Rojo

1 0 0
                                    

— ¿Oh ahora yo tengo la culpa de todo lo que está ocurriendo ahora? — gritaste mirando a esa persona en los ojos — ¿Soy yo quien hizo esto?
— ¡Siempre fue tuya! Esta conmigo almorzando, esta conmigo porque me ayuda con tal materia. No creas que soy idiota, ¡se que no quieres verme de nuevo! — su mirada transmitía dolor, pero a la vez podía llevarte a mirar un odio, un rencor guardado.
— Todas esas cosas son ciertas, pero debes de escucharme, ya es parte de mi vida, tu también lo eres — te acercaste más a lo que pensaste que era tu fin — Pero debes de entender que a veces las cosas cambian igual.
— Mierdas, todas las cosas que dices son mierdas — te empujo con fuerza, haciendo que cayeras de espalda, quedando en el suelo — Te has comportado de una manera fria, diferente ante mi.
— Ah...ahora habla "Persefone",  quien solo es primavera y es calmada; ¿y ahora soy Hades? ¿El malo de todos? — te paraste molesto ante eso, ya no permitirias algo así — Todo lo que he tratado de hacer es por ti, quiero que todo pueda ser igual aunque las circunstancias sean diferentes.

Quien antes creías que era tu persona favorita, con quien querías acabar tu vida riendo, que sus hijos te llamaran como alguien de la familia, ahora parecía alguien que no te quería en tu vida.
Tomaste tus cosas y acomodarste ese gorro naranja y azul sobre tu cabeza, ya no querías discutir, en algún momento querías que todo acabara, sabías que esto no iba a ser el fin.

— Tu eres parte de mi vida
— No lo parece,ya no más
— ¿En serio crees que eres la única persona que se siente asi? — tu mandíbula se tensó — ¿No crees que yo me siento fuera?
— No para otros — ya no te miraba, estaba guardando unas cosas y su voz parecía indiferente — Tu no te sientes impar, tu no te sientes un extra, tu no sientes que ya no valdras para los demás. No sientes que no encajas, que eres solo una mala rueda.

Un silencio se formó entre ambos, miraste el suelo con ese sentimiento de tener algo en el corazón que no podía salir, algo que no haría que llorara por eso.
Ya no te sentías así para llorar.
No sabías cómo describirlo ahora.
¿Era rabia?
¿Impotencia?
¿Enojo?

— Lo sabia, nunca te sentiste así — se río con algo de sarcasmo — Siempre brillante, siempre llenabas a los demás de ese algo que tu tienes, solo tu y solo tu quien importa, nadie más, solo lo que hay en tu pequeño mundo ahora, quienes te rodean, te volviste en alguien egoísta.

Se giró y sus ojos estaban rojos, tenía lágrimas en los ojos y marcas de haber llorado estaban en su rostro.
Camino a donde estabas y te agarro de la sudadera que tenías puesta con fuerza , acercándote a su cara.
— Eres aquella persona que nunca se separa de las personas que lo tratan bien, como un perrito faldero; y olvida a quienes lo volvieron quien es en realidad, a quienes estuvieron antes.
Quienes siempre estuvieron ahí, quienes —
Antes que acabara, ahora tu fuiste quien empujó al contrario, ya no aguantaste más, todo lo que tenías tendría que salir.
— ¿Crees que no me he sentido que en algún momento me olvidaran? ¿Que alguien me verá y me dirá que ya no quiere verme por como soy? Si, puede que sea alguien que está detrás de otros por aprobación, pero es por miedo al rechazo. A que no sea alguien quien quieran, a que tu me rechazas, que se cansen de mi, que ya no sea suficiente para alguien, para ser lo bastante importante para no ser dejada atrás.

Ahora estabas llorando, ahora tenías tu corazón palpitando a una velocidad que no pensaste nunca.
Ya no tenias filtro, ya tu lado nervioso no funcionaba y solo escuchabas a una pequeña voz que te decía que siguieras hablando.

— He consumido todo lo que siento, tratando de hundirlo en mi ser, dejarlo tan abajo que carcoma todas mis esperanzas. Nunca di razones para pensar que fuera así, siempre te consideré, siempre quise salir, pero nunca hubo la oportunidad por lo que esta ocurriendo — la voz te temblaba y sentías que no podrías decir más, pero decidiste seguir — ¿No crees que lo he visto cuando sales con personas de tu salón cuando no me decías nada? ¿Crees que no me duele igual? Yo no soy la única culpable siempre he tratado de ver una manera de vernos.
— El tratar nunca te ayudo, no nos ayudo a ninguna, dices promesas huecas que no cumples, las dejas y cuando vuelvo al tema las vuelves a hacer, solo te importas tu.
— ¿Y TU QUE DEMONIOS CREES QE ESTAS HACIENDO? Solo hablas de ti ahora, nunca tomas como se siento, como se siente cuando solo dices que te dejo atrás pero solo quiero sentir que algo que hago con alguien no está mal para ti o para el mundo.

Se miraron desafiando quien podía ser el que podía dar el argumento final ante eso.
El celular de alguna de ustedes dos sono, nadie quiso contestar, lo dejaron sonar hasta que paró.
Nadie supo cuánto pasó, que se miraron en silencio, gritando se palabras que nadie se atrevió a decir.

— Nadie aquí es un santo para decir que queda limpio ante esto — seguiste mirando.
— Y nadie, específicamente alguien es lo bastante recto para recalcar eso.
— Espero que te refieras a ti.
— ¿Realmente quieres seguir? ¿Quieres seguir contándome tus penas?

Decidiste solo voltearte y caminar a la salida, sin decir o reclamar algo más, ya no querías dar explicaciones.
Ya no querías volver a donde ambos no sabían que decir, que se quedaban así un tiempo y después todo volviera a lo que llamaban normalidad.

— Si ya no quieres verme lo entiendo, quise intentar cambiar lo que pensé que era mi culpa, cambiar lo que era yo... encontrar tiempos, no sentir lo que siento solo escuchado lo que tu decias por todo esto antes — te detuviste en la puerta sin mirar atras— Quizá es mi culpa, pero quizá también sea tuya. Quisimos que fuera diferente, nunca cambio quien eras en mi, nunca cambio que valor tomaste, nunca fuiste un extra, nunca fuiste eso...yo me siento así, como si esta historia no fuera mía. A veces solo quisiera arrancarme el corazón fuera del pecho...volver a quien era antes contigo...

Ya solo te marchaste.
No sabías que color era esto o que sentías en esos momentos
Ya no sabías si debías volver para esperar como siempre.
Ya no querías esperar a que llegara.
Estabas cansado.
Querías llegar a casa, no querias más.
Ya no querias hablar.
Con todo el corazón querías volver
A donde ella decidiera ir, querías apoyarle, querias animarle, pero ya parecía imposible ya.

Estando lejos, cerca de una ventana solo veías el cielo.
Nubes naranjas en el cielo, muy pocas.
El sol deslumbrando todo, pero además del lavanda y un leve naranja, solo podías ver un color predominante.
Rojo.
Solo eso.
Un rojo oscuro frente a ti.
Quizá siempre lo estuvo, pero nunca hubo fuerza de admitirlo.

Las Pequeñas Historias de la Chica InvisibleWhere stories live. Discover now