Capítulo 7.1 - Búsqueda infructuosa

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- Sí, entendido. Como entrenadora personal te mueres de hambre, en todos los casos. No me animas mucho que digamos - exhaló Miguel, bufando para poder respirar correctamente.

- Perdón, pero esperaba que los humanos fueran más resistentes, ya que se parecen tanto a los de mi raza. Su fuerza es muy inferior a la nuestra, incluso sus atletas quedan cortos frente a nuestros más comunes compatriotas.

- ¿Por qué son tan poderosos ustedes? ¿En su planeta hay mayor gravedad o qué?

- Nada de eso. La gravedad es similar; sin embargo, nuestros cuerpos están alterados genéticamente para sobrellevar estancias prolongadas en el espacio y para realizar trabajos pesados. Alteramos las fibras naturales de nuestros músculos, añadiendo estructuras proteicas sintéticas más robustas, sintetizadas por genes generados en laboratorio.

- ¿O sea que sus músculos son artificiales?

- Sólo los genes que los producen. El soporte sigue siendo orgánico, casi en su totalidad. Gracias a esto podemos generar más fuerza, elasticidad y potencia, con un gasto energético balanceado.

- ¿Puedes generar esos músculos en mí?

- Ahora no. Debería ingresar el gen específico en el genoma de todo tu cuerpo primero, después podrías generar esos nuevos músculos. Eso me tomaría un buen tiempo antes de lograrlo.

- Puedes, pero te tomaría mucho tiempo.

- Sí. Ahora, sigamos entrenando. Tu corazón no se volverá fuerte descansando tanto rato.

Siguieron corriendo por las calles aledañas al hogar de Miguel, eludiendo el calor del sol para evitar una deshidratación acelerada. Los muchachos iban cavilando individualmente, cada uno con sus pensamientos. Imh vigilaba el estado del cuerpo de su discípulo, a la vez que pensaba en la visita a la base militar; Miguel, en cambio, soñaba despierto con la fortaleza de los habitantes de Ioss, quizás igualable a súper héroes extraterrestres de tiras cómicas, fuerza que podía ser de él si su amiga alteraba su genoma, idea que lo emocionaba como si fuera un niño. 

Miguel también pensaba en su otra amiga, Daniela. Hace una semana habían discutido y no tenía noticias de ella desde ese incidente, ya que faltó a clases todo ese tiempo. Estaba deseoso de demostrarle la veracidad de sus palabras, aunque eso expusiera un poco a Imh, mas no temía a ser delatado por Daniela, sólo le preocupaba perder su amistad de forma indefinida.

- Caminemos de vuelta a casa, Miguel. Debes descansar.

- ¡Gracias a Dios! Pensaba que nunca dirías esas palabras. Estoy exhausto. Mira como me evaporo con tu entrenamiento - respondió el muchacho, mostrando su ropa humedecida por el sudor.

- No te preocupes, estoy constantemente monitoreando tus signos vitales, para que no te mueras por sobre exigirte.

- Menos mal, porque siento como si me hubieran atropellado.

- Es parte del entrenamiento, mañana descansaremos para que estés fresco el lunes, cuando vayas de visita a la base militar.

- Gracias, gracias... Hace tiempo que no estaba tan cansado.

Miguel estaba deshecho. Su cuerpo sucumbía al entrenamiento de la joven, con ganancias aceleradas por la tensión constante de su cuerpo, que hasta ahora había pasado inadvertida para el muchacho. Caminó con dificultad de vuelta a su hogar, con las piernas temblorosas y el torso encorvado. El día domingo descansaron todos en casa, recluyéndose para evitar el caluroso sol veraniego, razón por la cual Imh relajó la musculatura de Miguel para permitirle una verdadera tregua. 

Y llegó el día lunes. Miguel se tomó el día libre para ir a la visita concertada, levantándose temprano para prepararle el desayuno a Mirta antes de que se despertara. Salió junto a Imh a la cita, pero se separaron en la entrada de la escuela militar. Ella esperaría en el exterior, recibiendo sin retraso lo que Miguel mirara a través de sus ojos, como si se tratara de una trasmisión televisiva.

La Última Morada - Zona ProhibidaWhere stories live. Discover now