Cuando Amas a Alguien.

4 1 0
                                    

Él se encontraba caminando hacia donde se encontraria con esa persona especial, debía decirle algo importante, algo que cambiaría su relación con lo que apenas tenian, o al menos con el familiar que conocía desde hace dos años.

Pensó en cuantas veces deseo tomar el rostro de esa persona y besarlo tan rápidamente que no tendría tiempo de procesar lo que hizo; en unas cuantas ocasiones idealizaba una cita perfecta, comer helado, ir al cine, tomar su mano mientras hablaban de cosas sin importancia.
     Soñaba en como hubiera sido ser tan cercano en donde podía abrazarla y susurrarle al oído cosas lindas, consolar sus noches de penas y decirle que todo estaría bien.

Ante recordar todo eso en su camino, las mejillas del chico no dudaron en tornarse rojas y que una tonta e inocente sonrisa apareciera en su rostro.
     Y no podía evitarlo, esa persona le había hecho suspirar tanto por algo apenas imaginable, creer cada pequeña insignificante señal en donde creia que poco a poco se acercaban más, lo hizo sentirse celoso por que parecía que cada vez que el salia del salón, podía encontrarla con alguien mas y demostrar tanto romanticismo.
     Le hizo amarla y odiarla; odiar al amor y amarlo de una manera que lo confundía.

Le dedico en silencio tantas canciones de amor y desamor que no sabia que sentía, no sabia si se había encandilado de su bella sonrisa, o solo estaba obsesionado con algo que nunca tuvo.
     Incluso sentía que podía gritarle lo que sentía y confesarlo frente a millones de personas, pero le aterraba lo que ocurriría. Porque estaba enamorado desde secundaria, un amor platónico que nunca ocurriría. Se había encerrado en algo que deseaba, solo viendo el exterior, sin conocer lo que realmente era.

Se sentía tan tonto al pedirle que lo viera en el centro, en una banca cerca de una heladería,  solo lo había hecho para poder hacer algo rápido y sin respuesta, no quería pasar mas vergüenzas por su propia estupidez.
     Al llegar al lugar, la vio sentada fuera del lugar, tenia sus audífonos puestos mientras miraba el celular; su cabello corto y ondulado la hacia verse adorable.
No podía evitar sentir ese hueco en el estomago y que pusiera a morderse el labio con nervios.

Tomo un gran respiro y camino a ella decidido a lo que diría, practicándolo mentalmente para no equivocarse. Cuando llego, no pudo evitar sentir el nudo en su garganta, entonces lo dijo rápido.

— Me gustas — cerro sus ojos y apretó los puños ya que no quería ver.
No escuchó respuesta de ella, abrió lentamente un ojo y la vio quitarse los audífonos. Bloqueo su teléfono y lo miro confundida.
— ¿Que acabas de decir? — ella le preguntó guardando todo en su pequeña mochila que tenia a un lado.

Aquel chico abrio sus puños y sus ojos bien, tomo un gran respiro y hablo ahora de una forma tranquila y determinada, era ahora o nunca, no se arrepentiría ahora.
— Me gustas Elena — sus palabras parecían sinceras, pero algo mecánicas.
     Ella lo miro algo incomoda, no sabia que hacer, ambos se quedaron en un silencio gélido por aquella revelación.
—Yo...— Elena había comenzado a decir hasta que el la interrumpió.
— Esta bien, no quiero una respuesta — le dijo tomando sus manos por detrás de la espalda para esconder el temblor que estas tenian — Solo quería decirlo... Nunca fui muy valiente para confesartelo, y de seguro debe de ser muy extraño o patético.
- Gabe...
     Él se acercó a ella y beso su mejilla, un roce tan suave y ligero como si hubiera sido una pluma.
Después se alejo y le dio una de sus mejores sonrisas, tratando de ocultar las ganas que tenia de llorar en esos momentos, tenia de una idea de que le podía decir.

— Lo lamento por hacerte venir hasta aquí solo por eso, ten cuidado al regresar a casa.

Gabe camino sin prisa, con un paso seguro, sin saber a donde se dirigia, pero con el corazón acelerado y una mente que le hacia sentirse de lo peor; paso una hora hasta que encontró lugar para sentarse.
     Cuando lo hizo, se quedo unos segundo quieto y comenzó a llorar sin hacer ruido, se sentía patético, se sentía indefenso, como si hubieran cometido lo peor del mundo.
     Las lagrimas salían sin control, su cuerpo comenzaba a temblar y tenia las ganas de gritar para poder deshacerse de esos malos pensamientos.

Pequeñas gotas comenzaban a sentirse sobre su cabeza, miro arriba y pudo ver que el cielo estaba nublado, comenzaba a llover, y el no tenia paraguas.
     Miro el cielo mientras el agua comenzaba a caer con mas frecuencia y velocidad, ese olor típico le hizo sonreír un poco.
     Recordó lo que quería decirle cuando la tuviera frente a frente, pero ahora sabia que eso era dedicado a el, era algo que se diría hasta que su corazón dejara de emocionarse al verla.

"A pesar de todo esto voy a sonreír, al inició fingiré estar bien sin ti, pero poco a poco se hará realidad."

Cerro sus ojos cansado y dejo que la lluvia lo empapara, ya no le importaba nada, había dicho lo que sentia, aunque sentiria la culpa y quizá la relación con la hermana de Elena se vería arruinada, más sin embargo, él no podía evitar tener ese sentimiento de paz y al mismo tiempo, la tristeza de no haber sido suficientemente bueno para que ella se fijara en el.

•💚•

      Por el otro lado de la calle, contraria a donde él se encontraba sentado, Elena lo miraba debajo de un paraguas azul celeste.
Ahora ella le miraba diferente, podía decirse que comprendía eso que él sentía.
    Por alguna razón quería abrazarle y consolarle, sin decir una palabra, solo estar así en silencio sin decir nada.
Quería que el llorara sin importar nada y que ella le acariciara la cabeza con delicadeza, deseando que eso desapareciera.

     Sin darse cuenta, ella pudo entender una frase que había oído no hace mucho tiempo.

Cuando amas a alguien.
Tanto que se desborda.
Puedes ver todo lo que deseas vivir con esa persona.
Es tan impresionante.
Porque así es como es.
Incluso si quieres tomar su dolor y sentirlo por ella.

Las Pequeñas Historias de la Chica InvisibleKde žijí příběhy. Začni objevovat