Extra

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Tras las paredes de aquella enorme mansión, solamente se escuchaban los ruidos de las tuberías y aveces el crujir de la madera de las puertas.

Algunas ramas de árboles arañaban suavemente los cristales de las ventanas al ser movidos por el viento.

El tic tac de los relojes resonaba en todas partes y allí, en la oscuridad, se podía apreciar un muñeco de porcelana sentado en una silla y mirando en dirección a la puerta.

Veinte años ya habían transcurrido y el polvo ahora cubría todo su cuerpo junto con algunas telarañas. La mansión había sido abandonada al igual que él. Solo en la penumbra, únicamente mirando hacia un punto fijo sin poderse mover.

Noche y día, esperando a alguien que lo liberará... Hasta que finalmente una pareja de drogadictos encontró aquella mansión.

—¡Mierda!— gritó el chico al abrir la puerta y encontrarse a cierto muñeco mirándolo.

—¡Oh dios!— la chica se acercó a él y lo observó detenidamente.— Parece real.— murmuró y comenzó a limpiar con sus dedos el rostro lleno de polvo del muñeco.— Es muy hermoso.

—No me parece gran cosa.— respondió él un poco incómodo por aquella presencia.— Oye mira, tiene una hoja en la mano.

Sin pensarlo un poco, se la quitó a YoonGi y la abrió encontrando algo que le resultó extraño.

—¿Qué dice?

—Reglas.— comenzó a leer.— Dí su nombre en voz alta.— frunció el ceño y miró a la chica.

—¿Y cuál es su nombre?

—Min YoonGi.

Esperaron que sucediera algo, pero nada pasó, así que ignorando al muñeco, ambos caminaron por la sala hasta sentarse en los sillones y finalmente sacaron las drogas y empezaron a ingerirlas al mismo tiempo en que se besaban.

Aquella noche, les resultó tan agradable que la pareja decidió quedarse un poco más, paseando por todas partes como si fuera su propia casa. Y así estuvieron por casi una semana.

—Creo que ya es hora de marcharnos.— dijo ella sintiéndose cada vez más incómoda por la presencia del muñeco, pues podía jurar que había cambiado de posición completamente solo.— Ya no me gusta éste lugar.

—Oh vamos... Es el mejor maldito lugar en que hemos estado.

—Pero no me gusta esa cosa.— dijo señalando a YoonGi.

—¿Es enserio? Ese no es ningún problema... Me deshare de él.

Besando los labios de su pareja, tomó a YoonGi en sus brazos y le resultó bastante extraño que pesara tanto y que además se sintiera blando, como si fuera una persona, aunque podía ver que sus ojos eran de cristal y la piel de su rostro era de porcelana.

Caminó con él por la oscuridad de la noche, pero en el camino comenzó a sentirse mal y sintió como si una de sus piernas de pronto se quedará inmóvil.

—Mierda.— murmuró y bajó al muñeco de sus brazos para descansar.

La chica esperó paciente en la sala, escuchando música a un gran volumen mientras bailaba suavemente y movía algunas cosas de lugar.

Sin embargo, luego de cuarenta minutos, su novio aún no volvía y aquello le preocupó, así que dispuesta a salir a buscarlo, tomó una sábana y abrió la puerta. A lo lejos se lograba ver una silueta.

—¿Cielo? ¿Qué pasó?

La chica no obtuvo respuesta, pero su rostro se fue desfigurando del terror al ver que quien se acercaba, no era su novio, si no aquel muñeco que los había recibido antes.

Su cuerpo se petrificó y antes de desmayarse, lo escuchó murmurar.

—Una vida, por una vida...

Dollhouse.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora