―Lo intentaré. Tal vez nos veamos, pronto. ―Cuando los niños crecieran.

La risa de Mickey llegó a través de la línea. ―Reconozco cuando alguien me da largas. Cuídate, hombre.

―Nos vemos.

Colgó, cerrando los ojos y rezó. ―Por favor. Por favor, Ruthy. Estoy tratando tan duro por ti, por ellos. Ayúdame a tomar la decisión correcta. Te echo de menos, perra.

―¡La comida está lista! La alegre llamada vino de la cocina.

―Ya voy. ―Se secó los ojos y se dirigió a la cocina―. Pareces bueno, hombre. Si lo deseas el trabajo es tuyo.

―¿En serio? ¡Es maravilloso! Lo deseo. Lo quiero. ¡Gracias! ―Harry le sonrió, luego se acercó a él, mirándolo como si fuese a abrazarlo. En cambio, en el último minuto, una mano salió disparada.

Estrechó la mano de Harry, tratando de sonreír. ―¿Puedes empezar ahora? Quiero decir, parece que lo tienes todo controlado.

Harry sonrió y asintió, girándose hacia la mesa donde Bruno estaba sentado junto a su propia y muy pequeña pizza. ―Lo haré. Sin embargo, debería ir a casa esta noche y traer mis cosas de vuelta mañana. ¿Está bien? Es sólo que no tengo siquiera una muda de ropa o cualquier cosa.

―Eso es completamente razonable.

―Genial. Te hice una pizza de tomate, jamón y queso, pero si quieres un tipo diferente...

Fue entonces cuando se dio cuenta que la mesa estaba puesta para tres, Harry que al parecer se sentaría junto a Bruno y él,

Elizabeth se encontraba todavía en su asiento para bebés en la esquina, durmiendo al parecer.

―Eso suena bien. Gracias. ―Se sentó, mirando fijamente al plato, de repente estaba tan jodidamente cansado. Había estado en su casa, sólo con los niños, durante dos semanas, era casi abrumador tener ayuda y no ser el único adulto. 

―¿Qué quieres tomar? ―preguntó Harry, abriendo la puerta de la nevera. 

―¡Fugo de manaza! ―gritó Bruno.

Harry se echó a reír. ―Está bien, un zumo de manzana, un biberón y...

―Me gustaría una cerveza, por favor. ―Louis le sonrió a Bruno―. ¿Quieres que corte tu pizza?

―¡No! ¡Yo lo hago!

―Ese cuchillo está bastante desafilado, no debería poder hacerse daño con él. ―Harry le entregó una lata de cerveza―. ¿A menos que tengas una de esas ruedas para cortar pizza?

―Si tengo. ―Se puso de pie, dirigiéndose a uno de las docenas de cajones meticulosamente organizados―. En este cajón están todos los utensilios cortantes. ―Sacó la rueda y sonrió―. Compré este en Chicago durante un festival de comida. ―Zayn y él se habían conocido ese fin de semana.

―Genial. No pude evitar darme cuenta que no has protegido el lugar a prueba de niños aún. ¿Es algo que te gustaría que hiciera? ―Harry se sentó a la mesa con un vaso de agua y una pizza, que se veía igual a la de Louis, para él.

―Yo... puse un seguro en el gabinete de las medicinas. ―También había puesto todos los objetos frágiles a por lo menos metro veinte de altura. Sabía que tendría que hacer algo acerca de las escaleras cuando Elizabeth empezara a gatear, pero todavía no ere el momento.

Harry le sonrió. ―¿Qué pasa con ese encantador cajón con objetos punzantes del que acabas de sacar el cortador de pizza? ¿Qué hay de las escaleras? ¿Tienes una puerta para eso? ―Harry negó―. No estoy tratando de hacerte sentir mal, hombre, sólo hace unas semanas que te has hecho cargo de los niños, por lo que no es de extrañar que no sepas por dónde empezar. Pero hay cientos de formas diferentes para que un niño pueda lastimarse a sí mismo y es bastante fácil tomar precauciones. Puedo pasar por la tienda mañana cuando regrese.

papá, papá y yo ✧ larry stylinsonWhere stories live. Discover now