<< pero todos ellos notan tus errores>> Segunda parte
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Punto de vista de Pansy Parkinson
Te habías ido, quien sabe a dónde, pero mientras tú no estabas Snape era el nuevo director, los castigos era aplicados por doquier y yo estaba sola, ya que Theodor y Draco se había ido con los mortifagos. Todo aquello me superaba.
Llegaste un 2 de junio, avivando las esperanzas de aquellos que creían en ti. Pero no las mías. Había visto todo el poder que tenían ellos, y cuando el aviso del señor oscuro se oyó en todo el lugar solo pensé que sería lo mejor. Entregarte y esperar que fuesen piadosos. Así que cuando te vi en el gran comedor fue lo primero que grité.
—¿A qué están esperando? ¡Alguien! ¡Atrápenlo! — estaba llena de ira, de rencor y de sufrimiento.
Parecía que tus amigos no te iban a entregar tan fácilmente. Pude ver tu mirada de tristeza. Pude ver como sabias que yo ya no estaría para ti. Y también vi como la pelirroja Weasley te protegía. Era obvio que entre tú y ella seguía existiendo una esperanza, algo que yo ya no tenía contigo. Así que me fui a las mazmorras junto a los de mi casa, no sin antes dedicarte la mayor mirada de despreció que pude hacer. Y allí, recluidos, salimos a luchar cuando vimos la oportunidad. Porque sí, creíamos que no había oportunidad, pero ya se habían puesto las cartas sobre la mesa y no quedaba otra opción.
Te vi muerto, vi cómo te cargaba aquel semigigante y algo en mi interior se rompió. Fue por eso que cuando descubrí que aún vivías corrí a buscarte. Te abracé, escondidos de los demás, demostrándote todo lo que te había necesitado. Y tú sellaste aquel recuento con el beso más tierno que pude recibir jamás. Y comprendí, que por mucho que quisiera, tú eras mi lugar seguro, mi salvavidas, y que sólo tú podías calmar todo, despojarme del mundo y dejarme sola contigo. No sé cuánto tiempo transcurrió, no sé cuántos minutos te abracé, no conté las veces que nos besamos, ni las veces que lloré en tus brazos. Solo sé que cuando regresaste frente a todos, te alejaste de mí, y de nuevo, volviste a los brazos de la pelirroja, desgarrando mi corazón. Pero ahora, ahora que sabía que tú eras solo mío, que realmente me necesitabas. Dolía más. Dolía más que por no decepcionar a tus amigos la eligieras a ella. Que no fuese valiente, como lo habías sido antes, y decidieses resguardarte en aquel amor seguro y vacío. Cobarde. ¿Cómo podías haberte enfrentado a todo lo que habías vivido y no poder afrontar tus sentimientos frente a los demás?
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Pasó un año, me llegó una carta para poder repetir mi último curso, y acepté, no voy a mentir, fue con la esperanza de que, tal vez en ese momento, pudieses aceptarlo. Pero seguías en su lado de la mesa, besándola y abrazándola como si fuese yo, así que no podía hacer más. Theodor estaba tenue, necesitaba a alguien que le reconfortarse, al igual que yo, por lo que decidí que, si no podía tenerte, debía aprender a querer y a amar a alguien más. Y así pasaron los meses, mientras tu odiabas a Theodor y yo odiaba a Ginevra.
Era el último día, por fin íbamos a acabar los estudios y yo estaba en el comedor, de pie, esperando por Theo. De repente, sentí como alguien tomaba mi cintura, me giré esperando encontrarme con mi novio, pero allí estabas tú. Harry Potter. Estampando tus labios contra los míos. Frente a todo Hogwarts. Y yo no pude hacer otra cosa que hundirme en ti. Porque jamás dejaría de necesitarte.
