Capítulo 5: Prófugos

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 — Entonces, ¿cuál es el plan?— pregunté al borde de la desesperación. Mamá se mantuvo serena, y notaba en su rostro la decepción que sentía. Jenna se encontraba sentada sobre el sillón mirando a un reloj gigante que colgaba de la pared. Este gesto no hizo más que irritarme: definitivamente deseaba entregarnos ante la ley.

— ¿Tú crees que he tenido el tiempo suficiente como para pensar uno?— cuestionó mi madre. Clavé mi mirada al suelo. Era el fin. No saldríamos de esta ni con el Sol de nuestro lado, ¿O sí? Fuera como fuera, mi última salida era implorar que Él nos ayudara.

"Por favor, ayúdanos así como lo hiciste durante el incendio. Por favor, te lo imploro" supliqué. Ni siquiera sabía si Él lo escucharía. Tal vez solo lo haría si repetía mis palabras en voz alta, pero no me atrevía a hacerlo. Miré hacia dónde estaba mamá. Ya no parecía tan relajada. Caminaba en círculos pensando. Yo regresé a mi mundo interior. Esperaba que el Sol no se hubiera olvidado de mí, que no me hubiera abandonado.

— Aún no comprendo por qué seguimos aquí— chillé invadida por el temor—. Sólo aumenta las probabilidades de que nos capturen.

— Esto es complicado, hija. Debemos pensar con cuidado nuestros movimientos y ser inteligentes. No podemos arriesgarnos a salir y ser atrapadas.

— Pues tampoco creo que quedarnos y que nos encuentren aquí sea una mejor idea, ¿no crees?

Mamá clavó su mirada en mí, y Jenna no apartaba sus ojos del reloj.

— Bien, tengo un plan. Pero necesito que confíes en mí— pidió Louisa tratando de sonar tranquila. Asentí instantáneamente: yo nunca había dudado de ella.

— ¿Cuándo partimos?— pregunté de inmediato.

— No, no partiremos hasta que ellos lleguen— me respondió con firmeza.

— ¿Qué? Eso es un suicidio. Sabes bien que nos matarán, si nos encuentran. La primera vez, fue suerte que no lo hicieran.

— Dijiste que confiabas en mí— me reprochó.

— Eso fue antes de que respondieras— grité nerviosa.

— Ahora no es momento de discutir.

Me acerqué a la ventana al oír ruidos afuera. Eran ellos. Habían llegado. Me volteé para ver a mamá, pero ella se sentó en el sillón junto a Jenna, quién sonreía descaradamente. Por un momento creí que mi corazón abandonaría mi cuerpo. Tragué saliva al distinguir a las figuras que se adentraban hacia la casa: Tyron Lynch, otros guardias, y la reina en persona. Me llevé la mano a la frente, y mi respiración se aceleró. Oí varias voces, mientras golpeaban la puerta.

Mi madre, para mi sorpresa, se levantó con serenidad y abrió. Todos se precipitaron a la sala, incluyendo la madre de Jenna y Mafera. Esta última tenía un libro en sus manos: el que se me había caído la noche anterior. Solté un grito ahogado al ver cómo jugueteaba con él, mientras arrancaba las hojas una por una. Sentí la mirada fría y malvada de Tyron clavada en mí.

— Supongo que conocen esto— susurró la reina con su acostumbrada falsa dulzura, mientras tiraba a la chimenea lo que quedaba de mi libro. Sentí el impulso de ir por él, salvarlo si aún era posible. Pero no me moví: estaba impactada. 

— Alteza, no entiendo de qué habla— respondió mi madre tratando de sonar indiferente y convincente.

— ¿Te atreves a mentirle a tu reina?— preguntó Tyron asombrado.

— Puedo ver que mientes en tus ojos, en tus actos, en tu forma de hablar. Nadie puede engañarme, repito: ¡Nadie!— amenazó Mafera acercándose a mamá.

Sunlight (ya disponible en físico)Where stories live. Discover now