Indeleble

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Holi a todos, aquí estoy de nuevo.
Espero que os guste.
@MERYELLOWW

Recuerda haber puesto la luna en sus manos, alcanzar al menos un vértice de cada estrella de la galaxia y haber rimado cada verso únicamente por ella. Haciendo su propio universo particular en forma de burbuja, esa indestructible a los ojos de dos almas que no ponían objeción a pecar, a amar. Sin límite alguno.

Puede notar el peso de sus propios pulmones y la irregularidad del ritmo del aire que entra en ellos. No es que ocurra de forma rutinaria, pero el gallego no puede evitarlo en un día tan señalado, y tampoco puede dejar pasar los recordatorios de sus redes sociales. Lejos de normalizar, pese al transcurso de los años, el vacío que habita en su pecho, se recrea en el recuerdo de todas y cada una de las sonrisas que ella ahogó en el cuello ajeno algún día terriblemente atrás para Luis.

Y es que ni puede ni quiere olvidarla.

Considera que fue hace minutos, pero realmente lleva inmerso en esos recuerdos horas muertas en su oficina. Durante el trayecto hacia su jornada laboral ya hizo un repaso de todas y cada una de las imágenes que se le aparecían en su teléfono móvil, pero como le resulta imposible concentrarse en esa montaña de papeles que tiene delante tampoco considera que lo que está haciendo sea un delito. Prosigue sentado en esa grieta, una lágrima es la testigo y el dolor que se instala cerca de su pecho le indica que quizás sea el momento de cerrarlo todo y de una vez dedicarse a su trabajo, por el cual le pagan.

Se frota los ojos con desesperación porque, joder, en la última fotografía ha visto la sonrisa más bonita que ha conocido y que desafortunadamente hoy día no ilumina.

Nunca fue una posesión cuando a ella se refiere como su ser de luz particular, porque idolatraba tanto a la persona que hoy cumpliría veinticuatro años que le resulta casi imposible la remota idea de olvidar cada mínimo detalle que aún conserva.

Se niega a borrar los mensajes de texto, perder el número de su antiguo móvil o eliminar su contacto de una vez por todas aún sabiendo que siempre perdurará tatuado en su memoria. Por todas esas últimas veces que intentó contactar con ella aquella noche.

La pareja viajó a Roma meses antes del inesperado desenlace y pateó hasta la última calle de la ciudad sin perder la oportunidad de aprovechar simultáneamente el lecho de su alojamiento en el centro.

Luis conserva las imágenes, las revisa detenidamente y sólo una leve sonrisa se dibuja en sus labios cuando la melena de la chica se interpone en el objetivo de la cámara en un intento de evitar la captura.

Si aún recuerda el aroma de su pelo en aquel instante, ¿cómo olvidar el anillo que se aventuró a ofrecerle en aquel taxi en el que el conductor les llamó la atención, por exhibicionistas, en un castellano chapurreado?

En un instante de lucidez, de cara al presente, comprende que no puede hacer otra cosa que sonreír al momento desde la lejanía obvia y reír a sonoras carcajadas cuando recuerda las cosquillas que le propiciaron los labios de ella en su oreja en un inaudible pero firme a su proposición. Y por regla de tres Luis la ama para siempre y no la olvida, porque prometió no hacerlo por lo verídico del sentimiento que no encontrará en brazos de nadie que no sea ella.

La joven admiró cada imperfección del gallego, supo decirle lo que estaba bien, reñirle por los contables malentendidos entre ambos y finalmente dejarlo descalzo de inseguridades que abarcaban cada rincón de su peculiar personalidad. Le hizo valorar cada acorde que dibujó en su piel en forma de caricia, escuchó cómo hacía sangrar su guitarra con cada canción que le dedicaba y le gritó que le quería con su alma cuando a los diecisiete años, en los inicios de su relación, escapó de casa para reencontrarse con él bajo la lluvia y la clandestinidad establecida a causa de la oposición de sus progenitores.

LimerenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora