Capítulo 15: Regreso

463 97 42
                                    

Ojos gélidos color azul... eso era lo único que recordaba de mi pesadilla al despertar. Estaba sudando, pero sabía que pronto desaparecería, pues ya me había ocurrido lo mismo durante toda la semana.

Me senté en la cama llevando mis manos a los ojos. Todo había sido un sueño. No tenía nada de qué preocuparme, ni siquiera recordaba lo que había visto, pero tenía el presentimiento de que había sido horrible.

— ¿Estás bien?— preguntó Simon asomándose por la puerta.

— Sí—respondí— ¿Por qué lo preguntas?

— Amiga, estuviste gritando toda la noche... murmurabas cosas. No pude dormir— contestó él con cansancio.

— ¿Qué estaba diciendo?— pregunté sorprendida.

— Decías cosas sobre el hielo, el mal, mencionabas un nombre... Heren, creo. Luego repetías una frase: Aquí viene el hijo de la luna, el Sol ha caído. Nada de todo eso tiene sentido— añadió. Permanecí pensativa intentando recordar. ¿Cómo era posible soñar todas las noches con lo mismo, y no recordarlo al día siguiente? Heren, ese nombre nunca lo había oído. No conocía a nadie que portara ese nombre. Esto era extraño, demasiado extraño.

Luego de asegurarle a Simon que me encontraba bien, se retiró. Levanté la persiana de mi cuarto. Mi rostro se oscureció al ver una acumulación de nubes negras cubriendo el cielo. Dejé caer el peso de mi cuerpo sobre mi codo izquierdo, y solté un gruñido: se aproximaba una tormenta.

Abrí el ropero blanco para poder escoger ropa nueva. Hacía unos días, Hilary me había donado toda la ropa que ya no le entraba. Estaba realmente agradecida, pues ya se había vuelto un poco abrumador usar la misma ropa todos los días. Miré con detenimiento cada una de las prendas que tenía a mi disposición. Ya había descartado los vestidos como una opción, puesto que el clima no acompañaba.

Me dirigí a desayunar con un par de pantalones azules, y una remera simple color blanca. No planeaba salir de la casa ese día, no era necesario arreglarme. Me senté junto al muchacho, que apenas podía mantener sus ojos abiertos. Sentí pena por él ya que ahora sabía que sus noches de insomnio se debían a mis terribles pesadillas.

Sonreí. Últimamente no estábamos discutiendo tanto. Después del episodio en el templo, nuestras diferencias habían quedado en el olvido, y ahora me sentía capaz de considerarlo un amigo.

— Rachel, ¿Podemos hablar?— me preguntó una vez que el desayuno hubo terminado.

— Claro, ¿Qué necesitas?— pregunté dispuesta a ayudar. Sin embargo, la seriedad de su rostro me decía que no era un favor lo que quería pedirme.

— ¿Cuánto tiempo más vamos a seguir evitándolo? Ya ha pasado una semana desde lo ocurrido, y aún necesito respuestas. Ambos fuimos afectados por la revelación del Sol, deberíamos discutir lo ocurrido— me pidió. Clavé mi mirada en el suelo, era cierto, nunca habíamos comentado lo que habíamos vivido. Podía sentir que el chico estaba lleno de dudas, y sabía, también, que yo era la única capaz de responder la mayoría de ellas.

— En primer lugar, ¿Tú ya conocías al Sol?— preguntó entre susurros.

— Sí, lo conozco desde que escapé de Catwell— afirmé.

— ¿Catwell? ¿No había desaparecido?

— Te equivocas, pero por alguna razón la gente no puede verlo... sigue ahí, nunca se movió. Esto debe ser obra de Mafera— expliqué llena de frustración.

— ¿Mafera?

— Quién reina Catwell ahora— dije con simpleza. Era curioso... se suponía que él debía tener más dudas que yo, pero no era así. Mi cabeza seguía sin entender ciertas cosas, y la única manera de hacerlo, era regresando.

Sunlight (ya disponible en físico)Where stories live. Discover now