diecinueve

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Bruno había tomado la noticia mejor de lo que Harry se habíaesperado. Había estado más alterado porque Louis no pasara con ellos la próximasemana que por el hecho de perder la casa. Harry pensó que ese concepto todavíano era real para Bruno. Sin ver la casa, era algo irreal.

Una vez que le dijeron que Louis llamaría todos los días yque todos estarían juntos de nuevo el fin de semana, Bruno se había calmado.

Ahora, cuatro días más tarde, Harry y los niños tenían unarutina en marcha con Samantha y Mike. Era raro, tener a otros adultosalrededor, en la tarde y la noche, pero aparte de extrañar bastante a Louis,Harry se estaba adaptando tan rápido como, al parecer, los niños lo hacían.

Esa mañana, era la introducción de Elizabeth al puré debatata con resultados hilarantes. Era mayor la cantidad de comida que iba fueraque la qué iba dentro, pero Bruno estaba casi al borde de las lágrimas de tantoreírse y Harry no podía culparlo.

― ¿Quieres intentarlo? ―Le ofreció la cuchara a Bruno. Talvez ella sería más feliz si venía de su hermano. Sin duda lo adoraba.

―Lo intento. ―Bruno le dio de comer un bocado, con muchocuidado y Elizabeth babeaba, empujando el puré con la lengua.

―Tienes un talento natural para esto. Debe ser porque túeres su hermano mayor. ―Dios, amaba a estos niños. Menos mal que estabaenamorado de su padre. Un pensamiento pasó por él, podría haberlos perdido atodos en ese incendio. Se acercó y abrazó a Bruno con fuerza, sin importarleque ambos estuvieran en el comedor cubiertos del anaranjado desastre de puré.

― ¿No es una... desastrosa escena? ―Samantha llegó,sonriéndoles a todos―. Voy a salir al jardín para que tener todo listo paraHalloween. ¿Alguien quiere venir?

Bruno se retorcía en sus brazos.

― ¡Yo! ¡Yo! ¡Halloween, dulces!

Harry se rio entre dientes.

―Si no me necesitas, veré si puedo conseguir que Eli coma unpoco más y luego limpiaré todo.

Samantha y Mike habían sido muy buenos con ellos.

―Vamos a estar bien. ¿Has hablado con Louis hoy? Les dijeque los tres que son bienvenidos a quedarse todo el tiempo que necesiten,pero... bueno, tiene que venir a visitarnos.

―No ha llamado todavía. Lo hará cuando se despierte, estoyseguro. ―Miró su reloj. Eran casi las diez, apostaría que Louis llamaríapronto. Esperaba que así fuera. Echaba de menos a su amante, mucho y sabía queBruno y Elizabeth también lo hacían.

Necesitaban organizar lo que iban a hacer para que los niñosy él pudieran estar con Louis, incluso si era sólo una solución temporal.

Louis siempre sonaba tan monótono, tan tranquilo porteléfono. Cansado. Distante. Deprimido. Necesitaba a su familia con él. Harrysabía que era difícil ver lo positivo dada las circunstancias, pero centrarseen lo negativo y estar deprimido no era una manera de vivir.

―Sólo grita cuando llame, Harry y enviaré a mi nieto.

―Lo haré.

Se despidió de Bruno mientras el niño salía con Samantha yvolvió su atención a Eli y su anaranjado desastre.

―Muy bien, señorita. Vamos a probar con un poco más esto,antes de darte el puré de manzana.

Ella se rio de él, sus manos golpeando la bandeja de lasilla.

Él rio en respuesta y luego trató de probar el puré debatata por sí mismo.

―No están nada mal. Necesitaba algún aderezo, pero aun asíestaba bien. ―Tomó otra cucharada pequeña y la metió en la boca del bebé.

papá, papá y yo ✧ larry stylinsonWhere stories live. Discover now