ni de la luna ni de las estrellas.

Finalmente el cielo se oscureció por completo y el bosque despertó. Los animales nocturnos salieron de sus madrigueras para cazar, luciérnagas brillaron en el aire acompañando los búhos que oscilaban sobre las ramas. Estuve a punto de rendirme y dar media vuelta de regreso a la Academia cuando escuché unos gritos.

—¡Dorcas, me rindo! ¡Ya libérame de esta maldita cosa!

Me abrí camino a través de unos arbustos de arándanos y me encontré en un pequeño claro junto al arroyo. Nick estaba parado encima de una estructura de madera, inmovilizado completamente por unas pesadas cadenas de hierro. Sus brazos y piernas estaban rodeados por gruesos brazaletes de cuero negro, los cuales también estaban anclados a la estructura de madera. Se me hizo extraño verlo sin su típica gabardina negra, pero cuando me acerqué vi que la había dejado doblada en el piso junto a unos libros de incantaciones.

—Buenas noches Nicky —canturreé avanzando hacia él. Me detuve a unos cuantos centímetros, tan cerca que lo hubiese podido tocar si hubiese querido. —¿Disfrutando de un relajante anochecer?

Nick sonrió de oreja a oreja sin dejar de forcejear contra las ataduras.

—Ya sabes lo que dicen, no hay nada como un buen ritual de ataduras para hacer una noche más excitante.  —Nick me miró de arriba abajo al mismo tiempo que me dedicaba una sonrisa torcida. —Aunque siendo sincero se me ocurren ideas más divertidas en las que se podrían usar estas cadenas.

—¿En serio? —Me acerqué a él y alcé una mano para tocar el frío collar de cuero que lo sujetaba contra a la plataforma de madera. A continuación bajé mi mano y comencé a deslizarla por su pecho, entreteniéndome en trazar con un dedo el contorno de sus músculos. —¿Tienes algo interesante en mente?

—Deja que me libere y te lo enseñaré —me prometió, sus ojos brillando con oscura diversión.

Mi mente era bastante creativa y no tuve problema alguno en visualizar qué era lo que tenía en mente. Tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para desechar la imagen mental antes de que esta me distrajera.

All Good Girls Go To Hell | Nick ScratchWhere stories live. Discover now