CAPÍTULO 1: LA EXCEPCIÓN

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Es bien sabido que tratar con el U.S.A. actual era casi idéntico que jugar a la ruleta rusa; por muy irónico que parezca.

Después del cambio de poder presidencial en Estados Unidos hace un par de años, este ha sufrido de varios cambios, en los cuales desgraciadamente sobresalen y lideran por cantidad los que significaron más un mal que un bien para el mismo país, para los que le rodean y al countryhuman que le representa.

U.S.A. hace ya muchísimo tiempo que no pasaba por un período de bipolaridad tan marcado como el de ahora. Por el tema de que entre su gente se está viviendo como nunca un caos de conflictos de ideales, que se extiende desde la convivencia con extranjeros hasta la política y el mismo ejército, todo aquello se ve reflejado en su personalidad.

En su interior se está llevando a cabo un duro enfrentamiento de lo que piensa su pueblo, ciudadanos de nacionalidad estadounidense u otra, políticos, comerciantes, militares y el propio presidente; tiene tantas voces en su cabeza, cientos, miles, que han provocado que ignore y olvide su propio voto. Y es mejor ni hablar de su maltratado "corazón".

Es tan inestable y cambiante que a la mayoría estar cerca de él le asusta e intimida; quizás no tanto como cuando comenzó o cuando pasó por momentos tan tensos e inquietantes con Corea del Norte o con otros de sus aliados, pero persiste.

Casi depende de tener o no suerte el que cuando interactua con otro país, no lo piense dos veces y explote.

Con la gran mayoría era así, por muy a su pesar y vergüenza. Eran pocos los que hasta el momento se habían librado de su inestabilidad mental y emocional; o al menos en gran parte, sin tener que experimentar sus crisis más fuertes, violentas, ni tener que escuchar los insultos más ofensivos.

Entre esos escasos afortunados se encontraba quien era lo más cercano que tenía a una figura paterna, la mosquita muerta de su vecino territorial y compañero de historia, el raro aficionado a los animales de sangre fría y arácnidos, y por más que sorprenda, a quien muchos llaman grotescamente como su 'perra'.

Oh, aquel apodo era otro de sus detonantes, generalmente terminando en ataques de ira.

Ni siquiera con quien le obliga a llamarle "Padre" le era tan fácil el volver a la calma, aún cuando técnicamente estaba obligado a no explotar en su presencia.

Pero con él, joder, en frente de él ha tenido un número de crisis que son fácilmente contables con los dedos de las manos; aquello aliviando su conciencia. Estando cerca suyo le invade una calma tal que es capaz de hacerlo tranquilizar, respirar y razonar para evitar hacer o decir algo de lo que pueda arrepentirse más adelante. Quizás sea por los años que llevan de conocidos, quizás por el entendimiento y empatía mutua que tienen hacia ciertos temas o quizás por cualquier otro motivo existente que el estadounidense aún no logra comprender en su totalidad.

Sin embargo y pese a su permanente confusión, lo que a U.S.A. le ha quedado muy en claro, era que él era la excepción a la regla.

Con él podía interactuar sin ser juzgado, podía respirar tranquilo y hablar con soltura; sin estar concentrado en que era propenso a sufrir de una crisis cada cinco minutos y si es que sufriera de una, y aunque fuera dirigida hacia el mismo latino que por alguna razón no fue capaz de contenerlo, tenía la confianza suficiente para asegurar que este estaría a su lado pese a todo, que aunque le hiciera llorar, no se iría de su lado.

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