Dérive

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Después de una eternidad, finalmente, he regresado.
Espero que os guste.
@Meryellowww

Las agujas del reloj retroceden, se asientan y, simultáneamente, regresan a una madrugada  convencional de 2018 en la que todo el Campus se encuentra entre copas y charlas filosóficas en un local próximo al centro de la vida universitaria de la ciudad.

Ninguno de los jóvenes observa su muñeca izquierda, y los más obsesos tampoco buscan la hora en su derecha, por lo que el ambiente podría mantenerse entre risas y ojos en blanco a causa de las evidencias que comparten que pocos se darían cuenta de que la noche ha caído y que la luna se ha posicionado junto a las estrellas. Otros tan sólo recordarán haberse introducido en el garito a plena luz del día y observarán, con sonrisas bobas a causa del alcohol, el amanecer que en unas horas abordará los límites de la Ciudad Condal de Barcelona.

No es el caso de Aitana, a quien un escalofrío recorre su espalda y la hace estremecer pese a no haber ingerido todavía ni una mísera gota de alcohol. Esperará a su compañía para mojarse los labios y será prudente en la segunda ronda que de seguro le propongan. Después, cuando la noche se ilumine, regresará a casa completamente cuerda y junto a Sauro, su mejor amigo que espera junto a ella y desliza el dedo índice por el hombro desnudo de la chica del flequillo, que se ruboriza de nuevo bajo su tacto.

El muchacho intuye que es frío lo que corroe por dentro a la joven, por lo que la avisa agitando las llaves del coche en su dirección haciéndole saber que regresa al parking en busca de algo de abrigo. Necesita una chaqueta ahora que tan sólo unos tirantes finos la visten, y la agradecerá cuando se encuentre de vuelta con un terrible dolor de pies y el frío no sea un factor que la mantenga de regreso envuelta entre quejas que compartirá con su pobre amigo.

Aitana asiente con la cabeza, y le sonríe al chico de forma dulce cuando este con un leve apretón en su antebrazo se despide jurando tan sólo unos minutos de distancia. Le resulta tierno que, pese a conocer sus debilidades, su mejor amigo crea que se trata sólo de una ventisca que choca con su cara y puede llegar a constiparla. La catalana soporta mucho más, y en estos instantes es el dolor de la pérdida el que alberga en su pecho y quién sabe si algo más adentro, calando al completo su cuerpo y algo de su corazón.

Baraja opciones cuando sabe que es demasiado tarde para echarse atrás y pronto, sin mucho esfuerzo aparentemente, llega a la conclusión de que quizás no ha sido tan buena idea escabullirse de casa para tomar unas aburridas y corrientes copas con su grupo de amigos. Ese mismo que se encuentra reunido cerca del foco en el que se encuentra ella para después reencontrarse con la Aitana que prevén con la mirada gacha y una sonrisa falsa.

La madrugada es fría y la noche te invita a unas pizzas en compañía de una película con palomitas quemadas y medio litro de cualquier refresco que se encuentre en la nevera. Y el huracán que parece colarse bajo las piernas temblorosas de la catalana le indica que no ha acertado con la elección del vestuario que ha empleado, únicamente compuesto por lencería fina en la parte superior de su cuerpo y una falda que se eleva a causa de la ventisca hacia el nacimiento de sus muslos.

Resopla enfurruñada cuando esto sucede, y no oculta su enfado cuando Sauro regresa con chaqueta en mano y una sonrisa a plena disposición de todo el mundo, incluso a los desconocidos que se encuentran cerca de la catalana, la misma que le observa con el ceño fruncido. Esta intenta articular posteriormente, sin éxito alguno, una sonrisa complaciente, pero en parte el chico la comprende, y se limita únicamente a pasar el abrigo sobre sus hombros desnudos.

—Gracias por acercarte.

Es escueta, mide sus palabras, y curva sus labios en dirección de su amigo, que niega con la cabeza y le hace saber,con la mirada posada sobre el iris verde de la chica del flequillo, que no es necesario que fuerce la situación. Puede que con su grupo de amigos esas sonrisas incómodas puedan llegar a camuflarse durante la velada, pero él le hace ver que con su persona no es necesario hacerlo.

LimerenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora