―Tienes que parar esta mierda, hombre.
Louis parpadeó hacia su hermana, tratando de averiguar dequé jodidos estaba hablando.
―¿Huh?
―Todo este asunto de mierda depresivo-evasivo-centrado en timismo. Ya no funciona. Perdiste la casa. Es duro. Estás teniendo unos días demierda en el trabajo porque estás jodido. Gran cosa. Tuviste el mal gusto desalir con un cabrón psicópata quema casas. Supéralo.
Él la miró.
―Estás siendo de mucha ayuda.
Gominola se dejó caer en su regazo.
―Sí. Lo estoy. Zayn es un imbécil. Está desaparecido y lapolicía no puede hacer mucho. ¿Qué quieres? ―Ella le dio un golpecito justo enla nariz― Y no puedes decir 'mi casa de regreso,' porque uno, no puedes tenerlay dos, esa es una respuesta cobarde.
―Quiero que me dejes en paz.
Ella le dio un manotazo.
―Esfuérzate más.
―Quiero dejarlo todo.
Ella inclinó la cabeza.
― ¿Tu relación con Harry? ¿La responsabilidad de los niños?Porque ahora sería el momento de hacer eso.
―No. ―No, de eso estaba seguro. No quería joderla tratandode lidiar con Harry, la casa y todos los planes, pero eso no era cosa de Harry.Esa era su mierda.
―Entonces, ¿qué? céntrate, Louis. ¿Qué quieres dejar delado?
―La ciudad. Las horas en Dejeuner. Quiero... ―Suspiró y Charlottele dio un golpecito en las costillas.
―Sigue adelante.
―Quiero a los niños conmigo. Quiero ver a Harry. Quieroestar más cerca de Mike y Samantha para que poder tener algún tiempo de adultoscon mi amante. Quiero un pequeño restaurante de mi propiedad para que los niñospuedan venir a verme. Quiero una casa sin costosas y lujosas bañeras de mármolaunque la verdad es que nunca me gustaron. ¡Quiero un maldito perro!
― ¿Entonces por qué no lo haces?
― ¿Qué? ―Lo que ella decía, no tenía ningún sentido.
― ¿Por qué no vas a buscar a tu familia y consigues esascosas, idiota? Tienes dinero, eres joven y estás sano, y todo ―Charlotte no seestaba riendo ahora―. Ve a recuperar tu vida y deja de revolcarte en tu propiadepresión.
―Oh, ¡jódete, perra!
Charlotte se rio por su arrebato.
― ¿Te sientes mejor, hombre?
Él la miró, se echó a reír, sintiendo su pecho más ligero.―Sí.
Ella lo abrazó. ―Debes escucharme más a menudo, ya sabes.
―Yo... ―Ella estaba en lo cierto―. Te odio.
―Lo sé. Es una mierda, tío, pero es lo que hay. No puedesestar lamentándote por siempre... tienes bebés que criar.
―Sí. Tengo que verlos.
―Ve esta noche. Te necesitan.
Louis asintió, su cerebro haciendo los planes que habíaquerido hacer desde hacía meses, pero que no había tenido el coraje de ponerlosen práctica. Cogió su teléfono, tenía que hacer algunas llamadas.
Apenas se dio cuenta del suave susurro de Charlotte.
―Resérvame una habitación para cuando los visite, Louis.
