Capitulo 10

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Salió de la cocina y se dirigió al establo. Por el camino podía escuchar como un caballo relinchaba y se imaginó que sería la yegua que Thomas estaría domando.

Se acercó con sigilo, para poder espiarle en su trabajo. Le encontró en un cercado llevando a la mencionada yegua de una cuerda, al parecer estaba cansada y hacía todo lo que Thomas le pedía.

Se apoyó suspirando en la valla, escuchándole susurrar en gaélico a la yegua. Sonrió suspirando, no entendía nada pero le gustaba escuchar esa lengua.

Le daba la espalda, y Bill aprovechó para hacerle un buen repaso de arriba abajo. Vestía solo una camisa blanca, un kilt y botas altas, por las que asomaba el borde de unos calcetines de lana.

El pelo lo tenía semirecogido, pero con el esfuerzo de domar a la yegua varios mechones se le habían soltado y le escuchaba resoplar para echárselos a un lado cuando le molestaban.

No se dio cuenta que Thomas había dado media vuelta y le había descubierto mirándole embobado, con una amplia sonrisa en sus labios. Sonrió él también, no podía negar que Bill tenía su atractivo.

— ¿Qué tal el día?—preguntó yendo a su encuentro.

Bill carraspeó y se aferró a la cesta que llevaba.

—Te traigo el almuerzo—explicó—Tu madre me ha pedido que así lo hiciera y cambiase tu vendaje.

Thomas asintió en silencio y primero dejó a la yegua en manos de un chico de unos 15 años que le había estado ayudando. Una vez más, Bill escuchó como hablaban en gaélico y por más que quiso poner atención, no captó ninguna palabra que pudiera tener para él significado alguno.

—Vayamos al establo—dijo de repente Thomas señalándoselo a Bill con la cabeza.

Bill le siguió como un corderito, y se sentaron sobre la paja. Decidió cambiarle la venda antes de comer, y para eso le pidió a Thomas que se quitara la camisa.

Tuvo que morderse el labio al ver como levantaba los brazos y tirando de la camisa dejaba al aire su musculoso pecho, se notaba que estaba en forma y que era un buen guerrero.

Sacudió la cabeza y se concentró en su trabajo. Retiró la venda vieja, lavó con cuidado la herida sintiendo que a pesar de tratar de comportarse como un guerrero valiente Thomas no pudo evitar gemir por lo bajo cuando aplicó el contenido de una botella que Claire había preparado, una mezcla de hierbas usadas a modo de antiséptico.

Se dio toda la prisa que pudo, pasando con suavidad la venda con la que limpiaba la herida sobre la piel de Thomas. Con la mano que tenía libre, se apoyaba en la espalda de Thomas para hacer mejor su trabajo. Podía sentir su cálida piel al contacto de sus dedos, como se erizaba bajo sus caricias y pensó que tal vez tuviera allí cosquillar...

Carraspeó y se concentró en su trabajo, volviendo a cubrir la herida con una venda nueva.

—Está cicatrizando bien—comentó Bill una vez colocada la venda.

Cogió la camisa y ayudó a Thomas a ponérsela, quien se lo agradeció con una inclinación de la cabeza.

—Mi madre es la mejor con sus hierbas—dijo Thomas sonriendo—Las conoce todas, prepara tónicos que curan desde un simple dolor de cabeza a una herida de bala. Muchos piensan que hace conjuros y...

Thomas se calló de golpe, pensando que había hablado de más de su madre. Sobretodo de cierto tema, y ante un desconocido que por muy bien que le cayera no debería contárselo.

—Creen que es una bruja, ¿verdad?—preguntó Bill en voz baja.

Thomas asintió con la cabeza suspirando.

Once in a lifetime (Je suis prest)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant